Cultura

'Almas en pena de Inisherin': el fin de la amistad y el desencanto con la vida

Colin Farrell opta al Oscar al mejor actor protagonista con una tragicomedia rodada en Irlanda

En las Islas Aran, a 48 km de la bahía de Galway, en Irlanda, la humedad alcanza el 70% y las rachas fuertes de viento son habituales, por lo que sus terrenos verdes están surcados por muros de piedras que no solo dividen las parcelas y las protegen del ganado, sino que también sirven para resguardarse de la ventisca y evitar al mismo tiempo que la salinidad del aire dañe los campos. La roca calcárea sobre la que se elevan imita en cierto modo a la fortaleza de los castillos, y como tal, abriga y aísla a los habitantes de este enclave, que no contó con tendido eléctrico ni con agua corriente hasta la llegada del turismo.

Estas islas, famosas por la confección de unos jerséis de lana que, según cuentan, son casi impermeables, son también el escenario natural en el que se ha rodado gran parte de la película Almas en pena de Inisherin, una tragicomedia ambientada en los años 20 del siglo XX en un lugar imaginario, tan recóndito e inhóspito como cualquiera de estas ínsulas. Martin McDonagh, director de títulos como Tres anuncios en las afueras (2017), escribe y dirige esta película, en la que cuenta de nuevo con uno de sus actores fetiche como protagonista: Colin Farrell, ganador de la Copa Volpi al mejor actor en el Festival de Venecia.

En total, este filme aspira a nueve premios: mejor película, mejor dirección, mejor actor protagonista (Farrell), mejor actriz de reparto (Kerry Condon), doble nominación a mejor actor de reparto (Brendan Gleeson y Barry Keoghan), mejor guion original, mejor banda sonora, mejor montaje. Además de los galardones a los que aspira es, al igual que Tár o Decision to leave, una de las mejores opciones para ir a los cines a partir de su estreno en España el próximo viernes 3 de febrero.

Almas en pena de Inisherin cuenta la historia de dos buenos amigos que, de la noche a la mañana, dejan de serlo. Pádraic (Farrell) y Colm (Brendan Gleeson) se ven todos los días a la misma hora para ir juntos a la única taberna de la isla y disfrutar de una pinta de cerveza negra. Sin embargo, un día Colm empieza a ignorar a Pàdraic sin motivo aparente. ¿Hizo algo mal? ¿Está deprimido? ¿Enfadado? El amigo no cesará en su empeño por saber cuál es el motivo de esta ruptura, incluso a pesar de las terribles consecuencias.

El título de esta cinta hace referencia a una figura fantasmal legendaria de la mitología irlandesa que lloraba por la noche para presagiar que iba a producirse una muerte en ese lugar

El título de esta cinta hace referencia a una figura fantasmal legendaria de la mitología irlandesa que lloraba por la noche para presagiar que iba a producirse una muerte en ese lugar y, aunque en la cinta no aparece de forma explícita, una anciana en Inisherin, la Sra. McCormick (Sheila Flitton) es la encarnación física de la "banshee".

Almas en pena de Inisherin: el valor de la bondad

McDonagh (Londres, 1970) decidió rodar esta historia cerca de la tierra natal de sus padres, en un lugar muy familiar para él, donde había pasado muchos veranos de su infancia, y donde el paisaje impregna el carácter de sus habitantes, algo que el director ha sabido trasladar a esta historia, ambientada en 1923, en plena Guerra Civil. El conflicto, sin embargo, se observa desde lejos y no supone una preocupación para los habitantes de este territorio. La lejanía de la isla y la propia morfología les protegen.

Para esta redactora de Vozpópuli, la guerra civil se convierte en esta película en un espejo o un símbolo de la ruptura entre estos dos compañeros de vida, tan incomprensible, tan injusta y con consecuencias tan desastrosas y devastadoras como cualquier conflicto bélico, en el que dos hermanos o dos amigos se ven obligados a luchar uno frente al otro.

Almas en pena de Inisherin camina justo en la dirección contraria a las conocidas como "buddy movies", esos filmes que narran historias de amistad, y se acerca más a cualquier buena película de desamor. Sin embargo, quien pierde un amigo pierde probablemente algo mucho más que un compañero sentimental, tal y como McDonach lo refleja en el personaje de Pádraic, un hombre tan noble como sencillo y simplón con el que Colm, 15 o 20 años mayor, ya no quiere malgastar el resto de sus días. Al contrario, prefiere dedicar sus ratos libres a sus pensamientos, a conversaciones intelectuales de mayor altura y a la música, una de sus pasiones.

¿Quién recordará, con nombres y apellidos, a los hombres buenos y amables? Probablemente nadie, pero cuántos caerán en su importancia cuando echen en falta mejores gestos

Una de las muchas claves de esta película, tan celebrada por la crítica y por los académicos de Hollywood, reside precisamente en el tono, con un poso amargo como una Guinness, pero con un humor blanco y unos personajes inocentes y bondadosos, al tiempo que no pierde la oportunidad de jugar con la tensión de un thriller en momentos puntuales del filme, todo ello acompañado de la magia y la melancolía que aporta el paisaje elegido.

La soledad es sin duda uno de los grandes temas de Almas en pena de Inisherin, pero quizás los que mejor aborda su director son la trascendencia y la posteridad. En una de las escenas más conmovedoras de esta película, el personaje de Farrell, visiblemente afectado por el exceso de alcohol, se dirige a su amigo para reprocharle su cambio de actitud hacia él y lanzarle una ofensiva, al tiempo que ensalza a quienes, como él, pueden presumir de la amabilidad entre sus cualidades.

¿Quién recordará a un genio del arte, de la literatura o de la música? Su nombre quedará grabado en los libros de historia, pasarán los siglos y se seguirá hablando de él. ¿Quién recordará, con nombres y apellidos, a los hombres buenos y amables? Probablemente nadie, pero cuántos caerán en su importancia cuando echen en falta mejores gestos en las biografías de los personajes más ilustres.

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