Sobre el famoso Club de los 27 hay una realidad incómoda que raramente se aborda: casi ninguno de los miembros de esa trágica zona VIP pudo mostrar su talento en España. Primero por la cerrazón de la dictadura, después porque nuestra industria musical no es especialista en reconocer talento joven. Como mucho, hemos podido disfrutar unos pocos conciertos -casi siempre, apresurados o desganados- de estos semidioses de la música popular. Janis Joplin y The Doors nunca tocaron aquí, a pesar de realizar giras europeas; Jimi Hendrix hizo solo dos conciertos en Mallorca; Joy Division nunca nos visitaron; y la gira de “Nevermind” (Nirvana) resultó fallida por el lamentable estado de Kurt Cobain (algo mejor estuvo en la de "In Utero"). El malogrado Avicci tuvo sus mejores fiestas en Ibiza, que no es exactamente territorio cultural español. Quizá hay que empezar a tomarse en serio a los talentos que despuntan en la veintena, en vez de esperar a que H&M haga camisetas conmemorativas.
Con Amy Winehouse tuvimos más suerte, pero nunca recibió trato de verdadera estrella. Su primer show español, el 22 de julio de 2007, se programó en una carpa del festival Internacional de Benicàssim (el segundo espacio más grande del recinto). Tampoco se consideró que fuese artista de escenario grande ni de horario estelar (seguramente se la usó como cebo para que el púbico británico entrase temprano a beber en el recinto). Fue un concierto desarmante, con la banda en perfecto estado de forma y ella desplegando esa mezcla irresistible de vulnerabilidad y macarreo que hacía grandes sus canciones. Aquí lo pueden disfrutar entero:
Su otro concierto español, el 4 de julio de 2008 en Arganda del Rey, tampoco fue una fiesta en su honor. Ocurrió en el festival Rock In Rio (Madrid), donde actuó abriendo para la cabeza de cartel Shakira, también antes de que cayese la noche. En esta ocasión, subió al escenario mucho más dispersa, seguramente perjudicada, aunque la solvencia de la banda sostuvo el recital. Hubo algunos momentos mágicos como escuchar “Tears dry on their own” mientras se ponía el sol de verano o verla cien por cien desatada en una versión del clásico juerguista jamaicano “Monkey man”. Nunca pudimos ver a Winehouse en un teatro, con la solemnidad que exigía su repertorio majestuoso.
Feminista volcánica
Una anécdota reveladora: en 2007, Amy todavía se podía pasear por el ‘backstage’ de Benicassim sin equipo de seguridad. Una amiga diseñadora, que trabajaba en prensa de moda femenina, se hizo una foto con ella (muy cariñosa) y la colocó visible junto a la mesa de su oficina. Durante muchos meses, pocas compañeras reconocían a la celebridad, y muchos ojos de gente 'cool' pasaron indiferentes antes de que la imagen causase admiración. Curioso, ya que Winehouse siempre fue más célebre en España por sus estilismo que por sus canciones. Pocas personas podrían cantar un estribillo que no pertenezca a sus cuatro exitazos. Estaría bien que el CIS hiciese una encuesta -abarcando a todo el Club de los 27- para ver cuánto les conoce realmente el oyente español medio.
No nos enfademos: también hemos podido leer grandes artículos estos días. Por ejemplo, el top veinte de sus mejores canciones que ha elaborado The Guardian, donde se rescatan varias joyas ocultas del repertorio de Winehouse (realmente útil la mitad baja de la lista para quienes solo conozcan Back to black) . Entre ellas, “Fuck me pumps”, donde arremete con máxima causticidad contra la cultura del ‘grupismo’ que rodea a los futbolistas de éxito. Winehouse, claramente, era de corazón feminista, pero de un feminismo con mayor voltaje que el pelotón de las ‘políticamente correctas’. La letra suena inusualmente cruel, denunciando la falta de autoestima y las tetas operadas, pero solo porque la cantante consideraba que una chica debía de aspirar a más.
Amy dijo a Mark Ronson (productor), muy segura y desafiante: no quiero una jodida sección de cuerda en mi álbum
También se olvida que cierta prensa cultural utilizó el talento de Winehouse para arremeter contra otras divas. Por ejemplo, se convirtió en tópico decir que sus himnos habían dejado en evidencia a superventas más calmadas como Norah Jones. En realidad, ambas compartían muchas cosas, comenzando por su capacidad para aportar clásicos al ‘gran cancionero estadounidense’. Éxitos como “Love is a losing game” o “Tears dry on thier own” encajan perfectamente en los parámetros estéticos de la Jones. Es una inercia clásica: también se trató de usar a Lauryn Hill para denigrar a voces míticaw del pop negro como Whitney Houston, a la que se pretendió jubilar tras el éxito en solitario de la combativa Hill.
Otro artículo aprovechable podemos encontrarlo en Uncut, donde se dedican a entrevistar a los músicos que grabaron el legendario Back to black. “Amy dijo a Mark (Ronson, productor), muy segura y desafiante: no quiero una jodida sección de cuerda en mi álbum”, recuerda Chris Elliott, responsable de los arreglos orquestales. Solo la confianza en Ronson hizo que finalmente se incluyeran, siempre en tonos bajos, oscuros y temblorosos, nunca protagonistas de las canciones. Ella cedió, a cambio de que sonasen como en los momentos trágicos de una película muy dramática, como siempre le gustaron las cosas, tanto en la vida como en el estudio de grabación.
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