La directora Ana Ramón Rubio se enganchó a las criptomonedas y eso provocó una crisis en su familia y en su matrimonio que bordeó la catástrofe cuando, además, se acabó la miel de los beneficios y llegó la hiel de las pérdidas. Ese drama personal, que en parte fue documentado espontáneamente con grabaciones caseras mientras se producía, es el punto de partida de Bull Run, uno de los documentales más personales que se han estrenado.
Rubio -que es autora del extraordinario Casi fantasmas (Almost Ghosts) sobre la Ruta 66 (accesible ahora en plataformas como Amazon Prime Video o Filmin)- aplica a su propia vida la máxima de que cualquier tragedia puede convertirse en película, y trata la suya con humor, sin que se pierda ni un ápice de hondura. Porque, en realidad, todo está aquí: la codicia y la envidia como motores del cuelgue ‘cripto’, pero también la explicación de cómo funciona esta tecnología, visiones contrastadas sobre su trascendencia y explicaciones de usos peculiares de las monedas fuera de Europa.
Bull Run engancha por el modo como bucea con humor en una crisis personal que reconstruye utilizando materiales muy variados (grabaciones auténticas originales, recreaciones…), pero también es una excelente puerta de entrada al mundo de las criptomonedas. Aquí encontrará el espectador usos inesperados de este dinero digital en África e Hispanoamérica, sabrá al fin qué es la tecnología ‘blockchain’, o los ‘tokens’ (equivalente de las acciones en una empresa, aunque con matices) y escuchará opiniones contrastadas de expertos sobre un fenómeno que algunos consideran una revolución y otros una burbuja.
Y, por si fuera poco, se familiarizará con términos de la jerga cripto comunes en internet, pero imposibles de comprender por el no iniciado. Así descubrimos que ‘holdear’ es mantener la posición pese a las pérdidas, que ‘buy the dip’ es comprar activos cuando tienen una valoración muy baja, o que ‘bull run’ describe esa carrera alcista del precio de una moneda que es el santo grial que buscan todos los inversores, especialmente los más novatos. Vozpopuli habló con la directora Ana Ramón Rubio sobre su experiencia en el mundo cripto y sobre su original película.
Pregunta. ‘Bull Run’ es el retrato de una obsesión: la suya. ¿Sabe ya por qué se enganchó a las criptomonedas?
Respuesta. Es algo a lo que se puede enganchar cualquiera. En realidad, la película habla de la adicción, no sólo de la que afecta a las criptomonedas. En este caso, además, como la valoración de tus activos está cambiando todo el rato, y eso provoca un constante vaivén en tu dinero, resulta muy adictivo.
Además, esto está abierto las 24 horas al día y los siete días de la semana, a diferencia de la bolsa, que tiene un horario y descansa los fines de semana. Por otra parte, hay miles de criptomonedas en las que puedes invertir, muchos expertos a los que escuchar su información, su análisis o sus consejos. Hay tantos usos y posibilidades que es un mundo inabarcable, y eso también ayuda a que sea adictivo.
P. ¿Podemos ver algún paralelismo con las redes sociales, donde la gente está también pendiente de los likes y los seguidores?
R. Tiene un componente sociológico que es muy similar al de las redes sociales que es el ‘fomo’ (fear of missing out), la necesidad de estar constantemente pendientes por el temor a quedarnos fuera, a perdernos algo importante. En el caso de las criptos, el miedo a perderse una subida espectacular de valor, un bull run, que te permite ganar mucho dinero si lo pillas al principio.
P. ¿Y hay relación con la codicia, con esa ‘fiebre del oro’ de la que hablan sus expertos?
R. Sí que tiene que ver y es una confusión muy extendida. La gente entra en esto porque piensa que se podrá hacer millonario, o ganar mucho dinero fácilmente. Luego entiende cómo funciona y se queda por otras razones. Pero es verdad que se entra muchas veces por codicia, porque ves que otra gente gana mucho dinero.
P. Su experiencia personal está en la génesis del proyecto.
R. Como decimos en Bull Run, el cine te permite convertir cualquier catástrofe de tu vida en una película. Y ésta ha sido la base para hacer esta obra. En un momento dado perdí mucho dinero con mis inversiones en criptomonedas y lo viví como una catástrofe. Ahora, con perspectiva, lo veo de otra manera, desde su lado cómico.
P. ¿Por qué decidió que lo autobiográfico tuviera tanto peso?
R. Al principio no estaba previsto que pesara tanto esa parte autobiográfica, pero fue cogiendo cuerpo en el montaje, que es donde se terminan de construir los documentales. Para mí ha sido algo nuevo porque nunca había estado delante de la cámara. Tienes que apartarte mentalmente y verte como un personaje.
P. Llama la atención que se expones mucho, pero ha evitado el carácter descarnado o confesional.
R. Al final es una comedia y un juego con el espectador. La idea era divertirnos. Me pareció que mi experiencia personal en el mundo de las criptomonedas es muy similar a la de otras personas que entran en un mundo salvaje y desconocido para ellos. Y, al final, como todo resultó un tanto patético, opté por contarlo desde la comedia, porque reírse de uno mismo es muy terapéutico.
P. El contraste entre la artista y la especuladora, reunidos en la misma persona, es uno de los elementos más cómicos de la película. Todo el mundo se lo echa en cara y le acusan de haberse corrompido moralmente…
R. El afán de ganar dinero, en España, es algo que está mal visto y se pone en entredicho. Esto no pasa en otros países. En Estados Unidos no tienen esa mentalidad, pero aquí nos sentimos mal. Sin embargo, el dinero es algo muy importante, y más aún el sistema monetario: quién toma las decisiones y cómo se toman afecta muchísimo a la vida de los ciudadanos. Especialmente a los que menos tienen, a la clase trabajadora y ahorradora. Un ejemplo, durante la pandemia se imprimió muchísimo dinero para generar recursos e intentar paliar unos problemas que había que abordar de alguna manera, pero a medio plazo esa decisión afecta directamente al ciudadano no inversor como inflación.
En un momento dado perdí mucho dinero con mis inversiones en criptomonedas y lo viví como una catástrofe
P. El documental presenta otras facetas de las criptomonedas que son muy poco conocidas, como el uso que se hace de ellas en los países africanos y en Hispanoamérica para controlar la inflación. Pero el mundo cripto ¿es eficaz para estos fines?
R. En el caso de África sí que lo es. Y hay otras aplicaciones. En algunos de estos países las mujeres no pueden abrirse una cuenta bancaria sin el permiso de sus maridos. No pueden tener dinero ni propiedades. De esta forma sí pueden, porque sólo necesitan un móvil con una billetera. Y pueden hacer pagos directamente con algunas criptomonedas que tienen un valor muy estable. Pero es un modelo que todavía está implantándose. Si nos salimos de la visión occidental, donde la visión de las criptomonedas sí que es más bien especulativa, hay otros usos.
P. El otro ejemplo que pone es el de la inflación en países en América Latina. En este caso ¿qué aportan las criptomonedas?
R. Lo que nosotros consideramos muy volátil es para ellos mucho menos volátil que las monedas oficiales de sus propios países, que sufren una hiperinflación brutal. Para ellos es una reserva de ahorro, una protección de su dinero. Es una tecnología que te permite ser tu propio banco. Puedo hacer un pago sin tener que pasar por un intermediario. Custodias tu propio dinero, lo que tiene ventajas e inconvenientes. Pero es tu responsabilidad.
P. Esto ¿tiene que ver con esa parte de utopía libertaria que rodea a las criptomonedas?
R. Mi opinión es que se va a tender a una regulación. Lo que pasa es que hasta ahora ha sido algo desconocido para las instituciones y los gobiernos y no saben cómo hacerlo. Pero encontrarán la manera y se regulará. Y eso será positivo porque más personas se animarán a entrar.
P. Sorprende el contraste con su anterior trabajo, la excelente Casi fantasmas (Almost Ghosts). Si aquella era la crónica de un mundo caído, en vías de extinción, el que surgió en torno al rock y la Ruta 66, en ésta retrata un mundo emergente, que mira al futuro.
R. Las diferencias son importantes no sólo en cuanto al tema sino la narrativa y el estilo. Al final, en el cine, todo se tiene que adaptar a la historia que quieres contar. En ‘Almost ghosts’ (Casi fantasmas) no concebía otro modo de hacerlo que de manera pausada, recreándome en los paisajes, en el abandono… En el caso de ‘Bull Run’, creo que un discurso más basado en redes sociales, con un ritmo más próximo al videoclip, o a los videos de YouTube, era la mejor forma de contar esta historia.
P. Ha incorporado incluso un videoclip propio protagonizado por Lori Money con una estética kitsch muy Las Vegas…
R. Queríamos parodiar lo que se suele malinterpretar del ecosistema cripto: la gente que quiere comprarse un ‘lambo’ (Lamborghini), que quiere ganar dinero rápido y gastárselo en cosas banales, con esa inmediatez que tienen muchos personajes de este mundo. Y como Lori Money hace ese tipo de canciones le explicamos de qué iba la película y el tipo de personajes y nos hizo la canción original. Es una colaboración chula.
P. Una de las peculiaridades de su película es haber sido tokemizada. Estaría bien que explicara qué supone esto y que implica para quienes hayan comprado los tokens.
R. Al tokemizar la película dividimos el importe total del presupuesto por un número de tokens que las personas compran. En nuestro caso, en apenas un día. Los propietarios de los tokens reciben su parte proporcional de todos los ingresos que genere la película a partir de ahora, en calidad de inversores. Pero sus participaciones no pueden venderse y especularse con ellas, como ocurre con las acciones en una empresa que cotice.
P. ‘Bull Run’ no sólo habla del bitcoin, sino también de una directora de cine que pierde las ganas de contar historias y al final las recupera. ¿Ha descubierto ya por qué ocurrió?
R. Hay varias razones. El del cine es un mundo complicado. Es una montaña rusa. Hay etapas de parón que pueden ser muy difíciles. Los rechazos desmotivan. Hay que ser muy fuerte mentalmente para dedicarte a una profesión en la que estás constantemente expuesto, y en la que las críticas pueden ser muy duras. Es un mundo complicado y es fácil perder la motivación en determinados momentos. Te preguntas ¿esto me compensa? Creo que es un sentimiento por el que pasamos todos los que nos dedicamos a estas profesiones.
P. ¿Cómo van a distribuir la película? ¿Son las plataformas el futuro de los documentales?
R. Creo que sí. La película se ha estrenado en Cinema Jove, pero Bull Run es un proyecto muy para plataformas. Almost Ghosts está disponible en Filmin y Amazon Prime.
P. En estos momentos, y después de las pérdidas sufridas, ¿conserva sus criptomonedas?
R. Las mantengo, claro. Yo soy ya una believer.
P. Pues su película muestra que los believers son bastante proselitistas.
R. Bueno, pero no hay que intentar presionar a nadie porque luego pierde dinero y pasa lo que pasa. Cada uno tiene que investigar y decidir si le gusta o no.
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