La corrupción es un mal extendido en España y aunque a nivel social resultan más impactantes las grandes tramas, esas que se ganan un bautizo por parte de la Policía como 'Pokemon' o 'Gürtel', se trata de un problema colectivo que puede darse en cualquier empresa. Defraudar a Hacienda y abrir cuentas en paraísos fiscales como Suiza resulta cada vez menos exótico y Netflix, la cadena de televisión por Internet que acaba de cumplir un año en España, ha apostado por esta temática de actualidad para su primera producción en el mercado nacional.
Desde medianoche, los 86 millones de espectadores con los que cuenta la plataforma distribuidos en 190 países ya pueden ver 7 años, una película dirigida por el premio Goya Roger Gual (Barcelona, 1973) que se estrenó en el Cine Capitol de Madrid aglutinando a decenas de actores, productores, guionistas y otros profesionales del sector cinematográfico. Con una angustia similar a la padecida por los aspirantes a conseguir la vacante que ofertaba la empresa sueca Dekia en el El método Grönholm, cuatro amigos que en su día cofundaron una empresa de software se disponen a decidir cuál de ellos es el más indicado para pasar los próximos siete años en la cárcel en beneficio de la compañía. Todos han desviado fondos a Suiza, pero solo uno de ellos será el empujado a caer entre rejas.
Hasta qué punto eso que criticamos de los políticos nos lo podríamos aplicar en nuestra vida", plantea Paco León
Paco León, Juan Pablo Raba, Alex Brendemühl y Juana Acosta encarnan a los cuatro protagonistas que, con la ayuda de un experto en mediación (Manuel Morón), tratarán de defenderse para no sacrificar sus vidas ni su negocio desde el moderno 'loft' en el que trabajan. "La película plantea un dilema moral interesante", señaló Paco León antes de la presentación y publica Efe. "En esta cultura de 'si no lo coges eres tonto', la idea es preguntarnos hasta qué punto eso que criticamos tanto de los políticos nos lo podríamos aplicar en nuestra vida cotidiana, y tener que decidir si eres un mierda o una persona decente".
"Hay que tener en cuenta que son cabezas que se mueven en esferas de poder grandes, manejan muchísimo dinero", dijo Juana Acosta. "Son esferas donde los valores están desvirtuados y sale a flote lo peor: el ego, la codicia, el deseo de poder. Pero son cosas que suceden en todas las empresas, más o menos soterradas", añadió. La puesta en escena es sencilla, casi teatral. "Los anglosajones lo llaman 'one room thriller', una película de suspense en la que todo sucede en una habitación", explica el director, ganador del Goya con Smooking Room (2002), una cinta que también abordaba las miserias humanas en el contexto laboral. Tal y como contó Gual durante la première de este jueves, el guion le llegó hace dos años a través de sus productores y Netflix facilitó su puesta en marcha para que pudiese alcanzar a más de 80 millones de espectadores, una cifra que, según el director catalán "da un poquito de vértigo".
Netflix, el nuevo rival
Aunque la compañía con sede en Los Gatos (California) comenzó ofreciendo contenido audiovisual de terceros para distribuirlos en su plataforma, su ambición por convertirse en una productora de series, documentales y películas originales que encuentren su público entre sus suscriptores en lugar de apuntar a los espectadores de las cadenas de televisión y salas de cine tradicionales, ha supuesto un cambio de paradigma en el sector, ganándose adeptos y detractores. "Lejos de ser una amenaza, lo vemos como una oportunidad. Nosotros somos especialistas y ellos generalistas con un enorme músculo financiero que ayudará, sin duda, a dinamizar el mercado del VOD en España. Invertirán en publicidad y conseguirán poner de moda el consumo legal de cine en Internet", afirman a Vozpópuli desde la plataforma de distribución Filmin.
Para Ramón Colom, presidente de la confederación de productores audiovisuales Fapae, la irrupción de Netflix en el mercado español como productora de películas es positiva, aunque la compañía debería resolver lo que algunos productores entienden como trabas, además de suponer un nuevo rival para las cadenas de televisión. "Todo lo que sea hacer más obras audiovisuales nos parece bien, otra historia es si a los productores de la película en cuestión y a otros productores que trabajan en España y fuera de aquí las condiciones contractuales son favorables o no", apunta. "A los productores les gustaría resolver el tema de que sus proyectos no se estrenen en salas de cine porque en principio les parece bien que la película vaya directamente a Netflix, pero cuando se quedan los derechos de las películas para todo el mundo y no la puedes estrenar en salas de ningún sitio... El productor quiere sacar el mayor rendimiento y los autores quieren que se vea", explica Colom.
¿El modelo del futuro?
El presidente de Fapae insiste en que las obras audiovisuales se hacen para ser vistas y para que entren en contacto con los espectadores. "Si a ti te resuelven económicamente la producción porque su aportación es muy alta, el productor puede decir 'bueno, sacrifico que la vean a cambio del dinero', pero Netflix negocia bien los contratos", señala, aunque reconoce que las críticas provienen en mayor medida de productores internacionales. "En España no se ve como una amenaza porque determinadas obras pueden tener un presupuesto complementario con ellos, no es incompatible con otras productoras, pero sí es un rival peligroso para las cadenas de televisión porque se va a llevar buena parte de la audiencia de las cadenas de pago", adelanta. Según Colom, Netflix es el "modelo es el de futuro". "Veremos cine en las plataformas, no en las salas, lo cual no significa que cierren los cines, sino que estarán reservados para las grandes películas, mientras que otras obras, de autor o dirigidas a un target muy especial, irán a las plataformas en busca de un público especializado", concluye.
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