Walt Disney es famoso en todo el mundo por haber creado varios de los personajes más recordados de la historia del cine. Desde Pinocho hasta el Rey León, la productora domina con mano de hierro casi desde sus inicios la industria de la animación. Aunque no todo lo que envuelve al animador es oro: en múltiples ocasiones ha sido acusado de racista y antisemita.
Estas acusaciones no son lejanas pese a que su fallecimiento fue en 1966. Después de su muerte, las críticas continuaron. Una de las más recientes fue en 2018: Meryl Streep le catalogó de "misógino, racista y antisemita" durante una entrega de premios de Nueva York. Ella es una de las últimas de una larga lista repleta de celebridades que cargaron contra su persona.
Aunque todos los expertos sobre la vida de Walt Disney han desmentido estas afirmaciones, algunos calificativos le han llegado de tildar incluso de nazi, pese a que el propio productor contrató a muchos judíos para trabajar en sus estudios. Su antisemitismo, aunque nunca se ha podido corroborar con hechos, siempre ha sido algo que ha estado en el imaginario popular.
Tampoco se le atribuye a Walt Disney decir una frase racista, aunque sí hay contenido en sus películas que han recibido críticas, sin tener en cuenta el contenido sexual subliminal que escondió en muchas películas. Algunos ejemplos son el lobo disfrazado de judío en 'Los tres cerditos', los vagos y malhablados cuervos de 'Dumbo', que tenían rasgos afroamericanos o los malvados gatos siameses de 'La dama y el vagabundo', cuyos rasgos eran asiáticos. Recordemos que esta última fue estrenada durante la Guerra de Corea.
Este tipo de críticas hacia películas de Disney prosiguieron también después de su muerte. Del Rey León, que se estrenó poco después de la primera guerra del Golfo, se dijo que buscaba que los niños, de forma sutil, viesen al terrorista árabe como un peligro. Estas teorías se centran en Scar, el malvado hermano de Mufasa, de quien se dice que guarda un enorme parecido con el ayatolá Jomeini. Esta teoría fue explicada por Juan Carlos Monedero en una televisión venezolana.
Transición hacia lo woke
Estas críticas parece que hicieron mella en la nueva Disney y se lanzaron a crear personajes femeninos fuertes. De ahí surgen películas como Pocahontas, Mulan o, posteriormente, Brave. Tres películas fantásticas que dieron un giro feminista a los estudios de animación. Pero en la década de 2010, todo comenzó a girar todavía más. Y ahí fue cuando llegaron las grandes críticas.
Ahora, de las críticas por antisemitismo, a justo lo contrario: Disney es señalada de poseer una agenda 'woke' por introducir en sus nuevas creaciones elementos que visibilicen la igualdad entre razas o identidad sexual de forma compulsiva. Las acusaciones llegan con cada estreno de producciones: desde Marvel a Star Wars, pasando por Pixar. Algunas son sutiles, como escoger como trío protagonista para la nueva saga de La Guerra de las Galaxias a una mujer, un hombre de raza negra y a otro actor con rasgos latinos. Algo parecido a lo que ya sucediera en Rogue One.
En otros casos, esa sutileza se pierde: Ariel (La Sirenita), descrita por Hans Christian Andersen como una mujer pelirroja de piel blanquecina, será de raza negra. En el 'live action' de Pinocho, más de lo mismo: el Hada Azul, rubia de ojos azules en la película de 1940, es ahora, en 2022, una mujer afroamericana interpretada por Cynthia Erivo.
Todo ello sin contar el polémico beso lésbico en Lightyear o que en la última película de Doctor Strange, América Chávez contase con dos madres y luciese una chapa LGTBIQ+ en su chaqueta. Precisamente esto es canon, aunque Disney tuvo mucho que ver en ello: este personaje fue introducido en los comics después de la compra de Marvel en 2009. Fue el primer superhéroe LGTBIQ+ de la compañía, con su primera aparición en el año 2011.
Disney incluso se ha encargado de modificar ciertos personajes propios para empoderarlos. Es el caso de Bo Peep, la pastora de Toy Story que desde el principio tuvo una historia de amor con Woody. En Toy Story 4 (2019), este personaje ya no era una muñeca frágil, sino una especie de ninja que no le tenía miedo a nada. Otro caso muy recordado es el 'reboot' del Rey León, la versión de 2019 que repetía, escena por escena, la película de 1992 pero de una forma realista. ¿La única diferencia? Una escena adicional en la que las leonas se empoderaban y peleaban contra las hienas. Dos cambios que sirven explicar la transición de la vieja a la nueva Disney.
La Disney más politizada de la historia
The Walt Disney Company no esconde su ideología política. De hecho su presidenta ejecutiva de la empresa, Karey Burke, en un evento de la empresa llamado 'Reimagine Tomorrow', aseguró que "como madre de un niño transgenero y otro hijo pansexual" apoyará que haya "muchos, muchos muchos personajes LGTBIQ+" en las historias que cree la productora en los próximos años.
De hecho, confesó que su intención es que "como mínimo un 50% de los personajes sean de minorías raciales y LGTBIQ+". Esto ha levantado ampollas dentro de la compañía, donde evidentemente hay trabajadores que no comulgan, necesariamente, con esta filosofía 'woke'.
Algunos trabajadores escribieron una carta abierta el pasado marzo denunciando que "The Walt Disney Company se ha convertido en un lugar de trabajo cada vez más incómodo para aquellos cuyas opiniones políticas y religiosas no son explícitamente progresistas”. La misiva continúa diciendo que observan "en silencio" como sus creencias "son atacadas por el propio empleador" y que aquellos que comparten esas opiniones "son condenados como villanos" por los líderes de la compañía".
Esta carta también señala que "se alienta a los empleados que quieren que The Walt Disney Company haga declaraciones políticas de izquierda", algo que no ocurre con aquellos que quieren "que la compañía se mantenga neutral". "Solo podemos decirlo con un susurro por temor a represalias profesionales". El texto cierra diciendo que muchos trabajadores conservadores sienten que "sus días en la compañía podrían estar contados".
Desde luego, los últimos lanzamientos de los diferentes estudios que posee Disney no muestran un cambio de rumbo o un acercamiento hacia la neutralidad política pese a que el contenido de sus películas es, en su mayoría, productos destinados a los más pequeños de la casa.
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