Cultura

'La apuesta perdida': la irrupción de las casas de apuestas en los barrios obreros

"Los problemas de fondo no se resuelven con un Real Decreto", señala uno de los autores de la obra

Las casas de apuestas comenzaron a aparecer en los barrios trabajadores tras la crisis del 2008. Ante la aparición de esta lacra surgieron movimientos vecinales que se organizaron en cada barrio para luchar contra las casas de apuestas, y lograron darle un sentido político a esa lucha. En el libro La apuesta perdida, de Pepe del Amo y Cristina Barrial, se analizan las causas de fondo que han empujado a tanta gente a vivir para apostar, se explica la cuestión de la apuestas como parte de la totalidad capitalista y se analiza el papel de los movimientos sociales, con sus límites y sus potencialidades. Pepe del Amo, coautor del libro, responde a Vozpópuli sobre algunas de las cuestiones de esta problemática.

Pregunta. En el libro La apuesta perdida explican cómo, desde el año 2008, los barrios obreros empiezan a llenarse de casas de apuestas. ¿Cómo surgen los primeros movimientos vecinales contra estos negocios?

Repuesta. Los movimientos contra las casas de apuestas vienen de un proceso muy largo, el de las luchas que se empiezan a dar por el territorio en las ciudades, que empieza en los años 80, cuando las ciudades crecen y se hacen grandes. La lucha nace de alguna gente que estaba en colectivos juveniles de los barrios, y que entendieron el asunto de las casas de apuestas como una herramienta de politización. En Madrid es una lucha que empezó desde los colectivos juveniles, ya en un momento post-crisis, y desde ahí se construyó el conflicto político.

P. El Gobierno ha publicado un nuevo Real Decreto regulando las ‘lootboxes’ o cajas de recompensa de los videojuegos, entre otras medidas lanzadas en los últimos años al respecto del juego y las apuestas. ¿Han influido los movimientos contra las casas de apuestas en los decretos del Gobierno?

R. Han tenido influencia en la medida en que problematizaron la cuestión de las apuestas, se politizó el asunto y se lograron una serie de conquistas en la sociedad civil. De hecho, en algún momento el Ministerio de Consumo se creó ad hoc para el tema de las casas de apuestas. Yo creo que esto de alguna manera deja claro que los movimientos sociales no pueden pensar en términos socialdemócratas, pero sobre todo que el poder siempre hace un ejercicio dual: domina, pero al mismo tiempo produce, intenta integrar buena parte de lo que se queda fuera; y esto les ha servido, un poco, de blanqueamiento. Pero los decretos del Gobierno son insuficientes, sobre todo porque los problemas de fondo que contamos en el libro siguen estando ahí. Los problemas de fondo no se resuelven con un Real Decreto.

P. En el libro también explican que hay una relación entre el estilo de vida del neoliberalismo y las lógicas que nos llevan a apostar, que la cuestión de las apuestas parte de un sentido común de época.

R. Claro, es que la pregunta no es por qué surgen las casas de apuestas sino cómo no iban a surgir. Hay todo un sustrato que está ahí, de los procesos de mercantilización y cómo se han intensificado. Y es que el neoliberalismo tiende cada vez más a una idea que es aspiracional que no es real, de racionalización de decisiones, maximización de beneficios y minimización de pérdidas. Pero lo interesante, y por ir más allá, es que detrás del deseo de las casas de apuestas también hay un deseo de emanciparte de unas condiciones de vida. Entonces, lo interesante es ver cómo el capital es capaz de capturar un deseo de época, capturarlo y darle una continuidad en otro sentido, en este caso en una forma de extracción de rentas. Esa es un poco la idea fundamental, el cómo las casas de apuestas capturan un deseo de época, que es un deseo netamente humano.

P. Un concepto al que le dan un lugar muy importante en el libro es el del ‘derecho a la ciudad’.

R. Sí, creo que el ‘derecho a la ciudad’ es, simplemente, un marco para intentar entender por qué se producen las luchas a día de hoy en los contextos urbanos, pero que no es una máxima. Cuando en el 68 se enuncia el derecho a la ciudad lo que se defiende es un derecho de autogestión. Y, en el fondo, es la idea de que aunque las ciudades estén percibidas por arriba, realmente lo que las construye es la propia cotidianidad, la fragmentación y la plasticidad de ese espacio. El derecho a la ciudad no es una reivindicación, sino un marco desde el que pensar, un marco que ayuda a intentar enhebrar partes de una universalidad disruptiva.

Si estas personas no tienen otros espacios de socialización fuera de estas lógicas, acaban acudiendo a estos espacios de juego y apuestas

P. En el libro señaláis que las causas que empujan a hombres y mujeres a jugar son, en cierto modo, distintas, que hay unas diferencias de fondo. ¿Qué lleva a las mujeres a apostar?

R. Hay cosas de fondo, sí. En la cuestión de por qué apuestan las mujeres se entiende mejor por qué hablamos de personas ludopatizadas, porque no son ludópatas por naturaleza, sino que sufren un proceso que les lleva a esa situación. En el perfil de mujeres ludópatas encontramos que en un porcentaje altísimo son mujeres que han sufrido violencia de género, que lo que buscan fundamentalmente es aislarse de su realidad. Esto se puede ver de forma muy clara en una ludopatía muy invisibilizada y normalizada, la del bingo y las personas mayores. Si estas personas no tienen otros espacios de socialización fuera de estas lógicas, acaban acudiendo a estos espacios de juego y apuestas. Pero este enfoque de género no solamente nos ayuda a entender el por qué apuestan las mujeres, sino también el por qué apuestan los hombres, el cómo se construye la relación entre los hombres y las apuestas a nivel de identidad de género.

Entre la patronal del juego y el poder político hay una relación relevante en el sentido de que forman parte de un mismo poder

P. A partir del ejemplo de Rafael Catalá, que fue Ministro del Gobierno de Mariano Rajoy y posteriormente fichado por Codere, señaláis en el libro una relación importante y profunda entre la patronal del juego y el poder político en España.

R. Entre la patronal del juego y el poder político hay una relación relevante en el sentido de que forman parte de un mismo poder. No creo que haya una disociación entre el poder político y el poder del capital, son parte de lo mismo, por lo que el caso de Rafael Catalá me parece una evolución lógica. Es evidente que es indignante para buena parte de los sectores que Rafael Catalá nada más salga del Ministerio acabe como consejero de Codere, pero para mí es el funcionamiento normal del poder en España. Ese es el punto de fondo, que son parte de un mismo poder, de una misma clase que se reproduce y tiene sus circuitos internos.

P. En el último capítulo de La apuesta perdida analizan críticamente a los movimientos sociales. Señalan que en estos movimientos se da una parcialización de las demandas que acaba sometiendo a los movimientos sociales a las lógicas de la socialdemocracia.

R. Es cierto que en los movimientos sociales ha existido esa parcialización, seguramente fruto de algunas impotencias. Pero tampoco creo que esa parcialización deba acabarse como tal, sino que debe integrarse dentro de unos procesos más grandes, a nivel de proyecto político, y sobre todo que dejen posos organizativos, Al final, una lucha no es más que una estrategia que llevamos a cabo para que finalmente devenga en un poso a largo plazo o en un proyecto político a gran escala. A día de hoy algunas cosas de los movimientos sociales hay que reactualizarlas, y creo que ese proceso se está abriendo ahora. Si no, corres el peligro de caer en un demandismo que siempre interpela a la institución. Si tú no eres capaz de tener tu propia agencia, acabas delegando en la institución y no construyes, como movimiento, tus propias tareas políticas.

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