Cultura

Arcadi Espada: “Es ridículo hablar de influencia rusa en las elecciones catalanas existiendo TV3”

Arcadi Espada preferiría hablar de su libro en lugar de Cataluña, pero en tiempos de posverdad, hasta las entrevistas de promoción se complican. Comienza el entrevistado hablando del calvario judicial

Arcadi Espada preferiría hablar de su libro en lugar de Cataluña, pero en tiempos de posverdad, hasta las entrevistas de promoción se complican. Comienza el entrevistado hablando del calvario judicial de un político valenciano y termina contestando a preguntas sobre las noticias falsas. "Me parece una ridiculez hablar de la influencia rusa en las elecciones catalanas existiendo TV3", dice el periodista y escritor con la voz queda de quienes creen estar explicando una obviedad. Ese será el tono de Arcadi Espada a lo largo de los treinta minutos que dure esta conversación: una mezcla de buena educación, condescendencia y aburrimiento.

Tres años después de la publicación de su más reciente libro Diarios de la peste (Funambulista), Arcadi Espada acaba de publicar Un buen tío (Ariel), un ensayo en el que analiza el tratamiento que han hecho los medios de comunicación en el caso de los trajes que involucró al expresidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps. Fue "exagerado", asegura Espada. Quien comienza a leer no puede evitar preguntarse: ¿un buen tío alguien con al menos tres causas judiciales? ¿Por qué esta defensa? Justamente por eso, responde Espada: porque en una causa juzgada y en la que fue declarado inocente -como la de los trajes-, la opinión pública le confiscó a Francisco Camps el más elemental derecho a la presunción de inocencia.

No es un libro  necesariamente a favor de Camps, sino contra la prensa española. Señala de qué  forma "el populismo y la posverdad liquidan a los hombres"

Un buen tío(Ariel), al que Arcadi Espada ha dedicado cuatro años de trabajo, no es un libro necesariamente a favor de Camps, sino contra la prensa española. En sus páginas señala de qué forma "el populismo y la posverdad liquidan a los hombres". El volumen arranca con un encuentro entre Camps y Espada. Ocurrió luego de que el político popular dimitiera como presidente de la Generalitat Valenciana y llamara por teléfono al periodista para agradecerle un artículo que había escrito sobre él. Fue en ese primer encuentro cuando Camps aseguró que había pagado los trajes.

A Arcadi Espada le interesó la "desproporción" de la cobertura mediática de este caso sobre un hombre al que se le acusaba de un delito "del que resultó ser inocente". Por eso recorre y analiza el tratamiento que hicieron distintas cabeceras de determinados elementos, incluidas las declaraciones del ex secretario general del PPCV, Ricardo Costa, al responsabilizar a Camps del conocimiento y organización de la trama de financiación ilegal del PP. También destaca aspectos específicos, como las 169 portadas que el diario El País dedicó a Camps y que, según Arcadi Espada, tenían un ánimo amarillista. Por señalar y afear comportamientos, Arcadi Espada llega incluso a cuestionar el papel de Baltasar Garzón como juez. Porque todo esto es, a su juicio, una muestra de "populismo judicial".

A Espada le interesó la "desproporción" del tratamiento mediático sobre un hombre que al final resultó ser inocente

Este libro se publica justo cuando surgen nuevas imputaciones contra Francisco Camps en dos procedimientos (la Fórmula uno en Valencia y la visita del papa en 2006), por los que se le acusa de malversación, prevaricación y falsedad documental. Al mencionar la coincidencia de su libro con estos dos nuevos episodios judiciales, Espada responde exagerando una carcajada. Esas acusaciones son "ridículas", al menos a juzgar lo que ya ocurrió con los trajes, caso por el que Camps fue juzgado y declarado inocente, insiste.

En tal caso, dice Arcadi Espada: ni es amigo de Francisco Camps ni lo conocía de antes. Habría hecho esto con los Pujol o cualquier otro personaje. De lo que se trata es de respetar el derecho de presunción de inocencia. Y aunque él no lo diga expresamente, en este libro retoma su vocación por analizar y someter a juicio las prácticas del periodismo, un oficio al que se dedica desde hace más de 40 años. Ya lo ha hecho en libros como Raval (Anagrama, 2001) en el que desmontaba las claves  de una supuesta red de pederastia en el barrio barcelonés del Raval. Las acusaciones que llevaron a ciudadanos inocentes a prisión y a la humillación pública, eran falsas y producto de un cúmulo de errores policiales, judiciales, administrativos y periodísticos.

Cuesta asimilar el enunciado de un buen tío con un personaje como Francisco Camps, un icono de la corrupción del PP.

Es muy sencillo, el título alude a Camps en una vertiente. La primera, incidental y anecdótica, que tiene que ver con el hecho de que se trata de una expresión pronunciada por el juez instructor cuando, en una reunión con un grupo de amigos, le preguntan qué pasa con Camps y él responde: Camps es un buen tío al que hemos pillado. Esa es la anécdota. Lo importante es el fondo. Desde Rousseau sabemos que las personas nacen buenas y sólo un juez es capaz, episódicamente y durante un tiempo, de decretar que esa persona hizo algo mal y que por tanto la clasificación genérica que corresponde a los a los seres humanos, y según la cual somos buenas personas, ha de suspenderse.

"Desde Rousseau sabemos que las personas nacen buenas y sólo un juez es capaz de decretar que alguien hizo algo mal"

Este libro guarda ecos de Raval. Más que defender a Camps, usted somete a examen al ejercicio del periodismo.

Hay una diferencia sustancia con Raval: todo lo que he aprendido y todo lo que he olvidado. Hace 18 años que se publicó ese libro. En segundo lugar, que es todavía más importante: Raval hablaba y afectaba a un caso que no había sido todavía juzgado. Era una especie de work in progress de la verdad. Yo no he tenido aquí tanta necesidad de explorar los distintos caminos de la verdad periodística y la verdad judicial, porque estaba ya sancionada por un juez. Así que me he dedicado, como en efecto dices y que es el asunto clave de mi vida profesional, al análisis de los mecanismos de producción, para decirlo en términos casi marxistas, de los  textos periodísticos. Creo que es una grave irresponsabilidad de los periodistas no analizar cómo escribimos, cómo construimos nuestros textos, cuáles son sus procedimientos retóricos y cuál es su trascendencia.

"Creo que es una grave irresponsabilidad de los periodistas no analizar cómo escribimos"

Dice que cuando el periodismo no comparte la decisión de los jueces suele añadir a la verdad adjetivos. Eso es duro de masticar.

Yo no veo una especial dureza, pero puede ser.

Usted acusa al periodismo de usar sus herramientas de la peor forma posible.

Creo que el periodismo tiene sus herramientas metodológicas, que no son exactamente las de la policía, no son exactamente la de los jueces. Pero, al fin y al cabo, son herramientas que deben permitirnos acceder a un nivel de verdad de las cosas. A ese nivel de verdad puede accederse sin mayores problemas, siempre que sea ponderado, justo y chequee las conclusiones que haya obtenido. Más allá de eso, no veo mayor diferencia.

Reprocha a los periodistas el pecado de la ‘acidia’, que produce desconexión entre el significado real de las palabras y los hechos. ¿Cuánto ha empeorado desde el Caso Gurtel?

Todo lo que linda con la corrupción política ha tenido en España una extremada euforización, por el hecho de la crisis. Pero eso no justifica de ninguna manera la inmunodeficiencia del periodismo. La pereza, la desidia y la vaguedad de las convicciones para que operen solas sin mayor quebranto, ha pasado en España de forma agudizada con la crisis pero yo diría que es un fenómeno bastante universal.

"Todo lo que linda con la corrupción política ha tenido en España una extremada euforización"

Habla de que las convicciones e ideas políticas contaminaron el trabajo de jueces, policías y fiscales “hasta un punto que impresiona”.

Los periodistas pueden equivocarse. Esto lo decía muy bien Deleuze en una frase que utilicé en Raval hace ya años: cualquier mentira necesita una arena de verdad. Los periodistas trabajan con datos pequeños de la realidad que le facilitan los fiscales, los policías y los jueces y ellos a su vez trabajan con arenas de verdad, con datos, que a veces por error, a veces por ambición, a veces por falta de criterio, se convierten en mentiras.

Arcadi Espada, esta semana en Madrid.

¿Por qué Francisco Camps y no otro personaje?

Es como si me preguntara por qué Emma Bovary y no otro personaje, porque es el que hay.  Es el que está delante de mí en un momento determinado momento. Creo que tiene una historia interesante que contar. Eso sería como decir, por qué señala al diario El País y por qué no otro diario, porque es el que publica las exclusivas más importantes.

Casos como el de Rita Barberá e incluso el de Blesa encierran algo trágico dentro de los procesos judiciales por corrupción. ¿Ese efecto pertenece al mismo clima que se esparció sobre Camps?

Es un clima basado en la persecución vengativa respecto a los que se consideran responsables de un estado de cosas en España, que es completamente intolerable desde el punto de vista moral. Ese ajuste moral del que habla el libro y que probablemente sea inevitable a la luz de las circunstancias que ha vivido España en la última década, pero que desde luego debe de ser denunciado con la misma fiereza con la que se denunciaron las prácticas irregulares mafiosas, incluso de los responsables de que España cayera en la crisis.

"Lo importante es el caso. Qué más me da que sea Camps, que sea Ada Colau o que sea usted"

Al defender a Camps, ¿qué está defendiendo usted?

Algo muy simple: el derecho a la presunción de inocencia.

Cualquier otro personaje podría ser objeto de esa defensa.

Cierto y ahí están a la disposición del que quiera cogerlos. Yo he cumplido. He elegido uno. Como dicen los judíos: uno salva a un hombre, salva a  la humanidad.

¿Habría elegido a Pujol?

¿Por qué no? No me parece que Camps sea una persona muy identificable con lo que yo pienso o con las coordenadas de mi vida moral, por así decirlo. Él es un hombre religioso, yo no lo soy. Él es un hombre del PP, yo no lo he votado nunca. Lo importante es el caso. Qué más me da que sea Camps, que sea Ada Colau o que sea usted.

Ningún autor no puede controlar las interpretaciones que se hacen de un texto …

Por supuesto que no, por eso un autor nunca debería conceder entrevistas.

Pero mire aquí estamos, en este brete.

(Risas)

Este libro  se puede interpretar, también, como una disculpa, una indulgencia al Partido Popular.

Tengo una frase muy preparada para estas cuestiones: la izquierda mató a Camps y el Partido Popular lo enterró. El PP no se va de rositas en esta historia de Camps. Se comportó de una manera muy poco generosa, casi rozando la indignidad, con el que había sido uno de sus grandes valores.

"El PP no se va de rositas en esta historia de Camps. Se comportó de una manera muy poco generosa, casi rozando la indignidad"

Habla de un “derrame emocional” sobre los casos judiciales. Lo compara con una forma de populismo. ¿Es un fenómeno posterior a la crisis económica?

En lo que atañe a esta circunstancia que analizamos, va muy emparentado con la crisis. España no es distinta de otros lugares excepto en algunos rasgos y en ese caso, sí hay que señalar que en España la justicia está profundamente politizada.

Pero, ¿funciona?

A veces sí a veces no, con el señor Camps funcionó en muy última instancia, luego de que su destrucción estuviera asegurada.

Sobre la pos verdad o lo que ella designa tan pomposamente… ¿No ha estado allí desde siempre?

La pos verdad no exactamente igual que las mentiras. Se entronca con el concepto posmoderno de la verdad, en el sentido de su inexistencia. Probablemente Bush mintió cuando dijo que había armas de destrucción masiva, pero tenía una idea y un concepto de la verdad. Trump en cambio es el hombre de los hechos alternativos. Para él basta con decir que la verdad no existe.

"El hecho de que exista el Banco Santander no nos debe hacer olvidar que la información debe ser protegida por un poder público"

La crisis económica del modelo de los medios los hace más vulnerables… ante, por ejemplo, los poderes económicos.

El hecho de que exista el Banco Santander no nos debe hacer olvidar un hecho: la información es como el agua y la electricidad, y tiene que ser protegida por un poder público.

Eso es como poner un lobo a cuidar ovejas

No sé. Me parece que esa es una visión anticuada de las cosas. Una de las cosas de las que nos hemos dado cuenta en estos últimos años es de que uno de los principales enemigos de la verdad es el pueblo organizado en las redes sociales, el pueblo organizado con armas tuiteras, es un peligrosísimo adversario de la verdad. Los riesgos sobre verdad provienen de los propios ciudadanos organizados en facciones más o menos intolerantes y ante eso deben existir poderes neutrales y neutralizadores, que sean capaces de exhibir un consenso y que permita que los ciudadanos tengan un acceso limpio a las verdades fácticas.

"Los riesgos sobre verdad provienen de los propios ciudadanos organizados en facciones más o menos intolerantes"

Eso no dista mucho de la iniciativa de María Dolores de Cospedal de crear instrumentos legales…

Y de lo está planteando Macrón y muchísima gente. Y no dista mucho de lo que escribí hace cinco años diciendo que era necesario un ministerio de la verdad, para provocar a aquellos que se llevan las manos a la cabeza cada vez que Orwell les baja del cielo. Son evidencias. Si quieres verlo, basta con abrir los ojos. El problema es que existe gente que es muy sensible a los rayos solares y no quiere verlos.

¿Y los bots, las noticias falsas o la intervención de este tipo de manipulaciones, por ejemplo, en Cataluña?

Excepto en el caso americano, que todavía tengo en suspenso porque no conozco muy bien, hablar de todas esas historias de rusos y de la influencia rusa en las elecciones catalanas habiendo TV3, me parece una ridiculez.

 Un detalle de la portada del libro de Arcadi Espada.

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