Cuatro muchachos de Cartagena tuvieron un sueño: demostrar que el rock en España sigue muy vivo. Y con esa mentalidad, montaron una banda llamada Arde Bogotá y se pusieron a tocar. De ahí salió 'Antiaéreo', uno de sus grandes himnos y con esa canción, ha venido todo lo demás. La banda que tocaba en fiestas de pueblo hace tres años, ahora incendia Madrid con un Wizink hasta la bandera. Entradas que por cierto la banda agotó "absurdamente rápido", tal y como dijo Antonio, el vocalista, durante su agradecimiento al respetable madrileño.
Fue una de las pocas veces que Antonio habló al público. Lo demás fue pura tralla de principio a fin. Con una puesta en escena más propia de una banda internacional, Arde Bogotá salió a escena con un nivel de producción impresionante, algo que augura que con este fin de gira no se están forrando, precisamente. Más bien al revés: la banda apuesta por subir su puesta en escena tres escalones para romper a puñetazos las puertas del olimpo del rock. Un concierto de alto voltaje en el que faltó que la mesa de sonido elevara el volumen dos puntitos y permitiera que Pepe, el bajista, se luciera más en canciones como 'Los perros', santo y seña de Arde Bogotá.
Fueron los dos 'peros' de una noche grande, en la que desde el primer momento había un ambiente de que se iba a presenciar algo especial. No es para menos: es la primera vez que la banda tocaba en el Wizink Center, el lugar que mejor representa que una banda ha llegado a un nivel influencia destinado para solo unos pocos. Porque además, si los cartageneros no sacaron una segunda fecha es porque no quisieron: también hubiesen vendido entradas como churros.
Que comenzaran el 'show' con 'Veneno' ya era una clara muestra de sus intenciones: fuego y rock de principio a fin. Su tema más 'Muse', en el que Antonio se luce de manera especial, fue la que incendió el Wizink. A esta le siguió 'Abajo', otro de los temas más bailables de Arde Bogotá, que continuó con 'Quiero casarme contigo', un clásico de la banda que, tras el lanzamiento de 'Cowboys de la A3', había perdido el lugar privilegiado que le corresponde en los setlist de la banda.
Con ritmo, sin apenas charleta, tocaron veintitrés canciones, sin dejarse ni uno de sus temas más escuchados. El clímax llegó con Exoplaneta, quizá el tema más especial de Arde Bogotá. Un tema lento, en el que las 15.000 almas del Wizink Center exhibieron el cartel de 571-/9A, el planeta donde la banda invita a fundar Cartagena en otro sistema solar. Momentazo absoluto que sirve para elevar el tema a himno -si no había alcanzado ya esa condición-.
Pero la canción que más lío montó en la pista del Wizink fue 'Virtud y castigo'. Sin sorpresas, la verdad. El ritmo es tan pegadizo que el público, al acabar el concierto, siguió coreándolo en los aledaños del recinto y en los bares de alrededor. El momento más futbolero para una banda que se lo deja todo sobre las tablas. También destacó la presencia de una pequeña orquesta en la fase final del concierto para dar más lustre a temas como La Salvación, la canción más escuchada de la banda y que particularmente, a este redactor, le parece una de las mejores de la banda.
La canción dio paso al bis con la santísima trinidad de Arde Bogotá: 'Antiaéreo', su canción talismán, 'Los perros', el tema que mejor muestra el carácter de la banda y 'Cariño' para cerrar, otro de los primeros temas que lanzó la banda y que pone a bailar a todo el público. Con ellas la fiesta llegó a su fin, demostrando que el Land Rover Fighter en el que viaja la banda tiene aire en las ruedas y no tiene intención alguna de decelerar el paso y clavarse en la arena. Porque las bandas vuelven a estar de moda y el rock demuestra, una vez más, que nunca muere.
