Cuando la Armada Invencible derrotó a Inglaterra y otras fake news del Siglo de oro

La Gran Armada de Felipe II encalló su sueño de tomar Inglaterra entre el Canal de la Mancha y las costas irlandesas. El nombre de ‘Armada invencible’, acuñado con sorna por los ingleses, pasó a la historia de las grandes derrotas militares de la Monarquía Hispánica. Sin embargo, por aquellos días de 1588 un ingeniero italiano informaba a un amigo de la victoria del Rey Prudente sobre Isabel I. En el siglo XVI, las noticias circulaban a una velocidad muy superior de lo que a veces se cree. Como ahora, también lo hacían los bulos, gracias a las relaciones de sucesos, un tipo de documento informativo que se expandió enormemente en Europa y otros territorios, durante los siglos XVI y XVII, hasta convertirse en un fenómeno casi global.

En la misma época en la que el ingeniero italiano leyó en una relación la victoria española, sus contemporáneos se maravillaban ante los documentos que explicaban, ilustración incluida, el nacimiento de un hombre pez o la última catástrofe natural europea, dos de las temáticas que fascinaban a los lectores. La imprenta facilitó la difusión de masiva de estos documentos protoperiodísticos que saciaban el interés de los lectores del momento. A pesar de su fragilidad, las bibliotecas de todo el mundo conservan un ingente número de estos documentos distribuidos en papel, al que la Biblioteca Nacional de España ha dedicado la exposición “Noticias verdaderas, maravillosos prodigios”, disponible hasta el 12 de junio.

La muestra refleja la verdadera fascinación de las gentes del Siglo de Oro por los llamados prodigios, portentos o monstruos. Relaciones de casos extraordinarios que describen apariciones de monstruos, y de “humanos extraordinarios”. La presencia de estos seres, que iban desde los grifos a seres híbridos como los hombres peces, coincidían con acontecimientos militares o políticos presagiando una victoria o justificando alguna decisión política.

Una de las relaciones conservadas anuncia la aparición de un monstruoso ser en Buda en 1684, con cuerpo humano y cabeza de équido rogando al emperador que tome la ciudad en aquel momento en manos de los turcos. También encontramos relaciones del hallazgo del pez Nicolás, mitad hombre mitad pez, un habitual en la tradición europea que llega a aparecer en El Quijote.  Y una larga lista de “humanos extraordinarios” donde aparecen seres fantásticos como niños cubiertos de conchas junto a casos de siameses, niños hermafroditas o extremadamente robustos como la famosa Eugenia Martínez Vallejo que llegó a ser retratada en varias ocasiones. 

Las relaciones informaban de hechos reales como las conquistas de Hernán Cortés en el Imperio méxica o las guerras contra los turcos en el Mediterráneo, y tanto la Iglesia como la Corte pronto descubrieron el potencial propagandístico de estos documentos. Las canonizaciones, los cambios en el papado, los autos de fe, o  los martirios sufridos por religiosos como la crucifixión de los 26 mártires de Nagasaki fueron ampliamente difundidos.

Mención aparte merecen los milagros, otra de las temáticas favoritas. En la convulsa Europa de las guerras de religión, tras la reforma protestante, estos documentos tenían una utilidad catequística y propagandística. Muy frecuentemente coincidían con algún acontecimiento relacionado con los conflictos religiosos como alguna batalla contra alguno de los enemigos del catolicismo. La noticia se convertía en una forma de afirmación de la “fe verdadera” y además de estos elementos sobrenaturales, tenían muy buena cabida las conversiones religiosas. 

El repaso a las temáticas de la exposición muestra que con cuatro siglos de distancia, el público sigue interesándose por los mismos asuntos. El volcán de La Palma y la Guerra en Ucrania que han abierto cada telediario y han copado los últimos meses los directos de los digitales, son el espejo del terremoto de Lisboa de 1755 del que hubo una masiva difusión de relaciones, o de la interminable guerra contra el Imperio otomano. Las pestes, las inundaciones o las erupciones volcánicas se describían minuciosamente, con una visión moralizante de los acontecimientos. Y hasta los seguidores de los actuales programas ufológicos se podrían haber entretenido con las múltiples relaciones de “señales” o “portentos” que recogían los avistamientos de estrellas y cometas.