Cultura

Pérez-Reverte: "Las revoluciones las pierden quienes las hacen"

El escritor publica este martes 'Revolución', donde se zambulle en la sangrienta insurrección mexicana

Chamaquitos ajusticiados, hombres a los que desuellan las plantas de los pies y les hacen caminar por el desierto, un tesoro de monedas de oro, voladuras de puentes, cargas de caballería, tiroteos, saqueos... La figura de Pancho Villa, y varios romances de un protagonista con importantes toques autobiográficos del autor. Arturo Pérez-Reverte se cruza las cananas al pecho, se deja mostacho, y llega a las librerías al galope con ‘Revolución’ (Alfaguara), su última novela centrada en la sangrienta Revolución mexicana. 

Al comienzo de la novela, un personaje advierte sobre el devenir de la revolución: “Van a sobrar sombreros”. Un joven ingeniero español se encuentra en la cantina y en el momento inapropiado, o quizás, en el más oportuno. Martín Garret se ve obligado a enrolarse a unos sucios y violentos guerrilleros. Varias audaces acciones le dan un estatus dentro del grupo, hasta ganarse la simpatía del propio Pancho Villa. El veinteañero español acaba en medio de la Historia con mayúsculas, y descubre que en un día de guerra, sus ojos han visto más mundo que en miles de páginas leídas. Los ojos pueden ser los de Martín Garret, o los del propio Pérez-Reverte en las guerras de los setenta que cubrió como corresponsal.  “El modo en el que el protagonista termina mirando el mundo sí que es el mío. Es el botín de esa aventura”, señaló Pérez-Reverte durante la presentación de su libro, este lunes en Madrid.

Vuelta a México

Después de varias novelas centradas en España y Europa, (El italiano, Línea de fuego, Sidi, o la serie Falcó), Pérez-Reverte regresa a México, país bien conocido por el autor, y localización de La reina del sur, una de sus novelas más aclamadas. Durante la presentación, el autor quiso poner en relieve la trascendencia de la Revolución mexicana. “Después con la Primera Guerra mundial y la Revolución rusa se olvidó en cierto modo, pero durante la Revolución mexicana por primera vez el pueblo se levanta y se sienta en la mesa de los poderosos, fue un hecho tan insólito…”

Dentro de la labor de documentación histórica que caracteriza sus obras, destaca la riqueza lingüística de los personajes. “Quería hacer que el lector oyese el mexicano”, señaló el escritor. Con “Quihubole”, “épale”, “chingatumadre”, “újole”, “tiznar igual que a un perro”, “me vale madres”... sin duda lo consigue. El lector escucha al mexicano, y distingue al campesino analfabeto convertido en pistolero, del político burgués que desayuna en hoteles del Zócalo.

El periodo de madurez de Garret también es acompañado por tres mujeres. Una preciosa "niña fresita" de ojos azules, una aguerrida soldadera y una periodista americana, basada en la reportera Nellie Bly, considerada una de las primeras reporteras de guerra que cubrió la Primera Guerra Mundial.

¿Villa o Zapata?

En el meollo de la revolución, el escritor tenía dos grandes figuras a las que poder usar como hilo conductor de su novela, el guerrillero del norte, Pancho Villa, o el sureño, Emiliano Zapata. Pérez-Reverte tiró del primero porque representaba a un “México más vigoroso, frente al sombrío y melancólico Zapata”. “Escogí la carcajada de Pancho Villa, frente a los silencios de Zapata”, afirmó este lunes. 

El lector de Pérez-Reverte encontrará todos los ingredientes que le han convertido en un superventas mundial, incluidos la recreación de momentos históricos como la Convención de Aguascalientes a la que asistieron Villa y Zapata: "Cinco años atrás, los ocho generales que hoy entraban en la capital conquistada eran todavía un campesino, otro campesino, un bandido, un maquinista de tren, un tratante de caballos, un cuatrero, un maestro rural y un estudiante. Considerando todo eso, sonrió Martín: una mueca sarcástica. Los señores políticos, supuso, llegarían más tarde para hacerse cargo de todo. Sin duda andaban preparando, en el comité oficial de recepción del Palacio Nacional, sus discursos, sus demagogias y sus ambiciones", describe en el libro.

En Aguascalientes fueron retratados Villa y Zapata en la silla presidencial, tiempo después, ambos fueron asesinados en sendas emboscadas. “Las revoluciones por lo general las pierden quienes la hacen y las ganan las que se apropian de ellas”, señaló el escritor.

Villa sentado en la silla presidencial, junto a Zapata, en diciembre de 1914.

Martín Garret decide seguir la causa revolucionaria y se hace hombre en México, se deja el mostacho ranchero, se cruza las carrilleras en su pecho y hace volar puentes y cajas fuertes para los intereses de Villa. Pero a él la revolución le da igual, no hay una ideología en él, se engancha a ella como un lugar en el que aprender:

-¿Y qué harás cuando lo hayas visto todo?

-Supongo que me iré. Volveré allí de donde procedo.

-Quizá no sea fácil adaptarse, después de vivir esto. A mí me resultó imposible.

-Lo averiguaré cuando esté lejos.

-¿Sabiendo?

-Exacto, ésa es la palabra. Sabiendo cosas que antes no sabía.

Reverte también estuvo 20 años a la 'droga de la guerra': “Lo que deslumbra al protagonista es lo que me fascinó a mí, el ser humano, cómo se comporta el ser humano. El 4 de abril de 1977 en la batalla de Tessenei, por las mañana los eritreos lucharon como leones, eran unos valientes, les admiré… Pero por la noche saquearon y violaron a los vencidos”. No es este el único eco biográfico en Revolución, también resuena la preocupación por no golpearse la cabeza en el momento en el que estuvo a punto de ser fusilado en Nicaragua y la tristeza que sintió al presentir una muerte tan absurda. Afortunadamente, el joven reportero salió con vida y aunque pasaron muchos años hasta que se desenganchó del vicio de las revoluciones, volvió sabiendo cosas que antes no sabía, y las contó en novelas.

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