Cultura

Asesinato de un presidente del Gobierno

El comando terrorista que debía matar al presidente del Gobierno vino de Barcelona y estaba compuesto por cuatro hombres, pero uno se rajó. Quedaron Mateu, Casanellas y Nicolau, aunque éste

El comando terrorista que debía matar al presidente del Gobierno vino de Barcelona y estaba compuesto por cuatro hombres, pero uno se rajó. Quedaron Mateu, Casanellas y Nicolau, aunque éste se trajo también a su compañera, que estaba embarazada. Traerse a la parienta fue el único vestigio del antiguo terrorismo anarquista, espontáneo y desorganizado, el éxito de la operación fue fruto de cálculo, sofisticación y dinero.

La víctima elegida era Eduardo Dato, jefe del Partido Conservador, que un año antes había formado Gobierno en España. Dato no era un reaccionario, era un reformista social dispuesto a mejorar la situación de la clase obrera. Había sido uno de los impulsores del Instituto Nacional de Previsión, el primer sistema de seguridad social que hubo en España, pero los intentos reformistas de Madrid se encontraban en Barcelona con una auténtica guerra entre los sindicatos y la patronal. El pistolerismo se practicaba desde ambos lados y los empresarios catalanes presionaron al presidente Dato. Querían mano dura y Dato cedió, nombrando gobernador civil de Barcelona al general Martínez Anido, que se lanzó enérgicamente contra el movimiento anarquista. Se le acusó de aplicar a los militantes de la CNT la “ley de fugas”, que consistía en disparar por la espalda a un detenido y decir que había intentado fugarse.

Martínez Anido tomó posesión en noviembre de 1920, y en enero del 21 los anarquistas decidieron responder asesinando al presidente del Gobierno, aunque irían despacio. Los tiempos habían cambiado, nueve años atrás para asesinar al presidente Canalejas bastó un terrorista que se le acercó en la calle y le pegó un tiro en la nuca, porque Canalejas iba andando del despacho a casa. El presidente Dato en cambio se movía por Madrid en automóvil, y no en uno cualquiera, sino en uno de los mejores productos de la industria norteamericana.

El coche presidencial era un Marmon-34, un modelo de 1916 fabricado por Nordlike & Marmon Co, una compañía pionera que introdujo muchas innovaciones en el mundo del automovilismo, como el espejo retrovisor. Los Marmon tenían vocación de coches rápidos, el modelo 32 había ganado las 500 millas de Indianápolis en 1911, y para hacer más ligero y veloz al modelo 34 habían utilizado el aluminio en motor, chasis y carrocería. España importó los Marmon para el Ejército, de ahí la curiosa matrícula del vehículo de Dato: ARM 121. ARM significaba “Automovilismo Rápido Militar”.

Pedro Mateu, el jefe del comando y cerebro de la operación, vio claro que para realizar con éxito el atentado necesitaban un vehículo que diese la réplica al Marmon, y eligió otro producto emblemático de la industria norteamericana, la motocicleta Indian. Regresó a Barcelona en compañía de Ramón Casanellas, que era motorista, y compraron una Indian con sidecar que costó 5.100 pesetas, una cantidad considerable en la época. Es que la Indian era lo mejor del mercado, la había comenzado a fabricar una empresa de Massachusetts en 1901 y durante la Primera Guerra Mundial el ejército americano se quedó con toda la producción para equipar sus unidades.

El plan de Mateu no contemplaba la autoinmolación del terrorismo anarquista clásico. Estaba concebido con dos propósitos: asegurar el éxito del atentado y poder escapar de la policía. Para ello estudiaron durante días los movimientos del vehículo de Dato y realizaron una serie de ensayos de su propio recorrido. Y además de la motocicleta se equiparon con un arma formidable, la pistola automática Mauser C-96, que tenía una capacidad de penetración superior a la de cualquier arma corta, lo que aseguraba que atravesaría la carrocería del Marmon. Montaron también una infraestructura de apoyo, un local en la apartada Ciudad Lineal para ocultar la moto, donde incluso instalaron una reserva de gasolina.

El atentado contra Eduardo Dato

Por fin, dos meses después de su llegada a Madrid, los terroristas decidieron dar el golpe. Era el 8 de marzo por la tarde, Dato había estado en el Senado, en la zona Oeste de Madrid, y tenía que atravesar el centro para volver a su casa en el Barrio de Salamanca. El Marmon 34 enfiló, como de costumbre, la Calle de Alcalá, eje transversal de la capital. Los terroristas lo esperaban en el mismo centro, la Plaza de Cibeles, y su pusieron detrás del automóvil. Al llegar a la Puerta de Alcalá el coche tenía que disminuir la marcha para bordearla, y en ese momento Casanellas, que conducía la moto, aceleró hasta pegarse al Marmon.

Mateu había diseñado su plan para optimizar la oportunidad. Él iba sentado en el sidecar desde donde podía apuntar eficazmente su arma, porque la Mauser tenía una funda de madera que se convertía en culata, transformándola en una especie de carabina. Nicolau iba en el sillín de atrás de la moto, y dispararía por encima del hombro de Casanellas. Realizaron 20 disparos a corta distancia que acribillaron la trasera del automóvil, alcanzando varias veces a Dato. Luego adelantaron el automóvil y Mateu volvió a disparar dos veces a la ventanilla, hiriendo al ayudante del presidente.

Tres de los impactos de Dato eran mortales, uno le atravesó el cráneo, otro la cara y un tercero le entró por la espalda a la cavidad torácica. Cuando lo llevaron a la Casa de Socorro de Buenavista ingresó cadáver. Era el cuarto jefe de Gobierno español asesinado por terroristas en 50 años, desde la muerte de Prim en 1870. Otro medio siglo después, con el atentado de Carrero Blanco, se completaría la trágica mano de presidentes víctimas del terrorismo.

La huida de los anarquistas

Pese a su sofisticado plan, Mateu sería detenido por la policía. Nicolau y Casanellas lograron huir a Alemania y Rusia, respectivamente. Alemania, entonces bajo la República de Weimar, entregó a Nicolau con la condición de que no se le aplicara la pena de muerte, y eso salvó la vida a Mateu, porque el Gobierno consideró inhumano ejecutar a uno sí y a otro no, y conmutó la pena de muerte por cadena perpetua. En realidad Mateu y Nicolau solo estuvieron diez años en prisión, porque al proclamarse la República en 1931 serían indultados y recibidos como héroes por la izquierda. Casanellas, que en la Unión Soviética se había convertido aparentemente en comunista, también regresó a España en 1931.

En un ajuste de cuentas de la Historia, Casanellas, que había conducido la Indian en el atentado a Dato, murió en un accidente de motocicleta. Nicolau sería fusilado por Franco en 1939, sin que Alemania protestase. Mateu, el jefe, logró escapar y vivir exilado en Francia hasta los 80 años.

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