Por primera vez en la historia de la música –permítanme esta afirmación y siéntase libres de corregirla en caso de ser necesario– un artista presenta el video de un éxito de talla mundial (129 millones de reproducciones, solo en Spotify) intercalándolo con un documental. Y esto es importante remarcarlo por dos razones: porque un clip de tres minutos y medio de duración habría multiplicado las vistas, pero también porque unirlo con un trabajo audiovisual de casi veinte –que si no eres un enfermo del ‘zapping’ o simplemente quieres entenderlo en profundidad verás de corrido–, propulsa dicha investigación periodística a una escala que no alcanzaría por cuenta propia: En las primeras 24 horas tenía más de 3 millones de reproducciones.
El cortometraje Aquí vive gente habla de cómo la Ley 22 (incluida en la Ley 60 y que actualmente que da exenciones tributarias a los norteamericanos que decidan invertir en Puerto Rico) abrió la puerta para que empresarios con grandes capitales compren propiedades desalojando a la gente; tanto porque con esto encarecen los arriendos, como porque cierran accesos a las playas públicas para uso exclusivo de los complejos hoteleros u otras iniciativas que priorizan el beneficio personal. No son pocos los beneficiarios de esta que sacan pecho en redes sociales afirmando que son ellos quienes están salvando la economía del lugar.
Por su parte, “El apagón” es la composición más patriótica del último álbum de Bad Bunny: “Una canción de resistencia, [porque] la frase ‘Puerto Rico está cabrón’ puede ser en el contexto de que está brutal o es lo máximo, pero también puede ser que vivir aquí no está fácil; que las circunstancias que nos pone el mismo gobierno y la calidad de vida están cabronamente difíciles”, me explica Sigfredo Bellaflores, productor ejecutivo del documental. Al escucharlo, no solo estoy de acuerdo, sino que me quedo pensando en cómo el mismo hit de discoteca en el que una multitud canta a coro “me gusta la chocha de Puerto Rico”, puede servir para movilizar una protesta tan digna.
Pero hablar de la problemática energética –que tiene que ver tanto con inoperancia del propio gobierno cuando se trataba de un servicio público, como de la presunta corrupción de la empresa privada que está a cargo desde su privatización en 2021– o sobre cómo personas foráneas están comprando la isla… es solo la punta del iceberg.
¡Allí vive gente!
El problema de fondo es que ‘Aquí vive gente’ (allí, para ser precisos) y que estos ciudadanos ya no aguantan el abuso de las autoridades. “Puerto Rico sigue sufriendo apagones que dejan a decenas de miles sin luz […] uno de los principales hospitales del país estuvo casi 20 horas sin electricidad”, explica la reportera Bianca Graulau en el primer minuto del documental. Esta mala gestión de la empresa texanocanadiense Luma Energy es la que está movilizando manifestaciones que recuerdan la revuelta ciudadana pacífica que en 2019 tumbó al exgobernador Ricardo Roselló. El trabajo audiovisual cita un artículo periodístico donde se refiere que en la empresa hay ejecutivos que llegan a cobrar sueldos anuales que ascenderían incluso hasta el millón de dólares. Los ciudadanos han sufrido siete incrementos consecutivos y solo en lo que va del año un aumento de más del 50% en sus facturas.
Parte de la indignación boricua tiene que ver con los políticos encargados que sucedieron aquel recordado estallido: Wanda Vásquez, recientemente detenida por el FBI acusada de aceptar sobornos, quien para sus detractores habría hecho parte de un entramado de corrupción mucho mayor y el gobernador electo Pedro Pierluisi, a quien no solo le reclaman por los apagones (con sus defensas a Luma incluidas), sino por considerarlo poco competente para el cargo y demasiado blando con los funcionarios que tendría que supervisar. No sobra decir que los cortes de luz son selectivos, que –aunque afectan a toda la población– ocurren con mayor frecuencia en barrios carenciados y en viviendas de clase media.
Hasta el periodista Jay Fonseca, a quien sus críticos le han reclamado por no ser lo suficientemente crítico con la realidad estatal, el pasado mes explotó durante una de sus emisiones advirtiéndole al mandatario que si él no respeta el país será necesario llamar a René Pérez o a Benito Antonio Ocasio para sacarlo del poder, de la misma forma que ocurrió con Roselló: “¡Me importa cuatro pun…! (en referencia al insulto local ‘puñeta’). Semanas atrás, durante su concierto en el mítico Choliseo, Bad Bunny fue mucho más directo calificando a Pierluisi de “mamabicho”.
Uno de los momentos más sublimes del documental es cuando se cita al empresario Federico Stubbe, presidente de la empresa que está construyendo (y bloqueando los accesos a las playas que tendrían que existir de acuerdo con la ley local) en la zona de Dorado, argumentando que eliminar la Ley 22 transformaría Puerto Rico en un enorme gueto. A continuación aparece una tabla que muestra que entre ejecutivos de su empresa han donado más de medio millón de dólares a campañas de políticos de la región.
Minutos antes aparece el presidente de la Cámara de Representantes Rafael ‘Tatito’ Hernández, sugiriendo que las arengas de protesta de los isleños son un ataque “desde el punto de vista racial o de clase” y que este no abona a la estabilidad del país. “No se puede detener el progreso”, remarca. El cortometraje también revela que él, junto al gobernador Pedro Pierluisi y al presidente del Senado José Luis Dalmau, han recibido aportes que en total sumarían casi 250.000 dólares. ¿Adivinen quién recibió la mayor parte?
El 'Conejo Malo' no hizo parte de la producción del documental, incluso pidió no conocerlo hasta que estuviera terminado y, al ver la primera toma, solo se limitó a pedir que se agregaran algunos detalles respecto a la apropiación en las playas. Pero sí dispuso el mejor equipo de trabajo posible para realizarlo con calidad de cine: El director Kacho López Mari (artífice del mítico video de “Gasolina”), el cinematógrafo Robinson Rivera, el editor Carlos Aponte, la previamente referida reportera Bianca Graulau y el productor Sigfredo Bellaflores (quien ya había trabajado con Benito en videos como “Si veo a tu mamá” o “Flor”); son algunos de ellos.
Gentrification for export
Podríamos recordar que la gentrificación también ha afectado al barrio de La Perla, celebre –hace años– por el video de “Despacito” (ciudadanos consultados para esta crónica explican que en realidad este fenómeno se presenta en la isla en general) y –ahora– por la forma tan vulgar en que se ha disparado el costo de las propiedades. El fenómeno no es exclusivamente puertorriqueño, se replica en barrios de clase baja o media en ciudades como Nueva York, Madrid o en Buenos Aires; donde ni siquiera Villa Crespo (el barrio de mi infancia) se salvó de fundirse con el sector más chic de Palermo, a fines de que algunas propiedades puedan feriarse a precios que muchos argentinos consideraríamos poco accesibles.
Así que la investigación de Graulau no es solo sobre la gentrificación en la isla y la apropiación de sus playas, sino que abre las puertas para dar un necesario debate de impacto mundial. El segundo de estos fenómenos también se ha replicado de forma vergonzosa en lugares como la isla de San Andrés (Colombia), donde –en algunas zonas– no solo se ha prohibido el acceso de los locales, sino que la arena fue utilizada en construcciones de particulares. A través de WhatsApp, Ingrid Stingray –habitante– concluye: “Grandes familias políticas, en los años setenta y ochenta literalmente saquearon las playas [...] entonces las extensiones de las que se habla que alguna vez tuvimos, NO son resultado del calentamiento global”. Las mayúsculas las pone ella.
A pocos kilómetros en la ciudad de Cartagena, más precisamente en el sector de La Boquilla, ocurre un fenómeno mucho más brutal. Resulta que en 2012 los habitantes habían recibido una titulación colectiva del expresidente Juan Manuel Santos y –en un acto simbólico– del entonces primer mandatario Barack Obama, quien se había interesado en reconocer a los africanodescendientes que habitaban allí. Esta los reconocía como históricos residentes y, por esta razón, como dueños de la tierra; pero en 2020 un fallo desconoció tanto al nombramiento como las condiciones que lo permitieron. Todo parecería indicar que en este se interpreta que ellos habían llegado a apropiarse de un área urbana, cuando fue precisamente al revés, Cartagena se construyó alrededor del área rural.
En Puerto Rico, un primo del Gobernador –lejano, según él– apareció como propietario de un apartamento de un complejo residencial que estaría incurriendo en apropiación de una playa pública.
¡Qué se vayan ellos!
La llegada de lo que inicialmente sería una pequeña tormenta tropical y la necesidad de presentar el documental antes de que se volviera a ir a la luz en la isla, apuraron el lanzamiento; pero a veces, el destino aporta su granito de arena –o en este caso particular, su intento de diluvio universal–. Fiona llegó convertida en huracán categoría uno y con la fuerza suficiente para dañar gran parte de la isla. El problema fue que aunque haya tenido la escala más baja aplicada para estos fenómenos climáticos, arrojó casi 30 pulgadas de agua en pocas horas (se estimaban entre 8 y 10). Esto ocasionó un apagón total en todo el país (de más de 3 millones de habitantes) y múltiples daños en la infraestructura.
En programas de radio y videos de Youtube puertorriqueños, en los últimos días se ha hablado de falta de planificación (más aun teniendo en cuenta el antecedente con el huracán María de 2017), también de que se habrían otorgado licencias de forma irregular o de la práctica de rellenar terrenos para construir. El problema con esto último es que al hacer dicho procedimiento el agua termina afectando a los terrenos circundantes. Algunos medios de comunicación extranjeros no han sido lo suficientemente rigurosos sobre la totalidad de los daños, pero basta con ver redes sociales para descubrir que zonas aledañas a San Juan –tanto en el sur como en el norte de la isla– están bastante golpeadas. Paradójicamente, hasta se cayó un puente que había sido construido luego de la anterior catástrofe climática.
El cortometraje no se habría hecho con intenciones políticas, pero luego de años de denuncias de corrupción estatal, de la crisis derivada del huracán María, de la clausura de más de 600 escuelas en los últimos diez años y de un montón de problemáticas más es difícil no pensar en donde va a desembocar tanta indignación ciudadana. Para Bellaflores Benito “es [solo] un joven y no creo que en su responsabilidad esté tener que ser el salvador de Puerto Rico”. Este productor ejecutivo que lleva años participando en proyectos de Rimas Entertainment simplemente piensa que el artista “ve estas injusticias y parado dentro de su privilegio, de ser quien es, de las cosas que tiene; yo creo que él quiere utilizar su voz no solamente para perrear y festejar, también la quiere utilizar para denunciar”.
Las marchas se incrementan y no son pocos los indicios para creer que la situación de 2019 podría repetirse. Para mí –como argentino–, resulta imposible no recordar la situación de 2001 en mi país, cuando bajo la consigna “¡Qué se vayan todos!” se tumbaron cinco presidentes en una sola semana. No sería descabellado pensar que de la misma forma que a Roselló lo sacaron cantando canciones de reggaetón y en particular un éxito en el que participaba Bad Bunny (“Te boté”), la historia ahora se repita con la frase que cierra este documental, que aunque nace en “P FKN R” podría movilizar protestas a escala global:
“¡Qué se vayan ellos!”
Pablito Wilson es autor de ‘Reggaetón. Una revolución latina’ (Liburuak, 2022).
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