Cultura

Bad Bunny publica su peor disco

'Nadie sabe lo que va a pasar mañana' es un ejercicio de desahogo por las tensiones de la fama y un ajuste de cuentas con enemigos 

El conejito malo, cuyo nombre real es Benito Antonio Martínez Ocasio, es el protagonista de una de las historias de éxito más brutales del planeta pop. En menos de diez años, pasó de reponedor y cajero de un supermercado en San Juan de Puerto Rico a máxima estrella musical del mundo. Esta hazaña, por sí sola, ya podría volar la cabeza de cualquiera, pero su mérito es mucho mayor, ya que el ascenso lo hizo negándose a usar el idioma dominante de la industria musical (el inglés) para apostar todo por el español. Durante tres años seguidos, fue el artista más escuchado del mundo. A finales de diciembre sabremos si revalida o no el título, pero de momento el álbum que publicó el viernes es el más escuchado en un solo día en la historia de la plataforma. 

Se titula Nadie sabe lo que va a pasar mañana y en las primeras escuchas transmite la impresión de que es el peor que ha grabado en su carrera. Dicho esto, hay que aclarar que también estamos ante un álbum que suena necesario, ya que en sus letras vomita todas las disfunciones, obsesiones y frustraciones de un chaval que lleva un lustro enfrentado al monstruo de la fama global y a sus facturas. El mejor ejemplo, sin duda es la canción "Teléfono nuevo", que comienza con la frase "Me veo feliz pero en solo fotos viejas/ Dios me escucha y dice 'cómo este cabrón se queja'/ tantos logros que a veces ni se festeja/ si fumo, me vuelvo paranoico/ mi mente nunca se despeja", comparte. Estamos ante un joven de menos de treinta años con enormes cargas de trabajo, dificultades para distinguirse de su personaje y pocas posibilidades de desconexión respecto al devastador fenómeno pop en el que se ha convertido. La pieza, por cierto,  se cierra con una frase que deja intuir cómo la fama enrarece la relación con las mujeres: "Mami mueve el culo hasta que yo infarte/ te pago la uni, el láser y los implantes".

Lo peor de la experiencia de escuchar a estas 22 canciones es encontrar a un Bad Bunny ególatra y presumido a ratos, algo que nunca ha sido

Se ha dicho que es un disco trapero y experimental. Ni lo uno ni lo otro. En un verso concreto Bad Bunny dice que el trap se lo deja a su amigo Eladio Carrión. No es experimental porque las bases son simples, previsibles y funcionales. Suenan como meros vehículos para verbalizar con urgencia todas las neuras provocadas por su éxito, que el artista pretende expulsar de su cabeza. También todas las traiciones de alguna persona que pasó por su círculo íntimo. Más que un disco para el público, suena como unos deberes que le hubiera puesto su terapeuta. Por eso a muchos, a mí también, nos sonará como su peor trabajo.

El periodista colombiano Pablito Wilson, especialista en música urbana global, explica que este disco se inspira en el famoso incidente del móvil, ocurrido en los primeros días de 2023. “Una fan, sin pedir permiso ni respetar su espacio personal, le puso un celular en la cara; como si él estuviera obligado a tomarse una foto con ella”. Benito reaccionó lanzando el teléfono al suelo y un aluvión de internautas le criticaron ferozmente, llegando a calificarle como “el peor ser humano del mundo”, recuerda Wilson.

El aquelarre digital afectó profundamente a Bad Bunny. “Había anunciado que se tomaría un año sabático, donde no haría giras, aunque sí iría al estudio a grabar canciones…”. Parece que, de repente, decidió que era mejor para su salud mental volcarlo todo en un álbum que encerrarse en su caparazón. “No sólo apunta contra la petarda del celular, sino que también incluye una canción llamada ‘Gracias por nada’, que podría ser para Carliz, la mujer que el año pasado lo demandó por una alta suma, cuando reutilizó una voz que ella le grabó cuando eran novios”, apunta.

El disco también tiene momentos de buen rollo, desde varios homenajes a Tego Calderón hasta la conexión con su amplio elenco de colaboradores. “Es un disco donde solo participaron sus cantantes amigos: Feid, Eladio Carrión, Arcángel, Ñengo Flow, Young Miko, Yovngchimi, Bryant Myers, De La Ghetto y Mora”, completa Wilson. Y no faltan las rimas lúbricas y juguetonas, que han hecho conectar con jóvenes de todo el planeta. “Tal vez mi música no sea sana/pero yo no me inventé el sexo ni la marijuana”, recita al principio. “La noche se puso kinky/ tres dedos en el toto/ y en el culo, el pinky”, remata.

Lo peor de escuchar estas 22 canciones es encontrar a un Bad Bunny ególatra a ratos, cuando es algo que él nunca ha sido. Ocurre, por ejemplo, en la apertura con "Monaco", donde recita unos versos que parecen del macarra Anuel AA: "Ustedes no saben lo que es estar en alta mar con doscientos cueros/ que la azafata te mame el bicho en el cielo/ lo que es tirar quinientos mil en el putero/ por eso tú opinión me importa cero". Más grimosa todavía es la rima "Si Pablo me viera, diría que soy un berraco", referida seguramente al traficante Pablo Escobar. El vídeo de la canción es una maravilla, con estética Carlito's Way y Al Pacino haciendo un cameo, pero suena totalmente contraria a los valores que han hecho grande a Benito.

Lo más esperanzador llega en "Nadie sabe", que algunas reseñas destacan como la mejor del disco (no lo es ni de lejos). Allí recita una frase clave para tranquilizarnos: "Hace tiempo que no veo a mi terapista/ quizá por eso es porque tengo la mente bizca/ este disco no es para ser tocado/ ni un billón de vistas". Bad Bunny parece ver claro que esto no es material para sus conciertos, sino un requisito para limpiarse por dentro y seguir subiendo escaleras, tan ligero como siempre, de una de las carreras más deslumbrantes que haya tenido una estrella pop que canta en nuestro idioma.

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