Cultura

Morir y sufrir en bucle: los muertos vivientes ya existían incluso antes del Siglo de Oro

Es la segunda edición de este tipo que hace el Museo del Prado, que encarga de nuevo una obra original a dos autores de cómic, Antonio Altarriba y Keko, quienes se atreven con Las Furias de Ribera.

Hace ya cuatro siglos, el pintor tenebrista José de Ribera (Valencia, 1591-Nápoles, 1652) recibió el encargo de pintar los que se consideran los grandes suplicios de la mitología clásica: Las Furias, símbolos por excelencia  del dolor y el sufrimiento, personificaciones de la venganza contra quienes cometieron crímenes y atrocidades. En España se conoció como Furias a cuatro moradores del Hades greco-latino, al que habían sido condenados por haber desafiado a los dioses: Ticio, cuyo hígado devoraba un buitre por intentar violar a una amante de Zeus; Tántalo, castigado a procurarse en vano alimento por servir a su hijo de festín a los dioses; Sísifo, condenado a portar una enorme piedra por haber delatado las infidelidades de Zeus; e Ixión, castigado a dar vueltas sin fin en una rueda por querer seducir a Hera. Suelen conocerse también como los condenados, porque su castigo es eterno... morir en bucle, sufrir en bucle: idea retorcida del muerto viviente que supera con creces al zombie contemporáneo. Ribera, que dominaba como pocos el estilo truculento de los martirologios y castigos ejemplares, asumió el encargo. Hizo los cuatro, aunque en la actualidad sólo permanecen dos: Ticio e Ixión (Sísifo y Tántalo desaparecieron), ambos expuestos en el Museo del Prado. En ocasión de la exposición Ribera. Maestro del dibujo que dedica la pinacoteca al artista, el museo ha solicitado a dos autores de cómic, Antonio Altarriba y Keko, una reinterpretación del clásico pictórico.

La Furia explota la imagen de alguien condenado a morir y sufrir en bucle: idea retorcida del muerto viviente que supera con creces al zombie contemporáneo

La noción de dibujo que explora la muestra del Prado busca subraya el carácter contemporáneo y la vigencia del trazo de El Españoleto como dibujante, una hipótesis que Altarriba y Keko supieron conservar al abordar el encargo. Decidieron trasladar el universo de Ribera al formato cómic, el resultado es el libro El perdón y la furia, editado por el museo. La historia que han desarrollado los dibujantes para  parte  de una anécdota del mundo contemporáneo y con anclaje en la realidad. ¿Dónde están Sísifo y Tántalo, las otras dos Furias de Ribera que ya no se conservan?, esa es la pregunta que se hace Osvaldo, un profesor universitario  empeñado y obsesionado por descubrir el misterio de la desaparición de los dos cuadros que forman con Ticio e Ixión el conjunto original del encargo. La investigación lo llevará por  un viaje violento y cruel por la oscuridad, la redención, el dolor, la penitencia, el perdón y la furia.

Una imagen del lienzo de Ribera en el que retrata a Sísifo y cuya desaparición pone en marcha la trama del cómic.

Otro detalle del cómic elaborado por Keko y Altarriba.

Si Altarriba y Keko lograron el aplauso de crítica y público con su cómic Yo, asesino (Gran Premio de la Crítica 2015 de la Asociación de Críticos y Periodistas de Cómic de Francia), con El perdón y la furia retoman el espíritu de aquella historia en la que dieron vida a un profesor de historia del arte con una extraña afición: el asesinato como forma de arte. "Esta versión podría ser un apéndice, un hermano pequeño donde se reflejan las obsesiones del personaje de Yo, asesino, aunque en este nuevo cómic está más trastornado. La misma obra misma de Ribera es también cruel", aseguran los dibujantes.

Ambos artistas han asegurado que han dibujado buscando ser los más fieles posibles  a su estilo–ciñéndose al acostumbrado blanco, negro y rojo-  pero sin dejar de lado el peso simbólico de Las Furias de Ribera, además de la iconografía, los enfoques, perspectivas y posiciones de las figuras , severamente castigada en sus contorsiones y suplicios, explotados al máximo por José de Ribera, quien –a juzgar por la producción gráfica del artista por el comisario de la muestra, Miguel Falomir– experimentó una rara fascinación por la fealdad y lo grotesco: sus bocetos están llenos de viejas con bocios y bigotes, hombres gordos y ridículos, también los castigos de los criminales en la calle y los interrogatorios públicos de la Inquisición. A ello se suma el repertorio de santos y vírgenes, así como de mártires y demás desgraciados.

Dos viñetas del libro de Keko y Altarriba.

En menos de doce meses, el museo ha editado dos cómics, este de Keko y Altarriba, así como El tríptico de los encantados (una pantomima bosquiana), la obra de Max que publicaron con motivo de la gran exposición de El Bosco. La exposición del V centenario. La elaboración que hacen ambos artistas de la obra del creador del Siglo de Oro conecta con la proposición de  la muestra que el museo del Prado albergará hasta el 19 de febrero: esa idea, cultivada por el propio Ribera, de que la pintura es (formal y narrativamente)  una zona privada y autónoma, concebido no como la etapa preparatoria de la pintura sino como creación en sí mismo.

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