Con apenas 18 años Jaime Bayly (Lima, 1965) papagayeaba ya la sublime doctrina de Milton Friedman en la televisión para miles de peruanos. Varias décadas después, muchos premios literarios y escándalos maritales mediante, Bayly sigue en activo escribiendo excelentes libros un tanto ignorados por las posiciones políticas de este liberal que es más bien libertino. Prosista delicado, hipersensible que esconde con sarcasmo sus emociones, recrea ahora esa edad dorada donde los escritores latinoamericanos fueron dioses. No, no es un panfleto contra los nobeles latinochés y más bien resulta un ajuste de cuentas contra el verdadero villano del boom: el patriarca otoñal Fidel Castro. Con más sonrisa que sátira, Los genios (Galaxia Gutenberg, 2023) es así una de sus obras más ambiciosas y también de las más divertidas.
Pregunta: ¿Podríamos llamar a este libro crónica de una edad de oro? Hay mucha nostalgia y mitología de los 70 como edad áurea donde los escritores latinoamericanos eran dioses…
Respuesta: Sí, es el fresco de una época dorada. Vargas Llosa dijo que García Márquez era Dios. Años después se afiebró de celos y le pegó. Le pegó a Dios. Le dejó el ojo morado a Dios.
P:¿Te ha costado ponerte en la piel de otros personajes? Eres conocido por ser un literato autobiográfico, creando palimpsestos sin final sobre apuntes tuyos.
R: Me ha costado mucho. Es mi primera novela histórica. Yo era un niño cuando ocurrió todo aquello. Es la primera novela que he investigado como un periodista y narrado como un reportero.
P: ¿Cuáles fueron tus fuentes en la recreación de Vargas Llosa y García Márquez en su apogeo? Sospecho Carmen Balcells y Jorge Edwards…
R: Carmen me contó muchas cosas, pero no de la pelea. No quería hablar de la pelea. No quería que yo escribiese esta novela. Pero sí me contó cosas que me permitieron humanizar a los genios. En el bando de García Márquez, mis mejores fuentes fueron Álvaro Mutis, Tomás Eloy Martínez y Plinio Apuleyo Mendoza: los tres vinieron a mi programa de televisión y los entrevisté la hora entera. Pero las cosas más sabrosas que me contaron no las dijeron en público, sino después, en privado, fuera de cámaras. En el campo de los Vargas Llosa, entrevisté a Mario y a Patricia en la televisión separadamente, fui muy amigo de sus tres hijos y hablé mucho con Jorge Edwards tanto en Miami como en Santiago de Chile.
P: ¿Eran tan distintos de personalidad Vargas Llosa y García Márquez? "Soldado" y "bufón" en tus descripciones…
R: Sí, muy distintos. García Márquez era musical: cantaba, bailaba, ponía música todas las tardes, cuando terminaba de escribir. También era humorístico, todo el tiempo se burlaba de sí mismo, no le gustaba explicar racionalmente sus libros, sus personajes, le irritaba que Vargas Llosa le pidiese explicaciones racionales a todo lo que hacía. Era, pues, un genio puro, un genio que nació genio, no un genio que se hizo genio gracias a sus lecturas y su disciplina férrea, que es el caso de Mario. Carmen decía: Mario es el primero de la clase, Gabo es el genio.
P: De hecho, uno tiene la impresión leyendo su obra que consideras a Vargas Llosa el genio por el esfuerzo y a García Márquez genio por la inspiración, es evidente que las simpatías estéticas están con el segundo, aunque no las políticas…
R: De acuerdo. García Márquez administraba más sabiamente su poder. Le gustaba conspirar políticamente, cómo no, pero nunca cayó en la trampa de la vanidad de postularse a la presidencia de Colombia. Era impensable que Gabo se metiese a político profesional, casi tan inimaginable como si Borges se hubiese postulado a la presidencia argentina. García Márquez evadía las entrevistas, a mí nunca quiso darme una, aunque conversamos en privado. También escapaba de los honores, de los lauros, de los galardones solemnes.
A Vargas Llosa todo eso le fascina. Todos los días le dan un premio y, si no se lo dan, se moviliza para que se lo concedan. Todos los días da entrevistas, conferencias, charlas magistrales. Gobierna el mundo. Le encanta ser amigo de reyes, presidentes, alcaldes, jefes de la oposición. Cuando se pasea por América, e incluso por Europa, raramente se reúne con escritores, prefiere hacerlo con jefes de Estado. Los peores errores que ha cometido han sido siempre desprendimientos de su vanidad desmesurada. No le vendría mal permitirse la mirada humilde que tenía Borges. Y es que Borges no hubiese dejado a María Kodama para irse a vivir con Susana Giménez, ¿no es verdad?
Hacer hablar a los genios no fue fácil, hacerlos pensar fue todavía más arduo, y penetrar en su intimidad fue dificilísimo
P: Sus retratos de los dos escritores no tiene ningún pudor en mostrar a los dos como buenos putañeros, cosa muy de esa generación…
R: Según han contado ellos mismos, amaban a las putas desde muy jóvenes, aunque García Márquez se hacía amigo de ellas, conversaba, pero no tenía sexo con ellas. Vargas Llosa, desde su adolescencia, se inauguró sexualmente con las putas de Lima y con las de un prostíbulo al norte del Perú que dio origen a su novela La casa verde.
P: ¿La historia de Vargas Llosa servido por su padre camarero es real? Parece sacada del mejor Balzac, es increíble. Esta figura paterna tiene ecos del tuyo, incluso…
R: Me contaron que eso ocurrió en Los Ángeles, donde su padre era obrero en una fábrica de zapatos y camarero en un hotel de lujo. A Mario su padre le daba palizas. Mi padre también me pegó y me insultó. Yo maté literariamente a mi padre biológico hace treinta años. Ahora he matado a mi padre o padrino literario. Por lo visto, soy un parricida.
P: También, la anécdota del actual Nobel viviendo a cuerpo de rey en República Dominicana a costa de Paramount es divertidísima ¿Llegaron a conocerse él y Bob Evans (el célebre productor de El Padrino de memorias escandalosas)?
R: No lo sé.
P: ¿Sabes que esta primera adaptación de Pantaleón y las visitadoras no se puede ver? ¡Ni siquiera en YouTube!
R: Porque los agentes y comisarios censores de Vargas Llosa la han eliminado. A Mario le avergüenza esa película. Es muy mala.
P: Me encanta tu reconstrucción de García Márquez pícaro y pobre en el París de mediados del siglo XX ¿Fue tan indigente? Su libro crea, en ocasiones, estampas de Charles Dickens.
R: Fue muy pobre. Cantaba en el metro. Lo arrestaban a menudo. Lo confundían con un argelino. Se quedó sin trabajo cuando un dictador colombiano cerró el periódico del que era corresponsal. Pero fue terco y valiente. Se enamoró de una actriz. Perdieron una niña. Gabo conoció la pobreza callejera de un modo que Mario no conoció. Fue más pobre que Mario y más rico que Mario. Al final, decía que era un pobre con plata.
P: ¿No hay un poco de novela de falsos protagonistas en Los genios? Es decir, algunas de las mejores partes son de Patricia Llosa, fantástico personaje literario, y Susana Diez Canseco
R: El gran genio subestimado e incomprendido de la novela es Patricia Llosa.
P: ¿Qué ha sido de Diez Canseco? Parece que se alejó de todo este mundo de manera inteligente…
R: Dicen que vivió muchos años en Europa. Dicen que es la “niña mala”…
P: Vamos con las inevitables preguntas políticas, ¿Cómo pudo un botarate intelectual como Fidel Castro tener tal poder en las conciencias de escritores mucho más cultos que él? Es fascinante en 2023 leer que el régimen cubano decidía prestigios literarios... Castro parece el “Dr. Mabuse habanero” que mueve los hilos…
R: Es que Fidel sabía cómo masajearles el ego. Se aprendía párrafos enteros de los genios y los recitaba como en trance. Salvo Borges y Edwards, todos los grandes escritores latinoamericanos se rindieron a Fidel. Edwards fue muy valiente: decía que Fidel alojaba a sus escritores dóciles en casas de protocolo para mandarles mujeres y grabarlos en circunstancias íntimas.
P: ¿Conoces que Néstor Almendros, el gran director de fotografía hispano cubano y también un excelente escritor, fue ignorado por anticastrista en la Barcelona de los 70? Lo repetía mucho Terenci Moix.
R: Qué tristeza. Fíjate cómo se mató Reynaldo Arenas en Nueva York: le cerraron todas las puertas académicas por estar contra Fidel Castro. No conocí a Néstor Almendros, pero sí vi Conducta Impropia y conocí en Nueva York a Orlando Jiménez Leal, un cineasta extraordinario.
P: Siguiendo con comunistas, me sorprende tu recreación de Neruda como niño grande, tierna y nada cargada por la ideología, ¿Crees que el poeta era un hipersensible que creía más que pensaba?
R: Neruda era un comunista sentimental, como Picasso, pero vivía como un gran burgués. Vivía, comía y amaba como un gran burgués. Fue muy cercano a Gabo. Profetizó el Nobel de Gabo.
P: ¿Cómo trabajas el estilo? Eres un artesano de la aliteración y el monólogo interior; es tu libro más cercano en ese sentido a Vargas Llosa…
R: Es verdad, es mi novela más vargasllosiana. He leído, he investigado, he cotejado versiones, he revisado archivos. Pero hacer hablar a los genios no fue fácil, hacerlos pensar fue todavía más arduo, y penetrar en su intimidad fue dificilísimo.
P: ¿Qué queda de la Barcelona del boom? Boris Izaguirre, que también vivía de ese mito, tuvo que dejar de estar allí porque era más difícil conseguir colaboraciones luego del auge catalanista…
P: Queda la agencia Balcells, sin Carmen y dirigida por su hijo que no está a la altura de Carmen. Es, entonces, una agencia afantasmada.
P: ¿No es este libro un alegato encubierto a Vargas Llosa para recuperar una amistad? Hay mucha ternura en su reconstrucción; recuerda a su melancólico Los amigos que perdí…
R: No tengo ganas de ver a los Vargas Llosa. Entienden la amistad como una sumisión, como una cofradía donde se practica el culto a la personalidad. Son muy envanecidos y, en las cosas menores de la política, muy pesados, muy majaderos, siempre predicando, siempre dueños de la verdad, siempre pasando el sombrero.
P: La inevitable última pregunta, ¿enviarás una copia del libro a Isabel Preysler? ¿La entrevistarías para Hola?
R: Claro que sí. Me encantaría conocerla. La respeto y admiro.
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