Se cumplen 250 años del nacimiento de uno de los músicos fundamentales de la historia: Ludwing Van Beethoven, el hombre que transformó la música de su tiempo y proyectó su influencia en las siguientes generaciones de música. Beethoven no sólo cambió y revolucionó una forma de crear y entender la música, sino también la forma de interpretarla. Así lo explica la profesora y musicóloga Marta Vela en su libro Las nueve sinfonías de Beethoven (Fórcola).
La lectura de estas páginas aporta una perspectiva más amplia del género orquestal a través de la descripción de las nueve sinfonías que compuso. El alcance y ambición estética de cada una de ellas cambió por la música, en buena medida porque a partir de Beethoven, salió de los salones y se convierte en evento público que incorpora la noción de audiencia, además de exigir grandes espacios y mayores formatos orquestales, explica la pianista, escritora y profesora de la Universidad Internacional de la Rioja en las páginas de este ensayo.
Superando la formación clásica heredada del siglo XVIII, cada sinfonía contribuye a una concepción orquestal moderna que permanece hasta nuestros días e introduce el papel del director tal y como se conoce en la actualidad. Beethoven renovó todos los géneros musicales anteriores y lo hizo marcado por un indomable carácter, que se negaba a asumir la condición de compositor-sirviente que utilizaron sus predecesores. Excepto Haydn y Mozart, pocos habían conseguido trabajar de menara independiente. Lo cual demuestra cómo su modernidad se expresa en su obra y su personalidad incluso en sus propias sinfonías, donde plasmó valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad.
Tal y como asegura Blas Matamoro en el prólogo del libro, Vela trabaja desde la perspectiva de la historia de la música, pero va más allá de la disciplina, “porque señala varios temas de índole conceptual y teórica acerca de la sinfonía” y muestra “a Bethoven como un vivaz hombre moderno”. A lo largo de sus sinfonías Beethoven condujo a la concepción de orquesta en la era moderna, y hasta que continuó hasta la irrupción del sistema Böhm, en la década de 1840. Vela se detiene en cada sinfonía y las analiza tanto musical como técnicamente, además de algunos detalles sobre el proceso creativo.
“Observaremos trabajar a Beethoven en su recóndita imaginación sinfónica, absolutamente interior a causa de la sordera, dolencia que abarcó casi todo el ciclo de las nueve sinfonías, a excepción de la Primera y algún fragmento de la Segunda, en los albores del año 1802: las ideas del compositor germinaban en la mente del compositor durante un largo periodo de tiempo –años, décadas- apuntadas con dejadez en libretas de esbozos o cuadernos de conversación hasta que, por fin, se decidía a anotarlas en papel con la instrumentación completa y definitiva”.
Vela despliega un fresco completo en el que ubica, describe y analiza cada una de estas creaciones: "A excepción de la Primera, Beethoven compuso sus sinfonías de dos en dos, bajo una premisa general de contraste, trabajando en un carácter completamente opuesto para cada una -segunda y tercera; cuarta y quinta; quinta y sexta-; o, incluso, de tres en tres, como en el caso de Séptima; octava y novena-, de ahí la originalidad de cada obra, en una evolución musical no siempre lineal, que podría tomar como regresión las sinfonías Cuarta y octava, incluso los fragmentos aislados que conservamos de la Décima, en comparación con la monumental Novena"
Tal y como planteó Wagner en su ensayo sobre el músico (que la editorial Fórcola reedita en ocasión del 250 aniversario), Beethoven emancipó la concepción de música sinfónica, influyó no sólo en su tiempo y en las generaciones más próximas, sino que además creó una música válida para todos los tiempos. Esa valoración de uno de los compositores más importantes del XIX se hace visible en cada página de este ensayo didáctico, y sobre todo ameno, que parte de un planteamiento original y hasta ahora poco abordado.
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