Desde que arrancó su camino en el cine, Belén Rueda se ha convertido casi en musa del género fantástico, el suspense y el terror rodado en España, con una larga lista de títulos entre los que destacan El orfanato (2007), el debut de Juan Antonio Bayona; El cuerpo (2012), de Oriol Paulo; o El silencio de la ciudad blanca (2019), dirigida por Daniel Calparsoro. Ahora, regresa a este terreno con la película La ermita, de Carlota Pereda, un drama con elementos sobrenaturales que llega a los cines este viernes tras su paso por el Festival de Sitges.
Belén Rueda interpreta en esta ocasión a Carol, una médium falsa y muy escéptica a quien recurre una niña pequeña, Emma, para que la ayude a comunicarse con fantasmas y, de esa forma, poder tener contacto con su madre enferma cuando muera. Con un halo de misterio y fantasía, esta película aborda temas tan terrenales como la muerte, el luto y la relación entre madres e hijas.
En esta ocasión, el desafío para la actriz era el de dar vida a una mujer "poco empática, arisca y con un punto de humor importante". "En mi vida me dicen que soy muy divertida y payasa, pero no era el caso de este personaje. Aquí el reto era dejar dentro todo aquello que soy como Belén, tanto lo extrovertida como las experiencias dolorosas, porque este personaje no las muestra", cuenta la actriz a Vozpópuli durante la promoción del filme.
A pesar de haberse convertido en toda una veterana en el cine de género, Belén Rueda afirma que siempre está "nerviosa" cuando empieza un proyecto, algo que no puede "controlar" porque siempre siente "la responsabilidad de estar a la altura de la directora y del guion", algo para lo que cree que "la experiencia no sirve".
"La experiencia de vida son nuestros archivos y la experiencia de otros proyectos también, pero eso no significa que tú quieras copiar algo que has hecho anteriormente, eso es un error absoluto. La experiencia te permite en un momento dado resolver algo debido a un contratiempo o a un cambio climático. Después de tantos años y del tipo de lenguaje en las películas de género, eso sí que lo tengo muy interiorizado. Cuando estoy trabajando con algún director novel, sé cómo se puede resolver pero de una manera más técnica. Quizás la experiencia me sirve para probar cosas nuevas y no tener miedo", señala la actriz.
"Alejandro Amenábar fue el primero que creyó en mí como actriz de cine. Me cogió de la mano y me ayudó a pasar por la puerta de la televisión al cine"Belén Rueda, actriz
La directora de La ermita compara el trabajo de Belén Rueda con "la elegancia de una bailarina" que, en este caso, aborda desde la fantasía dos temas duros como son enfrentarse al fallecimiento de alguien querido y la comunicación entre madres e hijas. Sobre el primer asunto, la actriz teme el "peligro a nivel emocional" de quedarse enredado "en el dolor" pero ve imprescindible "un tiempo en el que hay que permitirse estar triste y enfadado con el mundo", como muestra la película.
En cuanto al segundo de los temas, cree que los actores tienen que "rascar" en sus emociones o bien ser "observadores" de un momento vital en el que uno busca su "personalidad". "En la adolescencia buscas la pelea porque no estás de acuerdo con lo que dicen tus padres, y hay un momento en el que te vuelves a reencontrar con ellos. Cuando tuve una hija sentí muchas cosas de mis padres hacia mí. Hay que permitir decir: te quiero con todo esto, y con todo lo mío me tienes que querer", comenta la actriz.
Después de una trayectoria de varias décadas en el cine y la televisión, donde comenzó, Belén Rueda ha reconocido que le gustaría volver a repetir con alguno de los directores con los que ha trabajado, ya que nunca ha realizado dos proyectos con el mismo cineasta. Aunque guarda "buenos recuerdos de todos", tiene palabras de gratitud para Alejandro Amenábar, con quien dio el salto de la pequeña a la gran pantalla gracias a su papel en Mar adentro (2004). "Fue el primero que creyó en mí como actriz de cine. Me cogió de la mano y me ayudó a pasar por la puerta de la televisión al cine, que siempre está abierta, porque la televisión me encanta", ha destacado la intérprete.
Belén Rueda en el universo fantástico de Carlota Pereda
Carlota Pereda firma su segunda película tras su ópera prima, Cerdita (2021), un "slasher" que tuvo su puesta de largo en Sundance, con el que cosechó grandes críticas, por lo que este estreno llega con muchas expectativas. "Hay gente que espera ver la misma película. Lo bueno es que no lo es y cuando vayan a ver una película mía no van a saber a qué atenerse", ha bromeado la cineasta.
"Es una declaración de amor a las películas que me gustaban de pequeña de género fantástico que trataban de personajes a los que les ocurrían cosas, para recuperar la esencia del relato, y de las historias de fantasmas que se contaban frente al fuego, que era una forma de aprender a vivir y a gestionar las emociones, porque esos son los fantasmas, las mochilas que tenemos todos y que no hemos llegado a soltar", cuenta sobre esta película.
"En muchos festivales, después de encender las luces vi que la gente lloraba. Un señor me dijo que iba a llamar a su madre. El cine te mete en una sala y ahí tienes una conexión con algo tuyo"Carlota Pereda, cineasta
Preguntada acerca de la tendencia actual de evitar enfrentarse a la muerte y al duelo, y acortar todo lo posible las etapas posteriores a los fallecimientos, la directora ha señalado que este proyecto llegó durante la pandemia, momento en el que su hija se enfrentó "por primera vez a la muerte, como muchos niños". "Cuando acabó el confinamiento, todos nos empezamos a comportar como si nada hubiese sucedido. Eso me hizo pensar en qué hacemos con las cosas cuando nos duelen y por qué no afrontamos el dolor", opina la directora.
En cuanto a los aspectos autobiográficos que de manera inevitable pueden estar presentes en una historia que narra en parte una relación maternofilial, Pereda ha señalado que no puede hablar de su madre porque "no está presente" y no tiene su "permiso". Sin embargo, a través de la historia de Emma puede hablar de su madre y de "lo que sucedió". Así, con lo que la directora llama "las palomitas envenenadas" que pueden causar "mala digestión", uno empieza a pensar en lo que ha visto y lo hace suyo. "En muchos festivales, después de encender las luces vi que la gente lloraba. Un señor me dijo que iba a llamar a su madre. El cine te mete en una sala y ahí tienes una conexión con algo tuyo", celebra.
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