Cultura

"Veía un gin-tonic y creía que era un Ipad": las confesiones de Belmonte y Landaluce

En La vida de Brian, durante la escena de las profetas, hay dos oradores que contrastan: el primero, Terry Gilliam, proclama el apocalipsis con la lengua viperina y aspavientos propios

  • Emilia Landaluce y Rosa Belmonte, coautoras de "Sobre nosotras. Sobre nada"

En La vida de Brian, durante la escena de las profetas, hay dos oradores que contrastan: el primero, Terry Gilliam, proclama el apocalipsis con la lengua viperina y aspavientos propios de un cantante de death metal noruego. El segundo, bastante despistado, nos dice que pronto “llegará el mesías” y “podremos encontrar esas pequeñas cosas que ya no encontrábamos en el fondo de un cajón”. Rosa Belmonte y Emilia Landaluce son creyentes indestructibles de este último santón, más agudo de lo que parece, y que podría apellidarse Camba-Cohen en ese Jerusalén de pantomima que recrearon los Monty Python. A este culto de las supercherías, de los detallitos de rebotica proustiana, le dedican esta memoria a dos voces, Sobre nosotras, sobre nada (La Esfera). Vozpópuli las entrevistó juntas y en persona.

Pregunta: ¿No pensáis que este libro podría tener otro título? ¿Qué tal Crónica de dos niñas raras?

Rosa Belmonte: En realidad el título que queríamos desde el principio era No tengas críos, pero la editorial pensó que con ese título iba a parecer un título sobre la maternidad o algo parecido (risas).

Emilia Landaluce: ¿Lo planteamos eh? Queríamos que se llamara No tengas críos, es algo que nos decían la gente que nos critica…

P: Pero ¿te pueden criticar por eso?

RB: Ahora sí. Dices algo como ¡no quiero tener hijos!

Pero es un poco la frase de Sócrates: “te cases o no te cases te vas a arrepentir”

RB: Al final cedimos con el título…

P: ¿De dónde surge la idea de este libro a dos manos? ¿Propuesta editorial, idea vuestra?

RB: Idea nuestra, desde el principio. Incluso, no teníamos editorial mientras lo escribíamos. Lo empezábamos, lo abandonábamos, lo propusimos…

EL: Yo estuve en coma un rato (risas)

RB: … lo llevamos a la editorial, primero era muy corto, luego muy largo. El prólogo es posterior…

P: ¿Quién tuvo la idea de las temáticas? Perros, amores, familia…

EL: Yo en realidad, creo.

RB: Yo algunos. "Perros" es de ella, seguro.

EL: Luego fue uniendo cosas en plan “qué hemos hecho en común”.

RB: El primero fue el de las madres, y luego para contar determinadas cosas las cosas llevan unas a las otras. La educación lleva a la niñez.

P: Los primeros años de Rosa Belmonte están bajo el dominio de las dos m: Murcia y monjas ¿Qué influencia tuvieron en tus primeras obsesiones?

RB: En las obsesiones no, pero en mi infancia absolutamente. No tengo ningún problema en ser de Murcia y reivindicarla. En cuanto a las monjas, cuando estás con ellas es horrible, pero tengo decir que fue una educación que mereció la pena.

P: ¿Había muchos concertados en Murcia?

RB: El colegio era religioso entonces; ahora es concertado.

P: ¿Os hacían rezar?

RB: Muchísimo. Sobre todo misa y rosario por la mañana y la tarde. Se llegaba a rezar cuando yo entré al desayunar, comer y cenar. Luego eso desapareció, pero la misa y el rosario siguieron.

P: Puedes escribir una película al Buñuel con esa formación

RB: Pero cualquiera es refractario al adoctrinamiento si quiere.

EM: Mira todos los que cursaron Formación del Espíritu Nacional

P: ¿En qué momento descubres, Landaluce, que vives en una novela de P.G. Wodehouse? Todas tus piezas están llenas de aristócratas excéntricos a los que es fácil poner la cara de Stephen Fry…

EL: (risas) Pues es que en casa nos hemos reído de todas esas cosas. Desde que nací me ha hecho gracia todo ese mundo, nunca me lo he tomado muy en serio…

P: ¿Es surreal ese mundo por sí mismo? ¿O es tu visión de la realidad?

EL: Es que todos los mundos son surreales. Cualquier persona tiene una novela. También el dinero cambia mucho la perspectiva y no creo que mi familia lo tenga. No es lo mismo que te recoja el Sr. Grey a que te recojan en un dos caballos, te lleven a una nave industrial y te aten. Eso se llama secuestro.

P: La estética condiciona la ética

EL: No, no, no, no, el dinero.

P: Belmonte, ¿cuándo comienza tu contacto con la televisión? Eres de esa generación traumatizada por los payasos de la tele y Dinastía; la generación de Muertos de Risa de Álex de la Iglesia

RB: Traumatizada en absoluto, veía la televisión como respirar. No me traumatizaron los payasos de la tele, que eran mejores al inicio. Yo los recuerdo con Fofó y cuando se murió fue una especie de tragedia.

P: “Fofó ha muerto” sucedió al “Franco ha muerto” en apenas un año. Fue un luto nacional, casi a lo Lady Di.

RB: También cuando murió Félix Rodríguez de la Fuente

P: Se derrumbaban los 70…

RB: Le hicieron monumentos y todo.

EL: Su barómetro es Grace Kelly.

RB: Qué va a ser mi barómetro ¡si se murió a los 52 años! ¡era una señora mayor! (risas) Pienso en Mónica Bellucci, en Brad Pitt. “Ya, pero es que tiene cincuentaytantos años”; “Pero Brad Pitt estaba bueno, tú no”.

En España, en las familias, siempre hay figuras como yo. También es bueno tener un retrasado mental como Carlos III

P: ¿Quiénes eran las grandes divas de la televisión española en los 70?

RB: Bárbara Rey, Ágata Lys

P: ¿Cómo se llamaba la gran diva audiovisual de Francisco Umbral? No recuerdo el nombre ahora…

RB: Isabel Tenaille. Hacía un programa de televisión con Mercedes Milá, en la cual era la modosita.

P: Umbral escribió sobre “el encanto de la fea” respecto a Milá. Este artículo ahora recibiría críticas del sector feminista. Pasando a Landaluce ¿En qué momento te sientes la niña rara del palacio? Todas sus crónicas son el desencanto de ser un personaje de los Monty Python en un entorno aburrido y gris

EL: Yo no creo que haya sido tan aburrido y gris. Tener rarezas en un entorno donde todo parece decidido eso es lo que supongo que pasa. Nunca me he tomado muy en serio nada…

P: No podrías militar en Podemos …

EM: (risas) No puedo militar en nada.

RB: Hombre, en un club de lectura…

EM: Ni en un club de lectura tampoco. El mundo está lleno de excéntricas y no me di cuenta. En España, en las familias, siempre hay figuras como yo. También es bueno tener un retrasado mental como Carlos II (risas).

P: Hombre, los raros pueden ser grandes escritores: Leopoldo María Panero…

RB: Hombre, pero ellos son raros todos. No hay donde elegir…

P: La frase terrorífica de El Desencanto de hecho no es de Leopoldo María, sino la cita de Michi Panero que es totalmente zeitgeist de la España Interior: “Mi hermano pasa a ser raro”

RB: Mi familia, en Murcia, diría “sa chalao” (risas)

EL: Casi todo tiene su gracia.

P: ¿Nunca os planteáis escribir fuera del “yo”? Todas vuestras crónicas empiezan en lo que se llama grado cero de escritura” de Roland Barthes, rompéis las normas de periodismo objetivo…

RB: En mi caso yo empecé siendo columnista y todas las columnas eran en primera persona. Las crónicas podían serlo, así que en mi caso no he salido nunca de ahí. A veces escribo cosas que no tienen que ver conmigo, pero nunca he salido de ahí.

EL: Yo he hecho mucho reportaje en el que no he utilizado la primera persona, o sea que no.

P: Me interesa, Belmonte, tu etapa de abogada en Murcia ¿Tienes alguna anécdota entretenida? ¿Llevaste algún caso del tema del ladrillo?

RB: Del tema del ladrillo no me acuerdo. El más excepcional fue un caso de violación, que además fue por dejadez mía, ya que podría haber renunciado en turno de oficio. En general llevaba cosas normales: divorcios, accidentes de tráfico... Lo más extraordinario fue un desahucio en Cieza donde la tipa que tenía que salir de la casa era satánica, repleta de 666 y cosas del revés.

EL: A lo mejor era amante del obispo de Solsona (risas).

P: ¿Por qué no has hecho una novela sobre el subcontinente murciano en esos días de leguleya? Dado el mundo de Polaris World y demás, habrías superado a Chirbes…

RB: Desde luego que se podría. Una vez había otro personaje para hacer negocio con el ladrillo antes que Polaris, Carmichael, y llegó con una actriz de Los Colby. Era un spin-off de Dinastía y eso era una cosa…

P: El murciano Pedro Vera, creador de Ortega y Pacheco, contaba siempre la historia del concierto del “ídolo teen” Leif Garrett en el Lo Pagan de los 70 como hito pop allí…

RB: (risas). Se llamaba Sable Colby en la serie esta mujer. El tío que venía a invertir venía con Sable Colby a la manga. Se podría hacer esa novela, pero ya la ha hecho Chirbes.

P: Pero Chirbes tiene poco sentido del humor, tú tienes mucho más

RB: Me he leído los diarios de Chirbes y dan muchas ganas de llorar de lo tristes que son.

P: ¿Cómo acabas haciendo periodismo, Landaluce? Es como un proceloso azar, no parece que quisieras en inicio

EL: No, no lo quería. Fue totalmente circunstancial, vaya: hice unas prácticas en verano. Luego fui a un banco y luego volví. Lo describo en el libro, no tenía vocación de nada, pero el periodismo es una profesión muy divertida.

P: ¿Qué estudios tienes? No me queda claro en tus piezas.

EL: Humanidades, ni siquiera historiadora. Lo único que saqué es que gano al Trivial.

P: En una de tus crónicas sobre el periodismo, Landaluce, reivindicas el “enchufe”, lo cual me parece de una rara honestidad. La pregunta es, ¿cómo acaba alguien como tú en un diario económico?

EL: Porque me parecía más fácil escribir de economía que de fútbol, el cual me aburría. Sobre Telva, no tengo ni idea… Economía era más útil, aprendes más, y una de las cosas buenas del periodismo es que tiene a cualquier persona, presidente del gobierno o economista, una hora solo para ti dándote una clase. Aprendemos un montón…

P: El corresponsal Luis Carandell decía que el periodista acaba “conociendo un poco de todo”

EL: Sí, eso es cierto.

RB: Bill Maher, reportero y cómico, decía que el periodismo es un aprendizaje”. Nunca dejas de ir al colegio…

Creo que la mirada tiene que ir dirigida a las pequeñas cosas: están las grandes en ellas

P: Hay un contraste divertido, Landaluce, entre tu crónica despistada del acceso a la profesión -que juzgo creíble- en este libro y el perfil malicioso que hace de ti el ex director de El Mundo David Jiménez en El Director ¿Nunca llegasteis a congeniar?

Landaluce: ¿Ah, pero salgo en ese libro? Yo no lo sé, me dicen que soy La favorita”, pero estoy encantada de que pongan que he subido por mi cuerpo y no por mi inteligencia privilegiada. Siempre me han considerado lista, no buenorra y me honra. Si finalmente hacen la serie…

P: ¿Cómo? ¿Querían hacer una serie de ese libro?

EL: Sí, querían hacerla…

RB: Por lo visto se vendió.

EL: Espero que no me interprete Loles León (risas). David Jiménez, como todos, tiene sus luces y sombras. Por cierto, un gran título para mover un artículo por las redes…

P: ¿No hay gente que son solo sombras y sombras?

EL: No, es que hasta Hitler era bueno con los niños y los perros.

P: El Führer quería mucho a su perrita Blondi

RB: La quería tanto que le dio el veneno antes.

P: En los textos de las dos hay un culto a la frivolidad, ese tono a lo Julio Camba, que puede resultar cargante para el letraherido muy politizado ¿sois conscientes de eso?

RB: Yo no tengo la culpa de que la gente se tome en serio no solo a sí misma, sino también su propia literatura. Yo no soy así.

P: ¿Ha habido una epidemia de intensos en la literatura en los últimos años?

RB: No sé, a mí no me ha llamado Dios por ese camino.

P: ¿Para vosotras toda literatura es un culto a las pequeñas cosas? Siempre iniciáis vuestros textos en un particular que se proyecta en lo general…

Belmonte: Creo que la mirada tiene que ir dirigida a las pequeñas cosas: están las grandes en ellas. Las madres se crean a través de los detalles, su perfil. No me parece nada extraordinario.

P: ¿Tenéis lectores de izquierdas? Es decir, casi todo en esta obra es leve y feliz, hay apenas drama. Los progresistas posteriores al 15-M viven del sufrimiento en la literatura…

RB: Siempre he conocido gente de izquierdas, no sé si me leen o no.

EL: Yo también tengo muchos amigos de izquierdas. Lo que sí es cierto es que el abuso del social comunismo intenso produce el mismo efecto que el facha pesado.

RB: Es lo mismo.

P: Cuando cogéis un libro de un intenso tipo tempestuoso, a lo Anagrama, ¿lo podéis comprender desde vuestra visión cómica del mundo? ¿No estamos demasiado ahogados por letraheridos?

Belmonte: Yo te digo que no pude acabar Ordesa de Manue Vilas. Con eso te digo todo. Es estupenda, pero cuando lees un testimonio de Auschwitz es distinto.

P: Todas esas novelas autobiográficas son un poco dramas “fake” que dirían ahora…

EL: No, desde luego no es leer a Chil Rajchman en Treblinka. Incluso un libro autobiográfico cuyo protagonista es un obeso tarado, La tienda de la felicidad, se cuenta con sentido del humor.

P: Ese es un tipo de libro vitalista

EL: Claro. De la misma manera tiene su tragedia. Mira cómo han titulado la historia de Iñaki y Cristina: “el dramático final”.

RB: ¡Pero eso ha sido Hola! ¡Dramático Casiraghi, que se estrelló en una lancha!

Te levantas con un edema, el cerebro te presiona contra el cráneo, y por eso te abren

P: Quiero pasar al amor y la muerte: me sorprende el cinismo de las dos en el tema de las relaciones amorosas, de las cuales no indicáis género ¿Muchas decepciones? ¿Existe la relación estable en tiempos Tinder?

RB: Yo ya soy muy mayor para Tinder, además de ser ya asocial en general. Nunca me ha interesado, no soy una señorita de Jane Austen

P: ¡Pero consumes esa literatura! ¿Conoces el festival de Jane Austen en Bath?

RB: Sí, sí. No creo en el inicio de Orgullo y prejuicio, eso sólo estaba bien para ese tiempo.

P: El libro acaba con la crónica emocionante, lacrimógena, del coma de Landaluce y la vigilia de Belmonte ¿Sois conscientes que en el libro este capítulo contrasta con el resto? Es tal la oposición al resto de piezas que es difícil no emocionarse…

RB: Está contado con mucho humor, hombre. Es una oportunidad que yo he tenido de contar esa historia. Ella escribe sobre mí una historia y yo le devuelvo el recuerdo de ella en el hospital.

EL: Yo es que no me enteré, fue dramático para mi madre y amigos. Iba a estirar la pata, pero al final no me puedo quejar de nada ya que he salido más o menos igual.

P: ¿Cuánto tiempo estuviste en coma Landaluce?, si es posible comentarlo.

EL: Estuve cinco días…

RB: Pero luego no estuvo bien de la cabeza.

EL: Lo peor fue lo de después. Te levantas con un edema, el cerebro te presiona contra el cráneo, y por eso te abren. Pero con el cerebro hinchado se te descoloca la cabeza. Veía un gin-tonic y pensaba que era un ipad . Las conexiones cerebrales no funcionan.

P: Parecía que, luego de Gistau, todos los columnistas liberales tenían una maldición encima…

Landaluce: No sé…

Belmonte: Coincidieron en el tiempo. Él murió estando ella mal.

EL: Casi mejor que me recuperara, porque ya había teorías de la gente de alguien socialcomunista poniéndome una trampa.

P: Y, la pregunta final, ¿lo vuestro es un amor platónico o físico?

EL: Bueno, es amistad. Más o menos. Nos quejábamos de que esta pregunta no nos la hacían y…

RB: Físico es que me pegaba en el hospital (risas)

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