Los tres grandes museos nacionales de Madrid abren sus puertas este sábado 6 de junio. Lo harán con entrada gratuita, medidas de seguridad y sanitarias específicas y luego de más de ochenta días sin recibir visitantes. Tanto el Prado, el Reina Sofía como el Thyssen ponen en marcha, al fin, sus salas. Sobre este asunto conversa con Vozpopuli, el director del Reina, Manuel Borja Villel.
En el caso específico del museo que dirige Borja Villel, el aforo permitido es del 30%, que equivale a 938 personas. Se abrirá al público la segunda planta, donde se exhibe el Guernica de Picasso, así como las salas reservadas para el cubismo, el surrealismo, Dalí y Miró. A esas se suman la terraza, el jardín de esculturas, la planta baja y el claustro. También reabrirá el Palacio de Velázquez del Retiro.
El Reina Sofía es el noveno museo más visitado de Europa, con 3.898.309 visitantes y el número 17 en el ranking de los veinte más importantes en toda Europa. La Colección del Museo Reina Sofía la conforman más de 23.000 obras distribuidas en el siglo XX, con especial énfasis en las vanguardias europeas.
Después de casi tres meses de confinamiento, ¿qué espera de la reapertura?
Que la gente acuda, porque supone un elemento de normalidad. El aforo está limitado por razones de sanidad. Habrá medidas como mascarillas, hidrogel e itinerarios acotados. Para el museo es fundamental tanto la salud de los visitantes como la de los trabajadores, pero no hay que tener miedo del otro ni de los espacios compartidos. De niños, aprendemos jugando con los demás. Dentro de la experiencia colectiva, el museo es uno de los espacios que más empatía social propicia. Eso es muy importante.
¿Hasta qué punto el Reina Sofía depende del turismo? ¿qué perfil de visitantes espera este fin de semana?
No dependemos exclusivamente del turismo. El Reina Sofía tiene un público muy variado. Nuestra programación es bastante compleja y los visitantes muy diversos. La experiencia va a ser distinta: espacios como la sala del Guernica o las salas de las vanguardias históricas, ofrecerán una experiencia más íntima, con menos ruido.
El museo abrirá sus espacios icónicos, pero no toda la colección. ¿Cuál ha sido el criterio al momento de elegir el recorrido?
Hemos decidido recoger el corazón del museo. El Guernica tenía que estar en ese itinerario. Como en esta fase no podíamos abrir todo el museo, intentamos un recorrido con sentido: la zona Guernica, que abarca la etapa de la República, las vanguardias, el exilio. Es un periodo de crisis y justo ahora vivimos un momento de redefinición del mundo. Esa época nos parecía importante, porque engloba la primera y segunda guerra mundial, que es global, como lo fueron las vanguardias. El virus es global y nos interesaba en sus conceptos básicos. Por otro lado, está surrealismo. La pintura de Dalí engloba elementos extraños, imaginados de otras formas.
El jardín de Esculturas se añade al recorrido, también.
Una semana antes de declararse el estado de alarma, inauguramos un espacio para Cristina Iglesias. Este espacio relacionado con la naturaleza, y que tiene que ver con la comunidad, será muy importantes para la sociedad. Ofrece una oportunidad de reflexión.
¿Qué otras experiencias museísticas europeas han servido de ejemplo? ¿Han consultado a otras instituciones?
Hay un trabajo en distintos noveles, hemos compartido con otros colegas de Alemania, Suiza o Estados Unidos. Miramos qué estaban haciendo y, por supuesto, quisimos ver qué se hacía en España. Eso por u lado. Por otro, hay que decir que e ministerio de Sanidad ha dictado la mayoría de las pautas y el ministerio de cultura, que ha hecho el marco para todos los museos públicos. A partir de todo esto hemos generado un protocolo.
¿Cómo replantea esta situación la concepción de cultura?
Hay voces, entre las que me incluyo, que cuestionamos un cierto tipo de política y de producción cultural muy basada en los eventos, esto no quiere decir que como gestor y director de museos para mí no sea importante que las actividades lleguen a la mayor cantidad de gente posible, pero ahora lo importante es que lleguen. De nada nos vale el ruido.
¿A qué se refiere?
El mundo es una máquina que no para de moverse, cuando está en movimiento, si pones la mano te la corta y no puedes pararlo. Y el mundo se paró. La reflexión del equipo fue cómo a funcionar a partir de aquí. Si el mundo está en ruinas, ¿qué reconstruimos? ¿Lo que no nos gustaba del pasado u otra cosa? Para nosotros, trabajar la colección es importante. Los grandes eventos no son muy ecológicos, pero intentamos ser muy cuidadosos, crear otras dinámicas y trabajar de otro modo. Ahora es la oportunidad. Habrá un año y medio donde todo será más lento, pero lo importante es sobrevivir. Por la precarización que atravesaremos todos, la cultura y el mundo en general.
¿Cómo proyecta la ‘intendencia’ del museo en estas circunstancias?
No sólo es el museo, sino el ecosistema alrededor del museo. Venimos de una crisis muy dura y donde las galerías, productores y las partes de ese engranaje buscan un camino tras la covid-19, cuyas consecuencias serán muy duras. Hace falta un new deal, un repensar entre todos: qué se hace y cómo se hace, para que esta estructura se mantenga. Tenemos que reinventarnos. Una parte de quienes trabajamos en Cultura, nos cuestionábamos ciertos modos de producción cultural, pero para cambiar hay que sobrevivir … ¿Qué prioridades hay? ¿Qué modelo de cultura es sostenible? Eso es parte de un pacto de Estado entre sociedad civil, instituciones, comunidades. El día después de abrir, y lo digo como metáfora: tenemos que ponernos todos a trabajar.
¿Continuará la relación con patronos como la Fundación Cisneros
Hemos recibido mensajes de apoyo e interés, creo que esa línea de trabajo continuará. Mi esperanza y mi intuición es que se va a intensificar bastante porque siempre han sido esenciales.
¿Después de ver IFEMA convertido en un hospital de campaña cree que podemos regresar a ARCO normalmente?
Las cosas no van a ser igual, y depende de nosotros que vaya en una dirección u otra, pero más que ver IFEMA o Arco convertido hospital, pienso que el Reina fue un hospital. Cuando se inauguró, durante los años noventa, el Reina Sofía fue muy criticado. Era el tiempo de los fastos y se dijo que el Reina olía a cloroformo y enfermo. Ahora reivindicamos que sea un hospital. El coronavirus es señal de que algo no funciona bien, paramos y pensamos de otro modo. El hospital es aquello que recibe a la gente.
¿Qué evaluación hace del papel del ministerio de Cultura en esta crisis?
La situación del sector es normal, porque es muy dura. Me consta que se está trabajando por todos los medios, esto es ahora y en cada gobierno. Uno puede hacer medidas, pero Hacienda las tiene que refrendar. Me consta que se están buscando todo tipo de planes y medidas para solucionar a corto plazo porque situación algunos sectores es muy precaria, ya lo era antes.
¿Qué significa el Guernica en la España actual?
El Guernica significa toda la historia de la brutalidad y la barbarie: bombardear una población civil. Representa el grito de un artista. Si algo tiene de importante es que no se recrea en el sufrimiento ni en las víctimas, sino que genera espacio en común, que no es el consenso neoliberal. El espacio común no implica que no hay antagonismo, sino elementos de reconstrucción. Es algo que estaría bien que recuperásemos. Antes de hablar, muchos dirigentes deberían de ver el Guernica.
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