Cultura

Britney somos todas

'La mujer que soy', la biografía de la cantante, debería estudiarse en todas las facultades de Psicología: una vida sin amor con la que podrán identificarse millones de mujeres

1998. Una chica de dieciséis años rompe el mercado discográfico en Estados Unidos con un tema mítico y un vídeo que hace historia. A ojos modernos, en la era del perreo y del reguetón con letras súper explícitas, nos puede parecer ridículo que se  creara semejante escándalo cuando estamos ya acostumbrados a ver vídeos con contenido casi pornográfico. Pero de aquella ver a una  adolescente en uniforme de colegiala, con dos coletitas y el ombligo al aire y diciendo algo así como "pégame otra vez, cielo"... En fin, que se lió la mundial. Si usted se acuerda, malas noticias. Significa que usted tiene mi edad y ya tiene que empezar a cuidarse la dispepsia  y los dolores articulares.

La chica venía de una familia pobre en Kentwood, Louisana. Louisiana ya es de por sí es uno de los estados más pobres de Estados Unidos. Provenía de lo que llamaríamos una familia de basura blanca. Pero de vez en cuando aparecen joyas entre la basura. El padre de la chica es alcohólico, su madre depresiva. Responden al tipo que en psicología se llama "progenitores abandónicos". No cubren las necesidades emocionales de la niña, tampoco a veces las materiales. 

Pero la niña sabe cantar y bailar, de forma que desde pequeña la han llevado a concursos en los que ha ganado un dinerito, que le ha venido muy bien a la familia. La niña incluso ha actuado en el programa El club de Mickey Mouse, que es uno de los más vistos de Estados Unidos. Luego a la niña le han ofrecido un contrato con una discográfica. Su madre no es una madre tipo Doña Ana, la madre de la Pantoja que le acompañaba  a todas partes. La niña, que aprendió a conducir con trece años y perdió la virginidad con catorce, vive en Nueva York con una amiga de la familia a la que han puesto de chaperona, otra chica de su edad que se llama Felicia. Nuestra heroína no recibe mucho apoyo de sus familiares y ninguno por parte de su padre. 

Llega el éxito. El megaéxito, deberíamos decir.  El triunfo a niveles galácticos. Y con él llega del amor. Y el amor también alcanza niveles galácticos. Porque la niña nunca ha conocido el amor. Porque ya he dicho que su padre es alcohólico y su madre es depresiva y que no le han dado el tipo de amor y cuidado incondicional que un niño necesita para crecer mentalmente sano. La niña tiene un vacío afectivo, profundo como un abismo. De forma que cuando se enamora se enamora así, a profundidades abisales. Y mientras a la niña la están vendiendo como la novia de América y la Virgen eterna ella vive en realidad una apasionada historia de amor y sexo con otro cantante superventas. Entra en escena el villano uno:

Justin Timberlake

Cuando Justin se entera de que su novia está embarazada, lo único que se le ocurre es que eso puede perjudicar a su carrera, así que le propone a la novia que aborte. Pero no que aborte de una manera segura yendo a una clínica... no, no,  no. 

Justin le proporciona a su amada unas pastillitas para que se provoque  ella misma un aborto casero. La que suscribe a pasado por varios abortos espontáneos que no le desea su peor enemigo, y por eso entendía la descripción que Britney hace del asunto. Retorcerse de dolor sobre los azulejos del cuarto de baño creyendo que de verdad te vas a morir. Y todo porque si vas a una clínica alguien se puede enterar, y eso puede acabar con sus carreras. Y ahí ya empiezas a darte cuenta que Justin no es trigo limpio.

De paso te van contando que Justin le pone los cuernos a Britney, pero que Britney está tan sumamente enamorada que, aunque lo sabe, se dice a sí misma que ojos que no ven corazón que no siente y que lo deja pasar. Hasta el día que Justin se cansa de su juguetito y la deja. La deja por mensaje de texto. Luego le enviará una carta muy bonita y muy bien escrita. Porque es un villano pero es un villano que sabe escribir.  

Tiene 21 años, y de la misma manera que no recibió ayuda médica para atravesar un aborto tampoco recibe ayuda para atravesar la depresión.

A una  le rompe el corazón leer que Britney se quedó destrozada, pero que se quedó destrozada también porque Justin tenía una familia estable y era la primera vez que Britney había conocido una familia unida y cariñosa, y que Britney creía que esa iba a ser su familia para toda la vida.

Britney entra en lo que solo podemos calificar de depresión clínica. No se quiere levantar de la cama, le cuesta hablar, desea morirse. Tiene 21 años, y de la misma manera que no recibió ayuda médica para atravesar un aborto (algo que podía haberla matado o haberla dejado estéril para siempre, porque no hubo legrado posterior), tampoco recibe ayuda médica para atravesar la depresión. Tiene que acabar la gira y las entrevistas, lo hace como si estuviera zombie, con el corazón destrozado, porque no se ha recuperado ni del aborto traumático ni de la ruptura. 

Para colmo el villano Timberlake publica un  disco en el que más o menos viene a contar que es Britney la que le ha puesto cuernos y que Britney es más mala que la quina. Britney pasa de ser la novia de América a la puta de América. Todo porque algún avispado ejecutivo se le ha ocurrido que esa podía ser una gran campaña para lanzar la carrera de Justin en solitario. 

Britney se encierra durante tres meses en un apartamento. Sus padres y sus hermanos ni están ni se les espera porque Britney no cuenta para nada con su familia. Eso sí, les mantiene a cuerpo de rey. Apúntenlo ustedes: la  familia de Britney no tiene otro lugar ni otra función en su vida que ser los receptores de su dinero. Pero, como le sucede a tantas personas con una fuerte carencia afectiva,  Britney crece pensando que el amor hay que pagarlo, y que ella está obligada a mantener a sus padres y a sus hermanos. 

Cuando empieza a salir del agujero negro en el que estaba inmersa, gracias a la oportuna intervención de Madonna que se convierte en su hada madrina, Britney se va una noche de juerga a las Vegas, y en mitad de la juerga se le ocurre que es muy buena idea casarse con un amigo de la infancia que se ha unido al plan. A la mañana siguiente, recién recuperándose de la resaca, es cuando ¡oh sorpresa! aparecen los padres. Eso es: padres a los que princesa importado cero y menos durante los tres meses que ha pasado sola en Nueva York, encerrada en un apartamento. La familia entera se presenta exigiendo que se divorcie inmediatamente porque tienen pánico a perder dinero. Pero Britney sigue soñando con tener una familia, una familia unida. Entra en escena villano dos:

Kevin Federline

Kevin Federline, mocatriz, modelo cantante y actriz. Un chisgarabís de tres al cuarto que vio en Britney la ocasión para salir de sus problemas económicos. Cuando conoce a Britney él tiene pareja, un hijo con ella y otro que viene en camino. Pero muy oportunamente omite darle esa información a Britney, y al poco tiempo está casado con ella y Britney también está embarazada. Todo lo que quiere Kevin es aprovecharse de la fama de Britney y de su dinero. 

Britney es una madre joven. A los 24 años tiene dos hijos que han nacido uno detrás del otro. No posee grandes habilidades parentales porque las personas que no han recibido amor y cuidados de pequeños tienen difícil poder replicar lo que no han conocido. Pero tiene un amor profundo y una determinación incombustible de cuidar a sus hijos. El papá de los dos niños se pasa el día fuera con sus amigos de correrías. Hay una escena que parte el corazón, en la cual el villano dos ha montado una superfiesta en un hangar y a Britney, su mujer, no le permiten entrar. Ella tiene que conformarse con echar un vistazo desde una grieta en la pared. La metáfora perfecta de una vida en la que todo parece suceder al margen de ella. En la que los demás se lo pasan bien y ella no consigue acceder a la siempre esquiva felicidad.

Para colmo, ella vive asediada y rodeada de paparazzi. Un día que sale a comprar vete tú a saber qué para el bebé, los paparazzi le persiguen y ella, aterrorizada, empieza a conducir con el bebé en el regazo en un intento frustrado de huida. Y esa es la foto que recorre medio mundo para convencer a ese medio mundo de que Britney está loca. Y a esa campaña de que Britney está loca y es mala madre se une Kevin, el villano número dos, que, como ha quedado demostrado con el tiempo, solo quería la custodia de sus hijos para poder ganar dinero a costa de Britney.

Bien, Britney se divorcia, en el 2007 le conceden a Kevin la custodia de sus hijos y Britney entra en una depresión brutal. Britney se rapa el pelo porque está harta de que la miren solo como a una rubita tonta, las fotos de Britney con la cabeza calva vuelven a recorrer el mundo y vuelven a utilizarse como prueba de que Britney está loca (espóiler: no lo está).

Britney inicia una relación con el paparazzi Adnan Ghalib, un señor casado, con pasaporte británico pero nombre árabe. Pero Adnam no es un niño como lo eran Justin o Kevin. Es un hombre con mucha experiencia de vida y bastante cabeza. Y entonces la familia de Britney se aterra pensando de nuevo que van a perder, esta vez definitivamente a la gallina de los huevos de oro. Entra en escena el supervillano.

Jamie Spears

James Spears, padre de Britney, alcohólico, cuyo rol en la vida de Britney se ha limitado más o menos a recibir dinero de ella. Y aquí empieza una oscura historia de corrupción y abuso. En el 2008 un tribunal de California colocó a Britney Spears bajo tutela después de una serie de incidentes entre ellos: afeitarse la cabeza, atacar a los paparazzi con un paraguas y encerrarse en una habitación con uno de sus hijos para evitar entregárselo al padre del niño. 

Vamos a ver. Mi hija se ha afeitado la cabeza y llevó el pelo rapado durante dos años, y en la época muchísimas chicas llevaban el pelo rapado, incluyendo a numerosos modelos y actrices (Kristen Stewart, Adwoa Aboah,  Amber Rose, Amandla Stenberg, Jourdana Phillips , Toni Collette, Jessie J, Lupita Nyong'o ⁸y Cara Delevigne).

Infinidad de celebrities americanas y patrias han agredido alguna vez a un paparazzi, entre otras razones porque los paparazzis utilizan la técnica del 'baiting' para sacar de quicio a las susodichas celebridades, y conseguir así la foto en las que las celebridades pierden el control. Un truco más viejo que el hilo negro. 

Y encerrarse con tus hijos para no querer entregarlos a su padre no muestra ningún desequilibrio mental, sino que parecería más bien un rasgo de desesperación, sobre todo teniendo en cuenta que los niños los había cuidado ella y no él. 

Hubo aquí un enorme sesgo de racismo y de machismo porque no se podía entender que la novia de América estuviera saliendo con un moro, se rapara el pelo y dejara de comportarse como la niñita dulce que los medios habían construido. 

Como bien dice Britney en su libro, existen un montón de cantantes hombres que se han fundido su fortuna en drogas, o se han emborrachado en clubs hasta perder el sentido, o han pegado a su mujer, o han apostado todo su dinero, o eran clientes asiduos y bien conocidos de prostitutas. Y a nadie se les ha ocurrido colocar a ninguno de ellos bajo tutela. 

El caso de Britney puso el foco sobre el sistema de tutela legal en California que es muy diferente, gracias a Dios, al que tenemos en España. Si en España es muy, pero que muy complicado, colocar a alguien bajo tutela, incluso en casos en los que realmente debería contemplarse, en California es aterradoramente fácil. 

No se sabe cuánto pagó el supervillano o a quién sobornó, pero el resultado fue que una mujer perfectamente capaz de hacerse cargo de sí misma y que en todo caso necesitaba atención psicológica y apoyo emocional, pero no tutela, estuvo trece años bajo tutela legal de su padre. En esos trece años hizo giras extenuantes, mantuvo un espectáculo en las Vegas, publicó discos, grabó vídeos y en principio demostró ser una mujer perfectamente sana y capaz de trabajar (y recordemos que la definición de salud mental, según Freud, es la de aquella persona que puede amar y puede trabajar).  

Durante trece años Britney no podía salir de casa sin permiso, no tenía permitido conducir, no podía comer lo que ella quisiera y se le sometía a una dieta draconiana de verduras ensaladas y pollo, si quería salir con alguien ese alguien tenía que ser investigado previamente por la familia, y si iba a una cita con alguien esa cita tenía que ser supervisada por unos guardaespaldas que se sentarían en la mesa de al lado. 

La tutela fue inicialmente temporal, pero luego el tribunal la hizo permanente. Britney no tenía derecho a tomar la decisión final en ningún ámbito de su vida. Cualquier decisión que tomara estaba sujeta al veto de su tutor, su padre, el supervillano, que se gastaba al muchísimo dinero que Britney ganaba en vaya usted a saber qué. 

Según los documentos, presentados por el abogado de Britney Spears, Matthew Rosengart, Jamie Spears, de 69 años, ganó un total de 6.314.307,99 dólares durante la controvertida tutela. Seis y pico millones de dólares. Que se dice pronto.  Entre tanto Britney solo podía disponer de mil dólares al mes para sus gastos.

Los documentos también acusan al padre-patrone de haber utilizado parte de las ganancias para promocionar su propio programa de televisión, que fue un rotundo fracaso, como ustedes ya podrían imaginar.

La parte de la tutela es la más dramática del libro, incluso por encima del episodio del aborto casero que ya es muy crudo, y se hace, de verdad, muy dura de leer. La que suscribe sufrió leyéndola. Britney ni siquiera podía decidir tener hijos, le pusieron un DIU en contra de su voluntad. Tampoco podía casarse si su padre no lo aprobaba. Es lo que se conoce como control coercitivo. 

El control coercitivo se ha considerado ilegal en Inglaterra y Gales desde 2015, y aquí en España entra dentro de lo que se conocería como maltrato psicológico, y también es ilegal. Sin embargo los tribunales de California permitieron que el padre de Britney pudiera ejercer control sobre cada parte de su vida.

¿Qué es el control coercitivo?

Es un patrón de violencia doméstica. El abuso doméstico no siempre es físico. El control coercitivo es un patrón de actos de agresión, amenazas, humillación e intimidación, o cualquier otro tipo de abuso, que se utiliza para dañar, castigar o asustar a su víctima. Este comportamiento controlador está diseñado para hacer a una persona dependiente, aislándola del apoyo exterior, explotándola, privándola de independencia y regulando su comportamiento cotidiano. 

De forma que al final la víctima carece de voluntad propia y se convierte en una especie de esclava de su maltratador, atada no por cadenas físicas sino por cadenas mentales, porque ha llegado a interiorizar que ella no tiene vida propia. 

Realmente creo que toda la parte del libro en la que habla Britney de los trece años de tutela deberían ser de obligada lectura en facultades de psicología. Porque es uno de los testimonios más aterradores y bien explicados que he leído en la vida. Y de su lectura he extraído las siguientes conclusiones.

La primera es que Britney no está loca. Muy al contrario: es una mujer extremadamente resistente y resiliente. ¿Qué es extravagante y su perfil de Instagram no se parece en nada a los cuidados y retocados perfiles del resto de los celebrities? Muy bien, vale, puede ser y a usted le puede parecer ridículo su perfil pero no es el de una persona con un grave desequilibrio mental. Es el perfil de una persona muy sensible que ha sido dañada y explotada tanto emocional como económicamente desde que era una niña.

Creo que muchísimas mujeres se van a identificar con la historia de Britney, como yo me he identificado

La segunda, que la fe mueve montañas. Hay una frase del libro que me impactó: "You can’t fuck with a woman who knows how to pray. Really pray. All I did was pray". (No intentes joder a una mujer que sabe cómo rezar. Todo lo que yo hacía era rezar). Resulta muy inspirador el hecho de que una mujer que no tenía acceso a comunicaciones exteriores consiguiera de alguna manera establecer contacto con una periodista, una periodista que organizó el movimiento Free Britney, un movimiento de fans que la vez consiguió mover abogados. 

La historia de Britney no se queda en una anécdota sobre la dura tragedia de una estrella del pop, sino que se ha convertido en un hito en la historia legal de California porque ha puesto el foco sobre inhumano sistema de tutela que existe en ese estado.

La tutela es un acuerdo legal en el que un tribunal designa a un representante para tomar decisiones en nombre del “tutelado”, una persona considerada con un deterioro cognitivo debido a demencia, discapacidad intelectual o enfermedad mental grave, un deterioro cognitivo tan acusado como para que la persona no pueda tomar decisiones de forma independiente. La tutela implica que el tutelado no puede tomar ninguna decisión sobre su vida, desde el derecho a tomar decisiones médicas y financieras, hasta el control de opciones básicas de vida, como dónde vivir y si tener relaciones sexuales o casarse. 

¿Cómo un sistema así se utilizó sobre una mujer que no padecía ni demencia ni discapacidad intelectual ni tampoco una enfermedad mental tan grave como para convertirla en incapaz de tomar sus decisiones, y a cuántas personas se las ha obligado a vivir bajo el control coercitivo de un tutor en California?

A partir del caso Britney se ha empezado a saber de casos similares, casualmente todos ejercidos sobre personas que disponían de mucho dinero, y que han beneficiado a familiares que querían hacerse con ese dinero.

Mientras tanto, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos estimó que más de 171.500 personas se encontraban sin hogar en California en enero de 2022. Sí, casi 200.000 personas. En un estado en el que viven 38 millones de personas. Y la gran mayoría de esas personas que viven en la calle lo hacen porque padecen demencia discapacidad intelectual o enfermedades mentales graves, tales como el abuso de drogas y sustancias. De forma que el sistema de tutela no ayuda a quienes debería ayudar y sin embargo se ceba sobre gente sana a la que le destroza la vida. Porque el sistema de tutela es un aparato que controla un sistema corrupto, sexista y racista. 

El libro es extremadamente deprimente cuando habla de los oscuros años de la tutela, pero nos aporta un rayo de luz porque Britney finalmente consiguió salir de esa cárcel sin barrotes en la que vivió durante trece años. Y nos hace pensar a todas las mujeres lo fácil que es que nos pongan la etiqueta de loca para estigmatizarnos cuando somos diferentes, lo fácil que es convencer a alguien de que una mujer está loca solo porque es más sensible, o más creativa, o está más dañada. O porque es muy envidiada. O porque no se ajusta a los cánones que la sociedad espera de una mujer. 

A mí nadie me ha puesto en tutela, pero sí me han llamado loca tantas veces que si pudiera haber ganado un euro por cada una de las veces que me lo han dicho en privado en público o en redes ahora mismo sería más millonaria que el padre de Britney. 

Creo que muchísimas mujeres se van a identificar con la historia de Britney, como yo me he identificado, y sé que muchísimas van a llorar leyéndolo. De alguna manera, Britney somos todas.

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