Cultura

Bruce Springsteen, ¿por qué ya no es relevante?

El artista llega al Metropolitano con su prestigio intacto pero sin mucho que decir

Hubo un momento en que se esperaban los álbumes de Bruce Springsteen como nuevas entregas del evangelio rockero. Por ejemplo, hace justo cuarenta años, cuando publicó el arrollador Born in the USA, un disco que unió a rockeros de todo pelaje, electrizados por el talento y la credibilidad de sus retratos de la vida cotidiana en el país. El álbum colocó siete canciones en el top diez de sencillos más vendidos y llegó a despachar 25 millones de copias en todo el planeta. Poca broma.

"El futuro de Estados Unidos reside en mil sueños dentro de sus corazones", dijo Ronald  Reagan durante un discurso de campaña en 1984 en Hammonton. "Se basa en el mensaje de esperanza en las canciones de un hombre que tantos jóvenes estadounidenses admiran: el propio Bruce Springsteen de Nueva Jersey". The Boss se desmarcó, acusando al político de no estar familiarizado con su trabajo, y de malinterpretar el himno "Born In The USA", que en realidad denunciaba la escasa gratitud nacional con los veteranos del Vietnam. A pesar de todo, ser citado por un presidente muestra el nivel de fama que había alcanzado el rockero, punto de referencia del debate público.

Hoy Springsteen es solo otra estrella global en decadencia, que arrastra público sobre todo por sus glorias pasadas y que incluso utiliza las giras para llevarse a sus amigos millonarios  de vacaciones rockeras. Basta ver las fotos de su anterior gira española, que aprovechó para unos días de esparcimiento en los lujos hoteleros y gastronómicos de Barcelona, acompañado por íntimos cono Tom Hanks, Steven Spielberg y el matrimonio Obama. Antes Springsteen hablaba como un obrero estadounidense, aunque nunca hubiera trabajado en una cadena de montaje, pero hoy ni siquiera comprende los motivos del trumpismo.

¿Cuál fue el último álbum relevante de Springsteen? Es bastante razonable pensar que The rising (2002), la musculosa colección de canciones con la que intentó elevar el ánimo de Estados Unidos tras los atentados a las Torres Gemelas. A partir de ahí, todos sus discos ofrecen menos de lo mismo, nostalgia y oficio, alguno incluso resulta incómodo, véase por ejemplo un Working on a dream (2008) mucho más parecido a la publicidad electoral del Partido Demócrata que al rock and roll.

Springsteen, de la fábrica a la mansión

El historiador Bryan Garman hace un análisis interesante sobre la carrera de The Boss: "La aportación de Springsteen a la política consiste en incluir en sus canciones las geografías de clase trabajadora. Me refiero a las minas, las fábricas cerradas, las cadenas de montaje… Canta sobre la ciudad industrial, los rituales de la factoría y la vida de los bares de barrio. Estos lugares habían sido excluidos de la música popular, haciendo más complicada la construcción de una identidad para la clase trabajadora del país”, explicaba hace diez años.

The Rolling Stones, U2, Madonna y tantos no entregan un disco de altura desde hace al menos dos décadas

Cualquier sociólogo que quiera conocer la vida de la gente común en EE.UU en el final del siglo XX hará bien en recurrir a Darkness on The edge of town(1978), The River (1980) y Nebraska (1982). El problema es que El Jefe parece cada vez más alejado del día a día de estas capas sociales. Un ejemplo claro de su desconexión fue el trato con la cadena de supermercados Wal-Mart para distribuir en exclusiva una antología de éxitos en 2009. Las protestas de muchos seguidores y hasta de Human Rights Watch no se hicieron esperar, debido a los bajos sueldos y feroz política antisindical de la empresa. Bruce reconoció después que "había sido un error".

La visión de la clase trabajadora de las letras de The Boss es la típica de un triunfador. "Comprendí a Bruce Springsteen cuando visité Nueva Jersey . Allí solo hay fábricas vomitando humo y mansiones deslumbrantes, por eso sus canciones son relatos épicos que tratan sobre la ambición de moverse lo más rápidamente posible de un lugar hacia el otro”, me explicó en 2010 el músico country-rock Justin Townes Earle, cuando promocionaba su a ratos springsteiniana obra maestra Harlem River Blues.

¿En que año realizó Bruce la última gran gira? Eso ya debe de contarlo cada seguidor, aunque el factor de los fans para salir contentos suele ser la cantidad de clásicos de los años setenta y ochenta que incluya en el repertorio. También hay que decir que un sector significativo dejó de ir a verle tras un flojo concierto en el Bernabéu en 2016, donde la magia no se encontró más que en canciones muy contadas. Hoy Springsteen sigue llenando recintos enormes, con dificultades crecientes, sobre todo en Estados Unidos, y ofrece el mismo menú nostálgico que la mayoría de superventas de estadio. The Rolling Stones, U2, Madonna y tantos no entregan un disco de altura desde hace al menos dos décadas. Pero los viejos himnos siguen facturando millones cada verano.

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