C. Tangana, conocido entre sus amigos como Pucho, ha dejado atrás su nombre artístico y ha elegido el que le pusieron sus padres al nacer, Antón Alvárez, para firmar su debut en el cine, titulado La guitarra flamenca de Yerai Cortés. Este documental compite en la sección New Directors del Festival de San Sebastián, un apartado reservado para primeros o segundos proyectos inéditos de los cineastas. Sin embargo, su llegada al certamen donostiarra ha acaparado focos, miradas y titulares de la prensa como si se tratase de una estrella consagrada del celuloide.
Su presencia en San Sebastián no es una novedad. El pasado año acudió para presentar Esta ambición desmedida, una "tragedia en tres actos" en la que se acompañaba al músico desde la creación de su disco El madrileño hasta su gira Sin cantar ni afinar. En 2022 acudió al Zinemaldia para presentar Un año, una noche, la película con la que Isaki Lacuesta rememoró el atentado de la discoteca Bataclán, en París, y en la que debutó como actor. Sin embargo, quizás su momento más especial tuvo lugar un año antes, cuando Antón Álvarez asistió como público al coloquio que Paolo Sorrentino ofreció antes de la proyección de su película Fue la mano de Dios, donde no pasó del todo desapercibido, incluso a pesar de llevar mascarilla.
"Fue un momento cumbre de mi vida", confiesa a Vozpópuli sonriendo durante una entrevista que tiene lugar en una de las suites del Hotel María Cristina, que durante estos días se convierte en epicentro de las entrevistas que ofrecen las estrellas nacionales e internacionales en el marco del certamen donostiarra. El cineasta italiano al que hace referencia, que precisamente volverá este año para presentar su nuevo trabajo, es, según confiesa, uno de los muchos directores que le inspiran, aunque también señala que su generación cuenta con una "cultura audiovisual" muy rica y de ahí también nace su inspiración.
"Se nota que cuesta mucho hacer películas porque la gente es muy cooperativa, todo el mundo te recibe con los brazos abiertos. En la música no somos así"Antón Álvarez, músico y cineasta
Antón Álvarez cuenta que con apenas siete años quería "ser artista" y que su herramienta siempre ha sido la "intuición", también en el caso del cine. Eso le ha permitido sentirse "liberado" y poder "ir saltando de un sitio a otro". "Ahora mismo con el cine estoy confirmando esa idea que tengo de mi mismo de ser capaz de transitar de un lado a otro. El cine siempre ha sido una pasión. siempre lo he visto desde la parte del entretenimiento, artístico y enriquecedor", cuenta.
Lo que narra en La guitarra flamenca de Yerai Cortés es la intimidad familiar de un artista respetado entre los gitanos y muy querido por los modernos. Esta es, pues, una historia real que reflexiona sobre la identidad, sobre el amor y cómo las heridas familiares pueden calar en lo más profundo de las creaciones artísticas. A partir de una alegoría espacial, Antón Álvarez introduce al espectador en la vida de un artista que busca respuestas y, queriendo o no, se entromete en dos casas: por un lado, la de una familia que rememora un episodio difícil y, por otro, la del cine que, para su sorpresa, le ha abierto las puertas con cariño.
"Son dos las intrusiones: me he metido en una casa a remover sus penas, y también me he metido en otra profesión. He de decir que estoy muy agradecido a los colegas del cine, se nota que cuesta mucho hacer películas porque la gente es muy cooperativa, todo el mundo te recibe con los brazos abiertos. En la música no somos así, somos un poco más juzgones. Hay un ejemplo: cuando un actor saca una canción, todos los que estamos en la música le miramos por encima del hombro, y no he sentido eso con el cine, sino que la gente me acogía, que además tienen razones para pensar qué hace este aquí", cuenta.
Cabe en este documental, también, una tercera incursión: la que realiza en el mundo gitano. Sin embargo, nunca pensé en la diferencia entre el gitano y el payo, sino más bien en la distancia entre la tradición y la modernidad, tal y como lo refleja el propio Yerai. "Es capaz de conquistar con lenguajes distintos a distintos tipos de personas. Hay algo que me gusta más que la diferencia entre lo gitano y yo payo de la película, que es una forma de querer en la que todos nos podemos ver reflejados, toda una generación que estamos cambiando", ha señalado.
C. Tangana: ¿Cine o música?
"Terminar una película es lo más difícil que he hecho en mi vida", confiesa el artista sobre su debut en el largometraje. En este punto, toca la pregunta más difícil de responder y una de las cuestiones que más interesa sobre Pucho. ¿Qué llegará antes, otra película o quizás un disco? "Quiero hacer ficción, quiero aprender a escribir guiones, que es una cosa muy compleja que requiere un proceso muy concreto. Nunca dejaré de hacer música en mi vida, pero no hay un proyecto en mente, no hay un plan y me encanta eso", responde.
"Hay un poco de renuncia, pero me encanta, me siento liberado y tranquilo, me levanto cada día y puedo tomar las decisiones que quiera"Antón Álvarez, artista
Para Antón Álvarez, "es un privilegio gigante poder tener esa libertad", aunque admite que también le ha costado, porque a veces siente que está "renunciando a una oportunidad" y que el tren "no está esperando constantemente". "Incluso emocionalmente, las cosas que me han pasado durante estos cuatro años que llevo sin sacar música, o sin hacerla o sin sentirme que estoy preparando un proyecto, esas cosas no las voy a sentir igual. Hay un poco de renuncia, pero me encanta, me siento liberado y tranquilo, me levanto cada día y puedo tomar las decisiones que quiera", agrega.
La cuestión del nombre, sin embargo, no tiene tanta relevancia porque, según cuenta, elegir pseudónimos es algo que ha hecho desde que tenía 14 años, y "algo habitual" que seguirá haciendo, aunque asegura que se siente "mejor" en la novedad. "Me siento inspirado en ella, también porque me gusta ir borrando el rastro a veces", afirma el artista antes conocido como C. Tangana, a quien no le representa "nada que no sea rabiosamente el momento presente".
"Creo que los artistas somos un poco coquetos en ese sentido, y a veces pongo el ejemplo de los zapatos, porque me gustan mucho: pocas veces te haces unos zapatos a medida que te duren 15 años, tienen que ser unos zapatos muy buenos. Esto me pasa constantemente y no quiere decir que no esté super orgulloso, pero me gusta ser rabiosamente contemporáneo, y esa es una forma de mantenerse original y de que lo que hagas tenga que ser muy auténtico", y reconoce esa idea de ser coherente, y que somos una sola cosa es una idea muy antigua que ya no funciona", concluye.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación