Lo primero que cabe decir sobre El madrileño es que Antón Álvarez Alfaro (Madrid, 1990) ha cumplido las expectativas depositadas en él. Gusten más o menos, sus catorce canciones -una colección coherente, aunque irregular- contienen emociones, matices y paradojas suficientes para animar las conversaciones pop durante lo que queda de año. En estos tiempos de lucha feroz por la atención, es un mérito indiscutible batir el récord de escuchas de un debut español en Spotify, alcanzando los 5,17 millones en 48 horas, por delante de anteriores marcas de superventas de la talla de Rosalía y Aitana, ya comentadas en Vozpópuli.
Primera impresión: estamos ante la estrella española más inteligente desde Alaska. Recuerda a ella en la capacidad para sobreponerse a una voz discreta gracias a su habilidad para descifrar el ‘zeitgeist’ y para hacer ‘zapping’ por distintos estilos, además del olfato para rodearse del equipo preciso de colaboradores. Le unen más cosas cruciales, como poner en un altar a Salvador Dalí y Andy Warhol, triunfadores del mercado pop que consideraban la construcción de sus personaje como algo tan importante como sus obras. Además, para 'Pucho' y Olvido el éxito comercial resulta casi indistinguible del éxito artístico, como decreta el primer mandamiento de la Movida.
Tangana no busca inventar nada, sino expresar sus conflictos a través de las músicas más actuales
Alaska fue la reina del bricolaje 'trendy' desde el punk de Kaka de Luxe hasta los ritmos cluberos de Fangoria, mutando de piel cada temporada, como los diseñadores cambian de estilismos. En cuatro décadas de trayectoria, no inventó nunca nada, pero brilló tomando el pulso a las tendencias y descifrándolas para el público general. Hoy Tangana parece haber tomado el relevo donde ella ya no puede, desde la eclosión del trap hasta la explosión de la música popular latina que empezó con el reguetón (género que supuso la ruptura de los jóvenes españoles con la modorra y mediocridad del pop hípster anglosajón, empantanado en continuos reciclajes de su pasado).
Apoteosis latina
Aquí 'Pucho' apuesta más fuerte por lo hispano que Rosalía, perdida últimamente en colaboraciones inanes con artistas 'anglos' como Billie Eilish y The Weeknd. Hoy parece más probable conquistar el mercado de Estados Unidos usando el castellano (como hicieron Luis Miguel, Marc Anthony y Bad Bunny) que cantando en inglés (el viejo camino de Shakira y Jennifer López). En este disco, Tangana consigue recubrir de ‘cool’ a José Feliciano, La Húngara y Gipsy Kings, demostrando criterio pop y valentía para defenderlo, como cuando Fangoria versionaron en 2018 “Dame tu cariño” (Camela), confirmando que el pop festivo 'fashion' no es tan distinto del considerado 'choni'. No todos tienen ese olfato.
El madrileño, como hemos dicho al principio, es una colección coherente e irregular. La mejor pieza es “Tú me dejaste de querer”, que funde con elegancia rumba y bachata, poniendo ambos estilos al servicio de una historia ardiente de decepción amorosa. Ya podemos decir que es un clásico del pop -rock en español. La más floja, tampoco tengo muchas dudas, es “Comerte entera”, confesión lujuriosa sobre una base del brasileño Toquinho, que en realidad parece un remix ‘chill out’ del clásico “How insensitive” de Antonio Carlos Jobim (en un registro susurrado similar, funciona mucho mejor la destemplada “Te olvidaste”, con Omar Apollo, una balada de bajón con cocaína).
Destacan "Imgobernable" y "Cambia!", que incluso se sobreponen a la necesidad de una voz más rotunda
El nivel medio del resto es disfrutable, aunque muchas veces suene a ejercicio de estilo. Las colaboraciones estelares con Kiko Veneno, Calamaro y Elíades Ochoa desfilan sólidas y chispeantes, pero también recuerdan demasiado a otras canciones que estos artistas hicieron antes y mejor. La sorpresa llega con “Cambia!”, con Carin León y Adriel Favela, ya que no es fácil sonar tan natural nada más aterrizar en la música mexicana. También hay que destacar “Ingobernable” con Gipsy Kings, a pesar de que la pieza pide un voz más rotunda. El resto del disco no desmerece, ni siquiera cuando algún corte recuerda a compositores menores como Jarabe de Palo ("Nominao") o al enfoque 'retrokitsch' de El Chaval de la Peca ("Un veneno"), superventas más eficaces que memorables.
Seducción total: de siete a setenta años
Tangana triunfa rodeado de un elenco envidiable de estrellas, a quienes se adapta más que viceversa. A ratos, más que un disco, parece una fiesta de disfraces, pero esto no es un mérito ni un demérito, sino una decisión del artista que siempre ha sido sincero sobre la importancia en su propuesta de la moda, la mercadotecnia y la teatralidad. Tangana aspira en este disco a manejar la alquimia del ‘crossover’, seduciendo al público de siete a setenta años, y diría que sale triunfante gracias a una mezcla de olfato, biblioteca pop y mucha intuición para los ‘featurings'.
'El madrileño' convence aunque conozcas todas los trucos, trampas y trampantojos que despliega delante de tus narices
El elemento madrileño, en mi opinión, es el desparpajo de 'Pucho', que le conecta con los grandes nombres del pop de la capital, desde David Summers (Hombres G) hasta Jaime Urrutia pasando por el propio Joaquín Sabina. Todos comparten el punto caradura, la voz engolada y la capacidad de convertir en marca personal sus voces del montón, un órdago típico de los cantantes pop-rock de la capital. Todos consiguieron transformar sus limitaciones en calidez y complicidad con el oyente.
Incluso los escépticos, quienes nunca nos hemos sentido realmente seducidos por la propuesta de Tangana, tenemos que reconocer que se ha ganado el sitio que ostenta como referente del pop nacional en 2021 (aunque algunos prefiramos a artistas tipo Omar Montes, El Jincho y Canelita, que le superan en voltaje callejero). El madrileño convence aunque conozcas de memoria todas los trucos, trampas y trampantojos que despliega delante de tus narices. Se puede decir que estamos ante un triunfo, un trabajo logrado y un paso adelante. Como en el caso de Alaska, da la impresión de que Pucho puede seguir en esto hasta el día que él decida.
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