El último gran éxito del grupo se titula “Su locura, mi placer”. Está compuesta, como tantas otras, por Rubén Martín, el hijo de Dioni. Suena tan inmediata y contagiosa como las mejores de Camela. También destaca su videoclip, marca de la casa, salpicado de guiños a la cultura popular, desde Los Simpson a Casablanca, pasando por los programas de aeróbic que popularizó Eva Nasarre en los años ochenta. “Cuenta la historia de un hombre mayor que se enamora de una chiquilla y se pone el mundo por montera”, explica Dioni, que suele llevar el peso en las entrevistas (Ángeles cuela reflexiones cuando encuentra un hueco). ¿Cual es el objetivo de la canción? “Hacemos lo de siempre: transmitir alegría. Es muy necesario en los momentos complicados que estamos viviendo”, añade en la charla con Vozpópuli. El jueves diez de marzo actúan en el Palacio de los Deportes, dentro del ciclo Madriz Summer Fest.
Camela no son un grupo con discurso elaborado, su manera de funcionar tiene más que ver con el corazón que con la teoría. A mitad de la charla, me informan de que acaba de publicarse un libro autobiográfico titulado Camela por camela, la banda sonora de nuestras vidas (La esfera de los libros). Se trata de un texto muy recomendable para fans, pero también para jóvenes músicos, ya que se explica con detalle los engaños que sufrieron por parte de su primera discográfica, así como los conflictos y malentendidos que llevaron a salida de Miguel Ángel Cabrera. Leyendo esos capítulos te haces una idea del milagro que supone la supervivencia el grupo.
"Mi madre vino al mundo debajo de una encina, a mi tío Antonio le tocó nacer junto a un olivo", confiesa Dioni
Que Camela no lo han tenido fácil queda claro muy pronto. “Mi abuela materna era gitana y mi abuelo, solo a medias. Eran errantes, iban con los carros y con los mulos de un sitio para otro. Mi abuela se puso de parto en uno de esos viajes, en mitad del camino, así que mi madre vino al mundo debajo de una encina. No sabe la localización exacta, pero sí que era en la provincia de Badajoz. A su hermano, mi tío Antonio, le tocó nacer debajo de un olivo. La familia buscó un porvenir en la capital y se instalaron donde pudieron. Es lo que había”, recuerda Dioni. Le tocó crecer entre chabolas y mercadillos; también correr delante de los agentes cargando con la mercancía.
Racismo pop
En el libro reconocen errores: Dioni recuerda que se resistió ferozmente a que sus canciones llevasen teclados. Esa aportación fue mérito de Daniel Munueta, productor recomendado por su primera discográfica, la del contrato abusivo. Esto respondió el cantante cuando les calzaron la primera base tecno-rumbera: “Yo ahí no canto. Eso parece bakalao. Me suena a música electrónica de los OBK o los Viceversa esos que tanto suenan. Qué será muy bonita y tó lo que tú quieras, pero no es lo nuestro”, alegaba. “No seáis tontos, dadle una oportunidad. Igual que Las Grecas o Los Chichos metiendo instrumentos de rock, vosotros con esto podéis cambiarlo todo y vender mucho más”, respondió Munueta. El resultado fue el tsunami comercial que ha llegado hasta nuestros días.
Los propietarios del Parque de Atracciones se negaban a que Camela actuase allí temiendo que atrajeran a un público poco aconsejable
Por supuesto, sufrieron numerosas discriminaciones laborales. “En aquellos años, el auditorio del Parque de Atracciones de Madrid figuraba entre los escenarios más apreciados por los artistas españoles. Los propietarios se habían negado a que Camela actuara allí pensando que atraerían a un público poco aconsejable. Los viejos prejuicios condicionaban la percepción de un grupo que ya era de todos. Sin embargo, su popularidad era tan arrolladora la promesa de negocio tan lucrativa que que finalmente decidieron contratarles. Ocurrió lo esperado: el auditorio se colapsó”, recuerdan. ¿Cómo se superaron estas barreras racistas? Cuando el clamor popular era demasiado grande para ignorarlo. “En agosto del 97 hicieron 15.000 kilómetros y 28 actuaciones, casi una por día. No tenía tiempo ni para pensar”, evoca el libro.
Precios populares
A Camela no les gusta hablar sobre política, pero el libro muestra actitudes más combativas que las de muchos artistas que agitan banderas rojas con la hoz y el martillo: “Yo sufro cuando pienso que hay seguidores que no pueden venir a alguno de nuestros conciertos porque no tienen dinero para la entrada”, confiesa Dioni. “Más bajo no podemos poner nuestro caché. En todo caso, la gente que viene a vernos se podría gastar ese dinero en una chaqueta o en un disco, así que hay que darles lo mejor de Camela, que son nuestras historias cantadas, más que una gran puesta en escena”, añade Ángeles. Ahorran en atrezzo para que no se disparen los gastos y mantenerse asequibles para su público.
Volviendo a la actualidad, sus millones de fans en España nos alegramos de saber que Camela tienen planes concretos para grabar nuevo disco este mismo año, que esperan publicar en 2021. Ya tiene fechas para volver a repartir felicidad sobre los escenarios, más allá del recital del Wizink de Madrid este jueves. “La gira más continuada se retoma el año que viene: el 3 de julio en Valencia, el 11 en el Puerto de Santa María (Cadiz) y el 27 en Alicante. Con aforo reducido o completo, allí estaremos”, promete Dioni.
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