Cultura

El camino español, la ‘autopista' de los Tercios de Italia a Bélgica en época de Felipe II

El Camino Español fue diseñado para llevar tropas de la Monarquía Hispánica a la guerra de Flandes

El Camino de Santiago es un símbolo distintivo de Europa. Trasciende a las naciones, a la religión y es parte de nuestra cultura. Es una ruta recorrida por todo tipo de personas, unos por devoción, como peregrinación para ver al santo. Otras lo hacen como un encuentro con uno mismo, como un reto personal o por el motivo que se antoje. El caso es que es algo distintivo de nuestra idiosincrasia y  disfrutado por muchos. Lo que no es tan conocido, pero es digno de ser apreciado porque tiene cierta similitud con el Camino de Santiago (sin ser lo mismo), por la distancia, el sistema de etapas, porque sigue activo y por su importancia en la historia de nuestro país, es el Camino Español. 

Difiere en que no solo se centra en la religión, ya que en su origen también influyeron factores militares, políticos y logísticos. Este recorrido es transitado por muchos mochileros hoy en día. También es conocido como el Camino de los Tercios o el corredor Sardo. El origen está en los Tercios españoles. Estos protegían puntos de los más dispares del Imperio español. Lo cuál suponía un desarrollo logístico muy avanzado para la época, ya que había que desplazar a las tropas de un lugar a otro. 

El Camino Español fue construido para llevar las tropas a la guerra de Flandes. Se comenzó a construir cuando reinaba Felipe II, que eligió para dirigir tal magna proeza al duque de Alba, don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, temido por sus enemigos y admirado por sus tropas y amigos. 

Lo más lógico para ir a Flandes hubiera sido ir por el Canal de la Mancha, pero el frecuente mal tiempo y la enemistad con Inglaterra, impedían el uso de esta ruta más rápida. Por lo que buscando otras rutas, decidieron que la mejor opción era viajar en barco desde la península ibérica hasta la itálica.

Cuenta Hugo Huidobro, profesor doctor de Historia Moderna, en una conferencia sobre el Camino Español, que salían de Cartagena, Valencia o Barcelona y navegaban hasta la península Itálica. Allí, al atracar, se reagrupaban en Nápoles en los primeros cuarteles que existieron dentro del mundo militar, en lo que hoy se conoce como el Barrio Español. Una vez recibida la instrucción se dirigían a Milán, para luego comenzar la marcha hasta lo que llamamos Países Bajos, y en aquel momento Flandes. Esta opción suponía un camino muy largo, de varias etapas, con avituallamiento. Pero fue la solución logística que mejor resultó.

¿Cuál fue el trazado original?

La Asociación Amigos del Camino Español ha identificado seis rutas, por ahora. La primera ruta fue la que trazó en 1567, como hemos dicho, el Duque de Alba. Otra que tiene su origen 1595 en el Archiduque Alberto. De 1601 identifican la llamada del Puente de Gressin, en 1604 la conocida como de Virués, en 1620 la de Colmar y la última que se trazó en 1634 fue la de Nordlingen. 

El camino original iba cruzando los Alpes por Saboya. Continuaba por el Franco Condado (Francia), llegando a Lorena, para seguir hasta Luxemburgo, para luego llegar al obispado de Lieja (donde fue el milagro de santa Juliana, en el monte Cornillón), hasta acabar en Flandes. 

En el libro de los “Tercios" de Jose Javier Esparza  nos cuenta que el éxito del camino se debe a dos factores, a la logística y a la diplomacia. Sobre la logística se narran hazañas como la de 300 zapadores, que limpiaron los 1000 km de ruta, para que pudieran pasar los soldados, los carros y cañones. A la vez que llevaban dibujantes que elaboraron mapas del camino. 

En unos 50 días recorrían toda la ruta. Establecieron un sistema de etapas marcado por los kilómetros recorridos a diario, una media de 23 km. De tal manera que al final de la jornada había un lugar para descansar y comer. Este lugar era mantenido mediante acuerdos establecidos con personas de la zona, que se encargaban del alojamiento y las vituallas de los soldados. Eran financiados por el Tercio, que a su vez éste se lo descontaba de su sueldo.

El factor diplomático fue solventado en un comienzo por su majestad española, que tenía a favor a los franceses, que también eran católicos. Por este motivo permitieron el paso a los Tercios. Pero el camino, como ya hemos dicho, fue cambiando de trazado. A veces por motivos diplomáticos, logísticos... o por la conjunción de varios. Ya que, por ejemplo, se hacía pasar la ruta por poblaciones que pudieran asegurar la alimentación de las tropas.

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'Rocroi, el último tercio', de Augusto Ferrer-Dalmau.

Poner una pica en Flandes

La conocida frase, usada hoy en día, “poner una pica en Flandes”, que utilizamos cuando alcanzamos una ardua tarea, tiene su origen en estos episodios de la historia, por el esfuerzo económico de la Corona y el logístico militar, de llevar a un tercio con su pica (piquero), a Flandes. Este culminaba en ocasiones con algún soldado enfermo o lesionado. Como nos cuenta el historiador Hugo Huidobro, esto llevó a construir al final del ruta los primeros hospitales militares. Hubo hasta cuatro.

El protestantismo comenzaba a florecer en toda Europa, justo en ese momento. En Alemania, el luteranismo. En Inglaterra, el anglicanismo, y en Francia y Flandes (Países Bajos) el calvinismo. Todo son derivaciones del Catolicismo, fruto de querer reformar desviaciones o pecados de algunas personas en la Iglesia Católica. En contraposición también hubo un florecimiento en santidad de algunos cristianos, que se dieron cuenta de que tenían que responder con una mayor entrega, como por ejemplo Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe Neri.

El Camino se comenzó, como ya hemos comentado en 1567, no solo para luchar contra el hereje no católico, sino también para serenar los intentos constantes de separatismo en Flandes. Bajo una guerra de religión se escondía otra por la independencia, unidas en un único conflicto. Es conocida como la guerra de los Ochenta Años en España y como guerra de independencia de los Países Bajos, allí.

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'Don Quijote en la playa de Barcino', de Augusto Ferrer-Dalmau.

El Camino en el Quijote

El periodista César Cervera nos recuerda que el famoso Miguel de Cervantes, que fue Tercio antes que escritor, narra en el “Quijote”, su propia experiencia en el Camino Español, cuando escribe: «Viajé a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado, de donde quise ir a asentar mi plaza al Piamonte; y estando ya de camino para Alejandría de la Palla, tuve nuevas que el Gran Duque de Alba pasaba a Flandes…».

Este camino, actualmente, sigue en activo. Prueba de ello son los múltiples mochileros que, cada año, lo recorren en Centroeuropa. La Asociación Amigos del Camino Español, tiene como intención conservar y promover este camino. Conocido en Europa «le Chemin des Espagnols». En su web se explica su historia, diferentes maneras de recorrerlo: en coche, bici, andando, moto... Y organiza cada verano una salida grupal. 

Podemos decir que recorrer hoy el Camino Español es más que una oferta turística, es una “peregrinación” por la historia de España, una oportunidad de conocer mejor nuestros orígenes.

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