La situación de alegalidad de la Cañada Real y la falta de suministro eléctrico copan los titulares de las noticias sobre este vecindario situado a las afueras de Madrid, el mayor asentamiento irregular de Europa donde los aperos de labranza que se levantaron en los años 60 se convirtieron años después en barriadas de familias sin recursos. En este escenario de pobreza y exclusión social se ambienta el cortometraje Aunque es de noche, uno de los favoritos de la próxima edición de los premios Goya.
Su director, Guillermo García López, viajó al Festival de Cannes con esta película, una historia de amistad en el despertar de la adolescencia que tuvo su presentación oficial en el certamen francés y que más tarde participó en el Festival de San Sebastián. Recientemente, ha sido galardonada con en los premios Forqué que entregan los productores españoles y aspira al Goya al mejor cortometraje de ficción.
En Aunque es de noche, Toni, un niño de 13 años, se entera de que uno de sus mejores amigos, Nasser, se marcha de la Cañada para siempre. Las preguntas sobre el futuro y las ganas por capturar recuerdos para no olvidar a su amigo vertebran una historia que habla de la incertidumbre y la amistad en uno de los contextos sociales más duros de España en el que, a pesar de todo, también hay alegría.
"Es una historia de ficción muy vinculada a un universo con nombres y apellidos, que era el reto a nivel artístico: sin hacerlo de una forma documental podía hablar de este espacio, pero a la vez permitir que una película que todavía está atravesada por la capacidad de maravillar -lo que tiene la mirada de los niños y el cine- también podía construir unas imágenes a las que nos acostumbramos a ver", cuenta el director en una entrevista concedida a Vozpópuli acerca de los errores de estigmatizar un lugar en el que viven personas que "intentan salir adelante con lo que tienen".
García López, director también del documental Frágil equilibrio (2016), le interesaba captar "la poesía que hay en las rendijas de la vida, de lo real" y por eso eligió "el paso de la infancia a la edad adulta", donde existe "una fragilidad y un dolor" del que le interesaba hablar. Del mismo modo, cree que "la mirada de los niños" podía ser "la más limpia para poder retratar este lugar, que siempre se mira a través de los prejuicios de los adultos".
Esta historia ambientada en la Cañada Real parte de una imagen, la de un niño que reclama su infancia cuando esta se escapa volando en la noche, y el primer proceso parte de unos talleres que tuvieron lugar en este poblado, en los que García López realizaba películas con los móviles con varios chicos, aunque matiza que quienes aparecen en este corto no formaron parte de estos cursos, y que el resultado forma parte de un proyecto mayor en el que trata de "establecer una relación entre el cine y una comunidad que está en los márgenes".
"Un cine que esté todo el rato preocupado del mensaje es un cine que se aleja del arte"Guillermo García López, director de cine
A diferencia de otras propuestas, en las que prima ante todo el mensaje, en este caso destacan las personas y los sentimientos. "Creo que un cine que esté todo el rato preocupado del mensaje es un cine que se aleja del arte. Realmente, muchas veces el mensaje está en cómo haces las cosas, que es un trabajo importante, cómo te comes la cabeza para inventarte uno nuevo porque los modelos lógicos de producción no funcionan. Los espectadores son los suficientemente inteligentes como para que ellos mismos puedan extraer sus propias ideas a partir de las imágenes o de una obra de arte", apunta el director, convencido de que la película puede llegar "más lejos" si no se centra en un mensaje de denuncia.
La tentación de la mirada fascinada
Preguntado acerca de la tentación de caer en la mirada fascinada que en ocasiones ofrece cierto tipo de cine social, como han criticado algunos realizadores, Guillermo García López señala que es importante que los cineastas sean "conscientes" de varias cosas. "Tenemos que ser conscientes de dónde venimos y dónde estamos filmando. Entender que en cualquier situación que uno filma se establece una relación de poder clara entre el que filma y la realidad filmada. Eso sucede de forma natural, tenemos que crear, no podemos ser todo el rato ser prisioneros de elementos de la corrección política. Es un arma de doble filo porque el arte tiene que ser libre", defiende.
En este sentido, señala que "el cineasta tiene que ser consciente de cuál es su posición en todo esto" y que si se establecen relaciones de poder, hay que "reducirlas al máximo para que en el hecho artístico la relación sea sana, porque si no, aunque la obra sea magnífica, acabamos siendo dictadores que arrasan". En cualquier caso, matiza que habitualmente siempre hay una situación de "privilegio". "Venimos con unos constructos siempre de manera natural", añade.
"Es frustrante la situación de fracaso que sobrevuela todo trabajo de este tipo. Es frustrante ver que por mucho que hagamos cosas no vuelve la luz. Esa gestión del dolor es importante, no puedes llegar con esa culpabilidad y con esa sensación de frustración, porque allí lo que quieren es energía, vitalidad, fuerza y amor. Hay que dejar un poco de lado nuestro ego", agrega sobre este asunto.
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