Las páginas de este libro dan vértigo, justamente por el abismo que supone todo aquello de cuanto advierten. Se trata del libro Contra el odio (Taurus), de la periodista y ensayista alemana Carolin Emcke. Un alegato contra discurso del odio que se cuece en un espacio público cada vez más polarizado y que criminaliza y acribilla las ideas ajenas pero jamás pone en duda las propias. Una forma de dogmatismo al que, insiste Emcke, hay plantar cara y no sólo desde el espacio institucional de la política sino desde la práctica ciudadana. No basta con condenarlo, insiste la Emcke. Es necesario examinar el odio, acercarse a él, estudiarlo y entenderlo para poder neutralizarlo. "No quiero que el nuevo placer de odiar se normalice", dice la autora.
Es necesario examinar el odio, acercarse a él, estudiarlo y entenderlo para poder neutralizarlo
En ocasiones ambiguo, acaso por la materia inflamable que manipula –la idea de libertad y respeto-, Contra el odio Emcke elabora reflexiones como las que forman parte del capítulo Elogio de lo impuro y en el que asegura que todo aquel que desee combatir el fanatismo de manera preventiva deberá preguntarse por qué para tantas personas su vida vale tan poco que están dispuestas a sacrificarla por una ideología; esa veta –problemática a todas luces- intenta poner en valor el lugar del otro, constantemente aludido en el libro. Carolin Emcke procura escalar la relación humana con determinadas gestas. Todos somos responsables, asegura, de lucha contra las formas cotidianas del desprecio y denigración. "La democracia es sólo posible si tenemos el valor de enfrentarnos al odio".
Emcke fue reconocida en la Feria del Libro de Fráncfort con el premio de la Paz que cada año entrega la Asociación de Libreros alemanes en el marco del cierre de la Feria del Libro. En años anteriores lo han recibido Ernesto Cardenal, Jorge Semprún y Mario Vargas Llosa. En esta ocasión, al momento de recibirlo insistió en dos de las idea base de s discurso en este libro: "Todos somos responsables de todas las formas cotidianas de desprecio y denigración".Emcke estudió Filosofía, Ciencias Políticas e Historia en Londres, Fráncfort y Harvard, y ha trabajado en los semanarios Der Spiegel y Die Zeit, dos medios de comunicación que marcan la agenda sociopolítica y cultural de Alemania.
La ensayista se vale de una serie de mitos y arquetipos: desde Pandora hasta figuras de la literatura como el personaje de La Inquietud en el Fausto de Goethe ( “Al que alguna vez yo poseo/ de nada vale el mundo entero”) para retratar el cuadro de malestar, enfrentamiento, persecución y desconexión que atraviesa la Europa de este siglo. Asegura Emcke que observar el odio y la violencia, así como las estructuras que los hacen posible, significa "visibilizar el contexto en el que se producen tanto la justificación previa como la posterior aquiescencia, sin las cuales el odio no podría germinar".
Tampoco la violencia se produce de forma espontánea. Es algo que se incuba"
¿Por qué asegura Emcke que no basta con condenar el odio? Porque observar las distintas fuentes que lo alimentan permiten rebatir que se trata de algo natural, algo que nos viene dado. "Como si el odio fuese más auténtico que el aprecio. Pero el odio no está ahí, sin más”, escribe. "Tampoco la violencia se produce de forma espontánea. Es algo que se incuba. La dirección que toman tanto el odio como la violencia, las personas contra las que se dirigen, los umbrales y obstáculos que es necesario derribar… todo eso es aleatorio, no viene dado sin más, sino que se canaliza”.
Por eso insiste Carolin Emcke y amplía el foco sobre el largo proceso en el que se cuece un proceso social de fractura y segregación. "Describir el proceso exacto que activa el odio y la violencia entraña siempre la posibilidad de mostrar cómo ambos pueden ser interrumpidos y debilitados (…) Observar el odio antes de que estalle abre todas las posibilidades de actuación”, escribe la autora alemana. El libro, traducido por Belén Santana, está dividido en tres grandes partes Visible-Invisible, en donde reflexionan acerca de los sentimientos que acompañan o antagonizan con el odio; Homogéneo-natural-puro, en cuyas páginas desarrolla la ida de conjunto e individuo y finalmente, El Elogio de lo impuro.
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