Los premios Goya cuentan en su 35º edición con una de las muestras de documentales más interesantes de los últimos años, tanto por la variedad de temas que abordan como por la valentía a la hora de traspasar las fronteras del género. En esta ocasión, la cinta con mayor peso en el terreno humano y social es 'Cartas mojadas', un viaje a la deriva de la migración, con el que su directora, Paula Palacios, pone el foco en las miles de personas que se juegan la vida en el Mediterráneo en busca de una oportunidad en Europa. Este documental, que ha llegado a uno de los lugares más peligrosos del mundo para narrar la faceta más desconocida e inhumana de la migración, fue galardonado con el premio del público en el Festival de Málaga y ha logrado cifras notables en taquilla.
"A lo mejor en Europa alguien ha contado las atrocidades que hemos sufrido, pero de ser así, no le han creído, porque si no, nos devolverían de vuelta al infierno". Esta es la voz en off de una niña que narra su viaje frustrado hacia un lugar mejor y es el personaje ficticio en el que Palacios vuelca los testimonios de cientos de familias migrantes que suman las tragedias más terribles vividas en el mar. Este documental, que cuenta en la producción con la cineasta Isabel Coixet, se rodó entre principios de 2016 y finales de 2018 y busca respuestas a algunas de las preguntas más habituales en el mundo desarrollado. "por qué huyen, cómo lo hacen y cómo les acogemos en Europa", cuenta a Vozpópuli.
Desde que terminó el rodaje, las cosas no han cambiado demasiado a nivel político en Europa, aunque "cada vez se criminaliza más" a las ONG que operan en el Mediterráneo, según cuenta Palacios. Ahora, y de cara a la inminente aprobación por parte de la Comisión Europea de una propuesta de pacto migratorio, desde la web de la película se ha generado una petición para recoger firmas y conseguir que el gobierno español se posicione en contra. Tal y como explica la directora de 'Cartas mojadas', el borrador de este acuerdo recoge los pactos que ya existen con terceros países -Marruecos, Libia y Turquía- y su documental muestra lo que ocurre en uno de ellos.
Beni Walid (Libia), a 170 km de Trípoli, es el lugar más peligros del planeta y la última parada de este documental. Allí, los migrantes están encerrados en espacios sin ventanas, en completo silencio y ante la amenaza de torturas si no llega el dinero de sus familiares. Los migrantes que quieren llegar a Europa esperan en estos campamentos hasta que les llega el turno de viajar y, hasta entonces, son sometidos a cualquier tipo de trato inhumano, como puede ser la esclavización o la tortura. Uno de los testimonios más desgarradores es el de una mujer que recibía descargas eléctricas en los pies y golpes con una barra de hierro como castigo por no recibir dinero de su familia. Como consecuencia de esta violencia, perdió el bebé que esperaba.
Según ha relatado, lo que más le asustaba de rodar en este lugar era ser secuestrada y la petición de rescate. Por la noche se oían disparos y no se podía rodar por las calles, ya que la cámara podía ser confundida con un arma. "Nadie supo nunca que había una europea allí", relata la directora, que fue escoltada y alojada en una casa del equipo con el que consiguió rodar.
Odisea en el mar
Antes de llegar a Beni Walid, el espectador asiste a la odisea que supone para los migrantes abandonar su país, lanzarse al mar y llegar a un destino donde tampoco son bienvenidos. Para ello, Palacios sube a bordo del barco de rescate humanitario español Open Arms, el único que, junto al Ocean Viking, opera actualmente en el Mediterráneo. Estas embarcaciones son la única esperanza en la ruta migratoria, que es más peligrosa desde que en 2016 se firmó un acuerdo entre Turquía y Europa para dificultar la llegada de migrantes a Grecia. La directora plasma en la cinta situaciones trágicas y, sin embargo, demasiado cotidianas, tales como la muerte de bebés y adultos debido a las condiciones climatológicas y de deshidratación. A continuación, se embarca junto a los guardacostas libios, que desde 2017 están en contacto con las autoridades italianas para evitar la llegada de migrantes a Europa. "La misma Europa que cura nuestras heridas nos complica el viaje", señala la voz protagonista.
Como nos pasaba con el cambio climático, pensamos que no se puede hacer nada. Hasta que no hemos entendido que sí podemos hacer algo no lo hemos integrado en nuestra vida. En el tema migratorio ocurre algo parecido. Parece que Europa toma decisiones y que nosotros no somos Europa, pero hay maneras de presionar"
Palacios señala que hay una pregunta que tanto la prensa como el público se hace después de ver este documental. ¿Cuál es la razón de la indiferencia en Europa ante la situación de los migrantes? "Como nos pasaba con el cambio climático, pensamos que no se puede hacer nada. Hasta que no hemos entendido que sí podemos hacer algo no lo hemos integrado en nuestra vida. En el tema migratorio ocurre algo parecido. Parece que Europa toma decisiones y que nosotros no somos Europa, pero hay maneras de presionar", destaca la directora. A su juicio, la principal urgencia es evitar que haya muertes y solo después será el momento de abordar el debate acerca de cómo gestionar la migración en territorio europeo.
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