Un año después de que se colocara sobre la mesa la opción de compra oficial, la casa del poeta Vicente Aleixandre sigue siendo objeto de disputa entre la familia y el Ayuntamiento de Madrid. De no llegar a un acuerdo con los herederos de Velintonia, el gobierno de Manuela Carmena podría recurrir a la vía de la expropiación para convertir el inmueble en un centro dedicado a la poesía. Para hacer eso, sería necesaria una modificación del Plan General de Ordenación Urbana que permita cambiar el uso residencial a dotacional. El asunto ha despertado el enfado de la familia. En más de una oportunidad, la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre ha pedido reiteradamente que el inmueble sea declarado Bien de Interés Cultural. Los técnicos, sin embargo, se han negado hasta ahora, dada por las características del edificio.
Ubicada en el número 3 de la calle Velintonia –hoy calle Vicente Aleixandre-, en este edificio de dos plantas y un pequeño jardín, se encuentra en un manifiesto estado de abandono, hasta el punto de que sobre su fachada en ruinas llegó a colgar el letrero de venta que sus herederos colocaron para despachar una villa imposible de mantener y mucho menos de rehabilitar. Su valor está cifrado en 4,7 millones de euros y es partir de esa cantidad que se han desarrollado las negociaciones entre los herederos y las autoridades. Hace un año, el PSOE propuso la compra y rehabilitación de la casa y para ello se puso en marcha una mesa de negociación que acercara a las partes. Sin embargo, la posibilidad de expropiación comunicada por delegado del Área de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, no allana el camino
Aleixandre escribió casi toda su obra en las paredes de esa villa. Es, sin lugar a dudas, la casa de la poesía española: en sus columnas se sostiene desde los poetas del 27 hasta los Novísimos, al menos a juzgar por las personalidades literarias cercanas a Aleixandre que pasaron por ella. La familia insiste en la necesidad de declarar la casa como Bien de Interés Cultural y su posterior inscripción en el Registro de Bienes de Interés Cultural salvaría el inmueble del avanzado estado de deterioro. No es la única casa en situación parecida. En España hay 54 casas natales, museos o fundaciones de escritores con el nombre de algunos de los autores más importantes y relevantes de la literatura española. Cada año reciben tres millones de visitantes y acogen cerca de 10.000 investigadores. Sin embargo, otro grupo más vergonzante dibuja una realidad que dista del ensueño: se trata de aquéllas en estado de ruina y abandono total.
Muchas de ellas se han salvado de la demolición gracias a la intervención de asociaciones regionales, que han conseguido –prácticamente in extremis- que los gobiernos locales interviniesen para evitar lo peor. Ocurrió con la de Gustavo Adolfo Bécquer, en Soria; con la de Vicente Aleixandre, en Madrid o la de Luis Cernuda, en Sevilla. La lista es bastante más larga. Por ejemplo, los edificios en los que vivieron Concha Espina y Josefina Rodríguez Aldecoa o, por ejemplo, el molino de Villamartín de Don Sancho, propiedad de Concepción Arenal y que aparece en la Lista roja de Patrimonio.
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