Si hay que despedirse de este mundo con una película, que sea Casablanca. Muchos nos pasamos la vida intentando emular a ese mítico personaje que interpreta Humphrey Bogart y que alberga todo a lo que un ser humano debe aspirar. Es difícil, entre otras cosas porque a nosotros no nos ha dejado tirados la mujer de nuestras vidas en una estación de tren, una noche en la que los alemanes vestían de gris y ella de azul. ¿O quizá sí? Si Casablanca es la película perfecta para decir adiós a esta vida, también lo es para cerrar la temporada de Cine en Blanco y Negrete.
Por si todavía queda alguien que no sepa de qué va Casablanca, ahí va un pequeño resumen. La película cuenta la historia de Rick Blaine, un americano que regenta un café en la ciudad marroquí de Casablanca, entonces colonia francesa. Estamos en plena Segunda Guerra Mundial, y los nazis van ganando. Al bar de Ricks llega entonces un fugitivo perseguido por la Gestapo, Viktor Laszlo, y su mujer Ilsa, que mantuvo un romance con Rick hace tiempo en París.
Rick es el hombre rebelde de Camus. Reconocía el absurdo del mundo y no por ello rechazaba su obligación para con él. A pesar del disfraz de tipo duro, era otro Don Quijote combatiendo molinos. ¿Nacionalidad? Borracho.
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