España es un país con un rico y vasto patrimonio cultural. La restauración de estos bienes es una tarea de suma importancia para la preservación de este legado. Sin embargo, en los últimos años, hemos sido testigos de varios incidentes en los que la restauración de bienes culturales se ha convertido en un auténtico “atentado contra el patrimonio”.
Una serie de restauraciones fallidas han desatado la indignación pública y el debate profesional, poniendo en peligro piezas irremplazables del patrimonio español. Estos casos, que van desde intervenciones mal ejecutadas hasta transformaciones radicales de obras de arte, no solo han deformado el legado artístico, sino que también han subrayado la urgente necesidad de regulaciones más estrictas y de una mayor profesionalización en el ámbito de la restauración. El último ejemplo ha sido el de los ángeles barrocos de la Ermita del Mirón, en Soria.
Un detalle de los angelotes. pic.twitter.com/Qs8i7acAhx
— SoriaPatrimonio (@soriapatrimonio) July 28, 2024
El caso del Ecce Homo de Borja: un punto de inflexión
Uno de los casos más icónicos y mediáticos de restauración fallida en España es el del Ecce Homo de Borja. En 2012, Cecilia Giménez, una vecina octogenaria de Borja (Zaragoza), intentó restaurar por su cuenta una pintura mural del siglo XIX, creada por Elías García Martínez. El resultado fue una distorsión grotesca de la imagen original, que rápidamente se viralizó en las redes sociales. Lo que comenzó como un intento bienintencionado de preservar una obra local terminó en lo que muchos describieron como una “tragedia artística” o "la peor restauración en la historia del arte".
El 7 de agosto pero de 2012, apareció la primera noticia de la restauración del “Ecce Homo de Borja”, una pequeña pintura mural datada en 1930 en un santuario de Borja, España.
El fallido intento de restauración por parte de una vecina aficionada a la pintura llamada Cecilia… pic.twitter.com/frpfoaMURu— El Club del Arte ?????? (@Arteymas_) August 7, 2024
Este caso, aunque inicialmente ridiculizado, puso de relieve un problema más amplio: la falta de regulación y control en los procesos de restauración de bienes culturales en España. “Las intervenciones llevadas a cabo por personas sin la formación o titulación adecuada no son una restauración, son más bien atentados al patrimonio cultural” asegura Francisco Manuel Espejo Jiménez, Presidente de la Asociación Profesional de Conservadores Restauradores de España (ACRE).
A pesar de las críticas, el Ecce Homo de Borja atrajo a miles de turistas, convirtiéndose en una fuente de ingresos para la localidad, pero el costo fue la pérdida irreparable del valor artístico del bien original.
Las restauraciones fallidas: de lo anecdótico a lo cotidiano
El suceso del Ecce Homo de Borja podría parecer la excepción a la regla. Lejos de ser una simple anécdota, este caso demostró que la falta de regulación, supervisión y la intervención de personas sin formación especializada no son problemas aislados, sino síntomas de una realidad preocupante en los procesos de restauración de bienes. A medida que salieron a la luz otros casos similares, quedó claro que las restauraciones fallidas son más comunes de lo que se pensaba.
Otro de los casos más sonados fue el de La Inmaculada Concepción de la iglesia del Palacio de Rañadorio, ubicada en Asturias. En 2018 tres tallas de madera del siglo XV y XVI, que representan a la Virgen María, fueron sometidas a una intervención que resultó un auténtico desastre para el patrimonio cultural. Una de las vecinas de la localidad se llevó a su casa las piezas y las devolvió a la ermita pintadas con colores brillantes y detalles exagerados que desvirtuaron por completo su valor artístico e histórico.
¿Cuándo dejará de causar gracia?#Conservación del patrimonio cultural es una responsabilidad de todos...
Tallas románicas datadas del siglo XV y conservadas en la ermita del Rañadoiro (Tineo), Asturias. pic.twitter.com/Elmd2IwLRd— Alfonso Miranda M (@A_mirandam) September 7, 2018
Ese mismo año también conocimos la historia de la restauración fallida del San Jorge de Estella en la iglesia de San Miguel de Estella (Navarra). La obra, datada del siglo XVI, es una escultura que representa a San Jorge encima de un caballo matando a un dragón. Esta escultura, que formaba parte del Patrimonio Cultural de Navarra, recibió la aprobación del párroco de la iglesia para ser intervenida por un taller de manualidades de la propia localidad. El párroco de la iglesia fue multado con 6.000 euros, al igual que el taller en el que se realizó dicha operación. Finalmente en 2019 el departamento de restauración del Gobierno de Navarra pudo devolver la obra a su estado original.
La polémica restauración del San Jorge de la iglesia de San Miguel de Estella o cómo convertir una escultura del siglo XVI en un ninot pic.twitter.com/czflxljXZz
— QuHist (@quhist) June 27, 2018
En 2020 otro caso de estas características salía a la luz. Una de las estatuas que decoran la fachada de un centenario edificio de Palencia fue sometida a un proceso de restauración que dio mucho de lo que hablar. Los responsables de este "proceso de restauración" fueron los propios obreros contratados para la reparación del edificio. Fue el pintor palentino Antonio Capel quien denunció los hechos en sus redes sociales: “Parece un personaje de dibujos animados”, publicaba en su cuenta de Facebook.
Así han dejado un relieve en Palencia tras su restauración. Es peor que el Ecce Homo ??? pic.twitter.com/RaIjHQPlaF
— Héctor Alonso ? (@hdelosrios2) November 10, 2020
Es importante recalcar que, tal y como nos explican desde ACRE, no en todos los casos es imprescindible iniciar un proceso de restauración. “Es necesario cuando la estabilidad física del bien está en peligro. Igualmente, para evitar esta situación se debería apostar por la conservación preventiva, que son intervenciones directas o indirectas que evitan tener que hacer intervenciones más costosas cuando los daños ya se han producido”. Además, para que una obra sea restaurada de manera adecuada, debe cumplir con los criterios de restauración establecidos tanto a nivel nacional como internacional, y, sobre todo, debe ser un proceso reversible.
Cada uno de estos casos no solo ha causado daños irreparables a valiosas piezas de arte, sino que también ha generado un debate crucial sobre la necesidad de fortalecer las normativas y los estándares en la restauración de bienes culturales. La lección es clara: lo barato y lo improvisado pueden salir extremadamente caro, y el coste de una restauración fallida va más allá del dinero, afectando profundamente la historia y la identidad cultural de una comunidad.
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