Cultura

'Cazafantasmas: imperio helado': aventura y humor para celebrar el 40 aniversario de la saga

Llega a los cines una nueva entrega de la icónica película de los años 80, protagonizada por Paul Rudd y de nuevo con Bill Murray, Dan Aykroyd y Ernie Hudson

Nada ni nadie se libra de la fiebre por recurrir a la nostalgia y en un aparente impulso por evocar sensaciones de otra época, ya de paso, convertir todo en la gallina de los huevos de oro, incluso a pesar de forzar demasiado la máquina y correr el riesgo de romper la magia. Este año se celebra el 40 cumpleaños del estreno de Los cazafantasmas, una de las películas más icónicas de los años 80 que contó además con una de las bandas sonoras más recordadas de aquella época, y los cines se visten de gala para recibir una nueva entrega de lo que, como viene siendo habitual en los últimos tiempos, se ha convertido también en una franquicia.

Aquella película, que llegó a los cines en junio de 1984 y que se estrenó en España en diciembre de ese mismo año, estaba dirigida por Ivan Reitman (director de películas como El pelotón chiflado o Poli de guardería) y protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Sigourney Weaver, Harold Ramis y Ernie Hudson, entre otros. Cinco años después, en 1989, se estrenó una segunda parte con el mismo elenco y equipo artístico y ahí quedó la cosa, hasta que la sed por recuperarlo todo hasta conseguir desmitificarlo también llegó a esta historia.

En 2016, Paul Feig se encargo de dirigir Cazafantasmas, lo que en la nomenclatura cinematográfica se conoce como "reboot", que significa reinicio en inglés y que se utiliza para hacer referencia a una nueva historia que sirve de un contexto o de parte del relato al que hace alusión. En aquella ocasión, de nuevo la ciudad de Nueva York se veía asediada por fantasmas y demonios, y para combatirlos un grupo de cuatro mujeres asumió la hazaña. Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones protagonizaron un elenco casi perfecto para dotar de un humor contagioso a la trama, pero entonces el guion no funcionó y el público no la acogió con los brazos abiertos, aunque sí tuvo sus defensores.

En 2021, Jason Reitman (director de títulos como Juno o Tully), hijo del director de las dos primeras entregas, continuó la historia de las películas de su padre con Cazafantasmas: más allá, con un reparto encabezado por Paul Rudd, McKenna Grace, Fina Wolfhard y Carrie Coon, a quienes se suman Bill Murray, Dan Aykroyd y Ernie Hudson. Ahora, en 2024, llega a los cines otra secuela, titulada Cazafantasmas: imperio helado y dirigida por Gil Kenan, coguionista de la anterior película. A pesar de las buenas intenciones, no se escapa de esas ansias por apretujar la nostalgia hasta conseguir borrar los buenos recuerdos.

Los cazafantasmas en esta ocasión son una familia formada por una madre y sus dos hijos y su pareja, que hace las veces de padre. Enfundados en sus trajes y montados en su coche destartalado pero preparado con mil aparatejos para combatir a los espíritus más terroríficos y asquerosetes, protagonizan la única escena realmente emocionante de la película, que es la persecución con la que arranca esta cinta por las calles de Manhattan de un fantasma con aspecto de serpiente kilométrica.

Ahí acaba toda la excitación, porque lo que sigue son una maraña de frases y situaciones irrelevantes entre los numerosos personajes que se suman a la trama, que resulta demasiado aburrida para tratarse de una película de aventuras que no para de hacer referencias a la original, según esta redactora de Vozpópuli. Es una pena, si se tiene en cuenta el buen trabajo que realiza la joven McKenna (a quien se ha podido ver en El cuento de la criada, entre otras series) o la oportunidad perdida de volver a tener a Murray, Aykroyd o Hudson en pantalla.

Cazafantasmas: guiños a los fans y nostalgia manida

La sensación general para quienes sean seguidores de El cazafantasmas original puede ser placentera porque detectará varios guiños a los fans, sin embargo, da la impresión, una vez más, de que el universo de las películas fantásticas que siempre acaparan los mejores resultados en la taquilla han agotado por completo el catálogo de ocurrencias, y que la única salida es entrar en el bucle consistente en alargar, modificar y forzar el escorzo hasta lograr que la idea original sea casi irreconocible, ya que por estar tan manida perderá el brillo.

¿Acaso nadie tiene la intención de llamar la atención de los nuevos públicos, los más jóvenes y, de paso, forjar una relación sana con el cine a través de nuevos iconos cinematográficos, sin recurrir una y otra vez a una nostalgia tan artificial, como salida de un anuncio de detergente? Esta pregunta se repite todos los años en los últimos tiempos al menos una vez y en la boca de muchos. Mientras tanto, la taquilla se resiente y la ausencia de suficientes grandes blockbusters en el horizonte de 2024 con capacidad para llenar las salas, como sí se consiguió en la prepandemia, empieza a preocupar.

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