Si viviera Cecilia, ¿sobre qué hablarían hoy sus canciones? La pregunta es muy aventurada, como todo lo que tiene que ver con la historia-ficción, pero tiene sentido, porque Cecilia, a su muy personal modo, fue una cronista de la España de su tiempo. Si entonces puso su foco sobre las grisuras y mediocridades de la sociedad tardo franquista, hoy probablemente habría dedicado sus dardos al clima de confrontación que vive el país. Esta es, desde luego, la opinión de su hermana Teresa Sobredo, custodia de su legado, cuando se cumplen 50 años del arrollador inicio de su carrera comercial, con su disco homónimo ‘Cecilia’ (1972), que incluye temas célebres como ‘Nada de nada’ o ‘Dama dama’.
“Si Eva viera la crispación y el odio en el que estamos inmersos habría escrito ya varias canciones sobre ello, con ternura y con humor”, asegura Teresa. Eva es, por supuesto, Evangelina Sobredo, la mujer real detrás de un nombre artístico inspirado en ‘Cecilia’, una canción de Simon y Garfunkel muy célebre en la época. Eva /Cecilia es la mujer que revolucionó el pop español de los setenta, en apenas cinco años de carrera musical, truncada por una fatal muerte en un pueblo de Zamora, al estrellarse su coche, en una oscura madrugada, contra un carro de bueyes. Ello ocurría en 1976, cuando preparaba su cuarto disco, que iba a estar dedicado a Valle-Inclán, cuando la fama le sonreía del todo -tras el éxito de ‘Un ramito de violetas’ y el segundo puesto en la OTI con ‘Amor de medianoche’- y cuando parecía que su vida personal se iba a asentar al fin, pues tenía planes de matrimonio con el también músico Luis Gómez-Escolar, ex miembro de Aguaviva, y gran compositor de éxitos para otros artistas, que por entonces formaba parte de La charanga del Tío Honorio.
¿Hubiera podido enfrentarse Cecilia a nuestro presente como hizo con el que le tocó vivir? Lidia Pujol, una cantante catalana que le rindió homenaje el año pasado en el extraordinario disco ‘Conversando con Cecilia’, lo duda. “Ahora mismo estarían censuradas todas las canciones de Cecilia. Es más, puede que, hoy, Cecilia se hubiera autocensurado”, asegura, en referencia al clima de hipersensibilidad que vive el país. “Yo misma he dejado de escribir porque tengo miedo. Hemos tenido que dejar de hablar de todo, porque todo es ahora comprometido. No hay espacio para la sorpresa, para improvisar”, añade Pujol. A su juicio, la censura franquista que sufrió Cecilia “es una fruslería en comparación con lo de ahora, cuando no podemos hablar de nada que no sea blanco o negro de cualquier tema”, opina.
Ahora mismo estarían censuradas todas las canciones de Cecilia. Es más, puede que, hoy, Cecilia se hubiera autocensurado
Actual hipersensibilidad
El músico e investigador Joaquín Díaz está en parte de acuerdo. “Más que prohibidas, las canciones de Cecilia estarían hoy mal vistas por la hipersensibilidad ambiental. La censura la ejerce ahora la propia sociedad. Estamos cohibidos a la hora de hablar”. Díaz fue un hombre importante en la historia de Cecilia. Fue el primero que escuchó sus canciones, allá a finales de los 60, el que la animó a seguir la senda de la música y el que le abrió la red de colegios mayores donde Eva dio sus primeros conciertos, en muchas ocasiones de la mano del músico afincado en Urueña.
“Cecilia tenía una capacidad muy natural para la música, que estaba muy relacionada con el mundo materno. Su madre, María Dolores Galanes, cantaba muy bien fados, y le gustaban mucho las canciones infantiles, de las que hay huella indirecta en el cancionero de Cecilia”, explica Joaquín Díaz. A lo que hay que añadir que la pasión por la música también la compartía su padre, José Ramón Sobredo, que tocaba el violín, y su abuelo paterno, que era recopilador de canto gregoriano. A lo que hay que sumar un gusto por la copla y lo popular que, en su caso, encontraba acomodo fácilmente en las formas del refranero. Muchos de estos elementos culturales se los proporcionó a Cecilia la empleada doméstica de su familia, María, una mujer de un pueblo de Valladolid, quien mantuvo vivas ciertas raíces españolas en una familia acostumbrada a hablar en inglés debido al trabajo del padre como embajador que obligó a Evangelina Sobredo a vivir fuera de su país entre los 5 y los 19 años.
No siempre era tierna la cantautora madrileña. A veces podía ser bastante ácida en sus sátiras, pero, desde luego, lo que no hacía era sermonear. Ella misma lo explicó: “Yo no soy nadie para decirle a otro lo que tiene que pensar o hacer. Yo sólo hablo y canto sobre lo que vivo y pienso. Sólo quiero dividir mi pan y compartir mis opiniones”. Y aún fue más explícita con su hermana Teresa Sobredo al explicarle que no quería que su música fuera utilizada políticamente por unos ni por otros.
Y, sin embargo, con habilidad, y a veces también con una cierta ambigüedad estratégica, ‘Cecilia’ lanzó unos dardos musicales que a veces tenían la capacidad de rasgar veladuras e inercias y confrontar a las personas frente al desafío de vivir. En su célebre ‘Me quedaré soltera’, por ejemplo, bajo la apariencia de un lamento fatalista por no tener pareja, desmontaba la idea de que la vida de las mujeres no tuviera sentido si no lograban casarse.
Cecilia lanzó unos dardos musicales que a veces tenían la capacidad de rasgar veladuras e inercias y confrontar a las personas frente al desafío de vivir.
Su voluntad provocadora se vio claramente en su propuesta de portada para el disco que acogía la canción. Ella quería que el LP se titulase justamente como su tema, y que se ilustrara con una imagen suya en la que aparecía como si estuviera embarazada. Obviamente, en 1973, la censura no lo permitió y tanto el título como la imagen fueron descartados. El título final del disco será el soso ‘Cecilia 2’, que no le hace justicia a la delicada y elegante grandeza de esta colección de canciones íntimas y existenciales.
Choques con la censura
No fue su único encontronazo con las autoridades franquistas. Ella, que había nacido en El Pardo, a la vera de Franco. Y es que su padre, el militar José Ramón Sobredo, fue durante un tiempo persona próxima al Caudillo, aunque muy pronto se desmarcó de aquel mundo e inició una carrera diplomática. Sin embargo, la hija de aquel exmilitar leal compuso una canción antibelicista, ‘Soldadito de plomo’, que pretendía incluir en su primer disco, y que fue considerada por los censores ‘no grabable’. Al igual que ‘Testamento’, basado en una letra de Carlos Fernández Tejero, en la que no se dejaba títere con cabeza. Ambas tuvieron que esperar al disco póstumo ‘Canciones inéditas’ (1983) para ser escuchadas en versiones recreadas a partir de sus maquetas.
Pero, además, sufrieron alteraciones censoras menores, y a veces un tanto absurdas, otros tres temas. En ‘Dama dama’ hubo de suprimirse el verso que hacía referencia a que la protagonista cometía ‘algún desliz en el sexto’ (sustituido por ‘algún desliz inconexo’), pero, sin embargo, las autoridades dieron de paso el estribillo de la canción –‘señora de su señor,/ amante de un vividor’- donde se sugería claramente que tenía una relación extraconyugal. De más calado fueron los cambios en ‘Mi querida España’, pues la censura eliminó el juego de contrastes original (‘esta España viva / esta España muerta’; ‘esta España en dudas / esta España cierta’; ‘esta España blanca / esta España negra’) para dejar sólo la contraposición que ya estaba en el estribillo (‘esta España mía / esta España nuestra’) que se impuso en todos los otros casos, provocando una cierta monótona reiteración. Curiosamente, por cierto, esta canción vivió un verdadero resurgir a raíz del golpe institucional catalán de 2017 pues muchos españoles encontraron en ella un himno de autoafirmación.
Más peligroso fue el litigio en torno a ‘Un millón de sueños’, que llevó a Cecilia hasta el Tribunal del Orden Público. Los censores entendían que el título original ‘Un millón de muertos’ hacía referencia a la Guerra Civil, lo que negó Cecilia, alegando que se refería a cualquier guerra, y en concreto a la de los Seis Días, que ella había vivido durante la estancia de su familia en Jordania. La excusa (falsa) fue aceptada y sólo se cambió el título de la canción. Algo que le hizo mucha gracia a Cecilia, según recuerda su hermana, pues pensaba que el titulo final, ‘Un millón de sueños’, era mucho más duro que el suyo original.
Pues bien, pese a todos estos encontronazos con la censura, podría decirse que Cecilia reinó durante sus cinco años de vida profesional, en los que siempre tuvo alguna canción entre las más escuchadas. Su mayor éxito en Los 40 Principales fue ‘Tú y yo’, su único número uno en esa emisora. Pero tanto ‘Andar’, como ‘Nada de nada’, ‘Mi querida España’, ‘Un ramito de violetas’, ‘Amor de medianoche’ y tantas otras la han convertido en un clásico de la música popular en español.
“Cecilia era alguien que ponía el foco allí donde nadie lo estaba poniendo. Nadie ahora nos está dando palabra tan interesante y profética como ella”, opina Lidia Pujol. La autora de ‘Conversando con Cecilia’ resalta especialmente dos de sus temas menos conocidos: ‘Cíclope’ -que estuvo inédito hasta que se publicó ‘Mi muñeca’ (2012) con otra remesa de canciones y versiones desconocidas- y ‘Si no fuera porque'. Del primero afirma que refleja la visión de Cecilia sobre los medios de comunicación (especialmente la televisión) y su mirada plana, reducida y sin profundidad ni matices. Frente a esto, “sus canciones son vida plena que nos recomiendan, cada una de ellas, mirar la vida con nuestros propios ojos y con la máxima atención”. En ‘Si no fuera porque’, una canción en la que Cecilia afirma que se mataría sin dudar “si no fuera por” una serie de razones que va desgranando, Pujol ve una reflexión profética sobre la pérdida de densidad vital que nos ha provocado la pandemia, “un periodo en el que hemos dado un valor absoluto al cuerpo” y en el que “se nos ha inoculado el miedo como base de nuestra vida; en su canción nos anima a una vida con sentido, que vaya más allá de la pura preservación de la existencia”.
Un elemento clave de Cecilia es su mirada nueva sobre la vida de las mujeres, lo que le lleva a Jesús Caramés, investigador y experto en su obra, a calificarla como “la primera cantante feminista de España”, si bien aclara que el suyo era “un feminismo bien entendido, aunque la expresión pueda resultar equívoca, que llevaba a rajatabla la creencia en la igualdad”.
Cecilia anima a las mujeres a pensar por sí mismas, a salir de las convenciones sociales y a ser libres frente a las expectativas de su entorno, como ella misma tuvo que hacer. Y es que, pese a que su familia era muy liberal en este sentido, su padre se resistió a aceptar que su hija renunciara a la carrera de Derecho para dedicarse a la música. “Pero, aunque al principio le costó, luego estaba muy orgulloso”, aclara su hermana Teresa, quien precisa que su padre, en contra de lo que pudiera hacer pensar su cercanía a Franco en los años 40 y 50, “era muy liberal”. “Quería que sus hijas tuvieran formación, como los hombres, y que se ganaran la vida trabajando, como ellos. No quería que fuésemos unas mantenidas y nos advertía: ‘No te cases por casar'.
Cecilia anima a las mujeres a pensar por sí mismas, a salir de las convenciones sociales y a ser libres frente a las expectativas de su entorno, como ella misma tuvo que hacer.
Ese talante liberal, multiplicado por sus años de vivencia en países como Gran Bretaña o Estados Unidos, lo proyectaba luego Cecilia sobre unas realidades sociales muy diferentes. En ‘Amor de medianoche’ (1975), un tema de Juan Carlos Calderón al que ella modificó radicalmente la letra, afirma: “Quiero romper mis viejos lazos, / quiero ser mía y nada más”, lo que casi podría pasar por un eslogan feminista de hoy. Pero en Cecilia no había ninguna androfobia, ni afán por educar a los varones. A lo sumo, como en esa misma canción, les reclamaba: “abre tu puerta y déjame volar, / volar en libertad”. Pero era también capaz de una canción tan arrebatadamente romántica como ‘Desde que tú te has ido’, que compuso para Julio Iglesias, o ‘Tú y yo’: “Tú y yo, fuimos trigo, fuimos tierra, / tú y yo fuimos luz en las tinieblas, / tú y yo fuimos sol de madrugada, / y ahora si te vas ya no seremos nada”.
De todo su repertorio, el ‘Ramito de violetas’ es el más versionado, según reconoce Teresa Sobredo, que logró recuperar en 2011 los derechos de prácticamente toda la obra de Cecilia. Sin embargo, en los últimos años ha sido ‘Nada de nada’ la que ha provocado más versiones en el pop español (Amaral, El Canto del Loco, Rosario). Pero sus temas han sido cantados por Manolo Tena, Miguel Bosé, Ana Belén, Mocedades, Massiel -con la que compuso varias canciones a medias- Rocío Dúrcal, Soledad Giménez, Azúcar Moreno, Fangoria, o Victor Manuel y Pablo Milanés, entre otros muchos que acreditan el sello dejado por su música. Por no hablar de la versión superlativa que Manzanita nos regaló de ‘Un ramito de violetas’, digna aspirante al top de cualquier clasificación.
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