El rey Felipe VI clausurará el próximo lunes en el Palacio de Oriente el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, una de las efemérides más importantes de la literatura en español y puede que la peor planificada en décadas, hasta tal punto que el máximo galardón literario bautizado con el nombre del escritor del Siglo de Oro a punto estuvo de no fallarse: por falta de dotación presupuestaria. El 2016: una fecha de cierta, vergonzante y pintoresca alharaca ̶ y no sólo porque fuese imposible formar gobierno en dos ocasiones ̶ , sino por este asunto en concreto. El año Cervantes comenzó tarde, con una programación incompleta y el desacuerdo manifiesto de las instituciones que tomaron parte en el asunto: la RAE reprochaba al Gobierno la falta de iniciativa; el gobierno se defendía, por la provisionalidad y el estar en funciones; y algo en la calle transmitía la demoledora verdad que todos sospechaban: las personas ni leen ni conocen a Miguel de Cervantes. En el año ideal para intentar corregir la deuda con el autor troncal de la novela moderna, poco se hizo para incentivar su lectura.
El Rey clausurará el próximo lunes el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, una de las efemérides más importantes de la literatura en español y puede que la peor planificada en décadas
Cuatro de cada diez españoles no ha leído nada del autor del Quijote. Los datos pertenecen al barómetro de junio del CIS, que incluyó entonces seis preguntas relacionadas con la obra del escritor, de cuya muerte, un 23 de abril de 1616, se celebraban cuatro siglos. Pero había más, bastante más: según las respuestas aportadas por los ciudadanos, sólo el 21,6% de los españoles ha leído entero El Quijote, un texto que le parece difícil al 51,3%. Conscientes de esas cifras, la comisión especialmente encargada de programar las actividades no contempló la posibilidad de poner en marcha actividades para divulgar o propiciar la lectura de su obra, no. Prefirió los fastos, las performances, pero… de leer poco. Y no sería por falta de ediciones, porque la mayoría de los sellos sacaron la artillería pesada así como la reedición de sus obras. Exceptuando la soberbia muestra que organizó la Biblioteca Nacional de España –sencilla, pero con documentación de primer orden- y la labor que tanto en 2015 como 2016 desarrolló la Real Academia Española con su programa de divulgación y publicaciones, las iniciativas coordinadas fueron pocas e ineficaces.
Cervantes no vende (en su año)
Ningún libro de Miguel de Cervantes apareció entre los primeros de la lista de Nielsen BookScan en la que se recogen los títulos de los libros impresos más vendidos cada año en España. Esta lista se hace en función de los datos anuales de las librerías, grandes superficies, supermercados y e-commerce, abarcando aproximadamente el 90% del mercado Link externo y en ella, sin embargo, Cervantes brilla por su ausencia. Encabezan la lista Harry Potter y el legado maldito, J.K. Rowling (Salamandra); La chica del tren, Paula Hawkins (Planeta); El laberinto de los espíritus, de Carlos Ruiz Zafón (Planeta); Los herederos de la tierra, de Ildefonso Falcones (Grijalbo) y siguen –sin asomo cervantino alguno– Todo esto te daré; Dolores Redondo (Planeta); Historia de un canalla, Julia Navarro (Plaza y Janés); Falcó, de Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara); La magia del orden, Marie Kondo (Aguilar); El libro de los Baltimore, Jöel Dicker (Alfaguara) y Patria, Fernando Aramburu (Tusquets).
Sin embargo, estas no son las únicas cifras que confirman el pinchazo editorial de Cervantes el año del cuarto aniversario de su muerte. La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que agrupa en algo más de 600 establecimientos, entre los que se encuentran, además de librerías independientes, grandes cadenas de librerías como Casa del Libro o las Librerías Elkar, a través de su sistema LibriRed Link arroja la información menos esperanzadora. Ni siquiera las reediciones escolares del Quijote entraron entre los 50 libros más vendidos.
Celebrar de oídas
Alcaldes, diputados, presidentes de comisiones impensables y funcionarios del jolgorio se unieron a esta especie de entierro de la sardina que contempló de todo, excepto sentarse a leer al merecedor del homenaje. Celebrar de oídas. Entre el guateque titiritero y la performance delirante, así fue el cuarto centenario de uno de los hombres que se adelantó a la modernidad. Pasar de buscar los huesos de Cervantes a estar en los huesos de su obra, eso incluye la errata en el epitafio (Segismunda por Sigismunda, ejem, ejem) que la mismísima RAE pidió a la alcaldesa Ana Botella que corrigiera en la entonces recién inaugurada tumba de Cervantes en Las Trinitarias. Pero hay más: sendos quevedos sin cristales para que dos fieras de bronce, Daoiz y Velarde, consigan –sin atinar una letra– fomentar el interés por un clásico que 40% de los españoles admite no haber leído jamás.
Alcaldes, diputados, presidentes de comisiones impensables y funcionarios del jolgorio se unieron a esta especie de entierro de la sardina que contempló de todo, excepto sentarse a leer
Esa fue la manera en el que un Congreso de los Diputados entonces presidido por el socialista Patxi López que no conseguía acordar un pacto para formar gobierno, celebraron el 400 aniversario de la muerte de Cervantes. Tanto Tony Cantó (Ciudadanos) como el socialista posaron sonrientes para presentar las actividades de la semana cervantina, prevista para abril, fecha de la muerte del escritor y por tanto celebración del día del Libro. Había algo blandorro e inconsistente en la sonrisa de ambos, en especial la del señor Cantó. Pero lo más grave vino, otra vez, en temas y asuntos concretos. Cuando Hacienda ordenó el cierre presupuestario el 20 de julio para conseguir un ahorro de 1.000 millones, muchos ministerios debieron adelantar los trámites más importantes para que no quedaran por fuera aquellos asuntos que podían considerarse de primer orden. Esa lógica debía hacerse extensible a cada área según la cartera correspondiente. Desde gastos de defensa hasta I+D+I. Todo cuanto era prioritario debía de ser dispuesto antes de esa fecha.
El galardón literario que une a Iberoamérica con España, en el IV centenario de la muerte de Cervantes, rindió el peor homenaje posible al escritor: se anunció un mes más tarde.
Hacienda cerró finalmente los expedientes de gasto. Dependiendo de la versión, hay quienes aseguran que los plazos se extendieron hasta agosto. Sin embargo, la solicitud de Cultura para la reserva de las dotaciones tanto del Cervantes como de los Premios Nacionales de Cultura no llegó a tiempo. Faltaban todavía tres meses para las deliberaciones de los tribunales y jurados, aducen algunos. El resultado es el mismo: si las dotaciones se mantenían iguales -125.000 para el Cervantes y 20.000 para cada premio Nacional-, podía planificarse el metálico indistintamente de quién lo recibiría. La mayoría consideró que un nuevo gobierno estaría constituido al momento de resolverse estos asuntos, dicen desde Cultura. Curioso, si contamos con que los primeros días de agosto PP y Ciudadanos diseñaban un pacto de investidura al que todavía no le salían las cuentas. Acaso porque el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, es aficionado a leer a Voltaire –cita mucho aquello de ‘en el mejor de los mundos posibles'- hizo honores al Cándido del filósofo y se quedó mirando el frondoso jardín en el que se vio metido: el galardón literario que une a Iberoamérica con España no sólo recibió las embestidas de las pocas formas, sino que, en el IV centenario de la muerte de Cervantes, rindió el peor homenaje posible al escritor. El premio se falló con un mes de retraso y fue finalmente concedido a Eduardo Mendoza.
Diario de un mal año
EL año Cervantes comienza tarde y se cierra tarde. El Rey, acompañado por la Reina Letizia, presidirá el próximo lunes 30, día de su 49 cumpleaños, la clausura oficial de la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, un acto que fusionará literatura, teatro y música en el solemne marco del Salón de Columnas del Palacio Real. Más de doscientos invitados, entre autoridades y personalidades del mundo de la cultura, asistirán a este homenaje al autor de Don Quijote, al que se rendirá tributo no solo como genio de las letras, sino como una figura cuya obra refleja y difunde internacionalmente los principales valores de España y los españoles.
Entre los actos previstos está una lectura del actor, director de La Abadía y académico de la RAE José Luis Gómez y otra del poeta Antonio Colinas. También la actuación de grupos de música antigua como Zarabanda y teatrales como Ron Lalá, en un acto que estará presentado por las intérpretes Concha Velasco y Aitana Sánchez Gijón. Será escenificado bajo la supervisión de Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y retransmitido por televisión
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