Puede que uno se haya criado en La Albericia (Santander), en Vallecas (Madrid), en Otxarkoaga (Bilbao) o en Cornellá (Barcelona), pero la sensación siempre será la misma. Hubo una época en la que los barrios de la periferia empezaron a cargar con el estigma de ser el cenicero de la delincuencia y de las jeringuillas y ha costado años deshacerse de un peso que el cine quinqui, la música o la literatura ayudaron a perpetuar. En 2021, y lejos de una época en la que costó olvidar aquellas cicatrices sociales, la cultura española reivindica más que nunca la vida de barrio y el extrarradio donde en muchos casos han nacido y se han criado los protagonistas de la faceta más "cool" de la actualidad, que por fin quedan desenmascarados.
Las hermanas Carol y Marina Rodríguez dirigen y escriben, respectivamente, Chavalas, una película con la que tratan de dignificar sus raíces en la periferia urbana a través de una historia de amistad entre cuatro amigas de Cornellá, barrio en el que las cineastas se han criado y que, después de ser secreto absoluto y motivo de bochorno durante muchos años, se convirtió en su mayor inspiración creativa. "La vergüenza de barrio se transformó hace mucho tiempo en orgullo de barrio", señala en una entrevista a Vozpópuli la directora de esta película con motivo de su estreno este viernes en las salas.
La cineasta cree que aceptar el origen puede tener mucha relación con la madurez, pero también con el estigma que permanece en "comentarios jocosos y miradas sospechosas" que aparecen cuando uno se sincera sobre sus raíces. "Nos han hecho creer que era malo ser de barrio, y si además quieres entrar en una profesión artística piensas que igual tienes que disimular de dónde vienes. Empiezas a ponerte una máscara para sobrevivir y hacerte un hueco, pero esa no es la manera", señala.
Estoy obsesionada con el retrato de la vida de barrio que he vivido, la vida real que no he visto en el cine, con el que no me siento identificada"
Ahora, en cambio, ella y su hermana no paran de hablar acerca de su lugar de origen, donde siguen viviendo sus padres y sus amigos, y gracias a ese conocimiento profundo pueden contar su realidad con sinceridad y verdad, "sin clichés y sin romanticismos", al contrario de lo que consideran que hasta ahora ha reflejado la ficción. "Estoy obsesionada con el retrato de la vida de barrio que he vivido, la vida real que no he visto en el cine, con el que no me siento identificada", afirma Carol.
Gotelé, espacios pequeños, puertas de madera y cristal "noventeras" y "megabloques superpoblados" y "alienantes" son el escenario de esta bonita historia de cuatro amigas, a quienes dan vida Vicky Luengo, Carolina Yuste, Elisabet Casanovas y Ángela Cervantes. Todas ellas proceden de un enclave que "quizás no es el entorno ideal donde vivir", pero es el lugar en el que los padres de estas hermanas cineastas, llegados de Andalucía, desarrollaron la "capacidad de ser felices y encontrar belleza en ese asfalto y ese cemento".
La industria musical ha fagocitado la estética de barrio y la ha capitalizado para decir que ahora es lo guay", lamenta la cineasta
El aspecto de la periferia urbana que exhibe Chavalas no es extraño ni tampoco novedoso, algo que se debe, en palabras de la directora, a la industria musical, "que ha fagocitado la estética de barrio y la ha capitalizado para decir que ahora es lo guay". En ese camino inverso, la música ha liberado toda esa vergüenza, aunque la directora cree que es algo impostado y que se ha convertido en una "moda". "La gente que antes jamás hubiese ido a un concierto de trap o que jamás hubiese vestido con una estética de extrarradio ahora va con orgullo, es lo 'mainstream' y está en los escaparates", sentencia Rodríguez.
Chavalas, el fracaso y la precariedad
Más allá de convertirse en una película de amistad, Chavalas también es una historia sobre el fracaso anclada en la situación de precariedad laboral actual que afecta a tantos jóvenes y que sitúa a España a la cabeza del desempleo entre los menores de 25 años en la Unión Europea (37%). La protagonista vive en sus carnes la frustración de volver al hogar familiar, a pesar de ser "la primera universitaria de su casa". "Tiene en la cabeza que tras haber ido a la universidad y dedicándose a oficio liberal como es la fotografía iba a tener una vida diferente a la de sus padres y por eso está desclasada, tanto en Barcelona como en casa de sus padres", cuenta la directora.
Sobre este asunto, Rodríguez se siente avergonzada de haber tenido "la osadía" de cuestionar a sus progenitores y mostrar ante ellos "una superioridad moral", en lugar de "admirar el proceso" que vivieron, al llegar de "pueblos pequeños de Andalucía" y darles todo a ella y a su hermana para que pudieran estudiar. "Me tenía que haber dado una hostia antes en vez de ser niñita pijas de padres trabajadores", apunta.
Chavalas, Premio del Público en la pasada edición del Festival de Málaga, deja fuera de juego a los hombres en esta historia, a excepción del padre de la protagonista o del fotógrafo de barrio que la contrata -a quien da vida José Mota-. Carol Rodríguez cree que en esta película "las tramas amorosas no vienen a cuento" y lamenta que aún exista la sensación de que una película no está "completa" si no existe el amor y si un personaje masculino no interviene para ayudar a la protagonista con sus objetivos. "Aquí ellas son muy capaces de tomar las decisiones y de equivocarse", apunta. Del mismo modo, considera "vintage" fomentar la "rivalidad entre mujeres entre 2021", algo que no considera "real" y que no refleja su propia experiencia.