Si no existen, él los inventa. Una lata con sardinas que se destapan a sí mismas. Una ostra castañuela. Una rosa enchufe. Esas cosas que hace Chema Madoz con sus poemas objetos fotografiados. En ocasión de la exposición La naturaleza de las cosas, incluida en la Sección Oficial de PHotoESPAÑA 2017, La Fábrica reedita las Obras maestras del fotógrafo madrileño, un compendio de esas metáforas, los objetos poéticos resultantes, al poner en relación –o en desacuerdo- un servilletero y la hoja impresa de un libro; la cornamenta de un venado y un hacha. Madoz crea relaciones funcionales y de belleza. Un mecanismo literario. Como si trasegara contenido entre el mundo de los objetos y el nuestro. Y no es de extrañar, porque sus composiciones han colocado imágenes a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna.
Madoz crea relaciones funcionales y de belleza. Un mecanismo literario. Como si trasegara contenido entre el mundo de los objetos y el nuestro
La nueva edición revisada y ampliada del libro Chema Madoz. Obras Maestras, incluye más de 300 fotografías, 21 de ellas nuevas, realizadas desde los años 90, además de los textos del fotógrafo Duane Michals, de la historiadora y crítica de arte Estrella de Diego, del crítico Christian Caujolle y de la comisaria Oliva María Rubio. La edición se cierra con cronología, en parte ilustrada con instantáneas del álbum personal del fotógrafo. En ella se recogen la música y los ilustradores que le inspiraban, su primer trabajo, el porqué de la fotografía, los encargos, los cuadernos de artista, sus exposiciones, o el despunte a nivel nacional e internacional, entre otros contenidos.
Nacido en Madrid, en 1958, Chema Madoz es uno de los autores más conocidos de la fotografía contemporánea española. Historiador del Arte y fotógrafo, ha sido Premio Nacional de Fotografía en el año 2000 y Premio PHotoEspaña en ese mismo año. Su trabajo desvela aspectos escondidos en los objetos de la vida cotidiana y proporciona una ventana para entender mejor el mundo. Su sello es reconocible a kilómetros de distancia y algo en su trabajo guarda la sobriedad y continuidad suficiente como para no introducir el sobresalto.
Su obra, influenciada por el surrealismo –aunque él se resiste a etiquetar su trabajo de esa forma- y la poesía visual, compone un universo mágico y complejo, donde los objetos nunca son lo que parecen. O parecen lo que no son. Chema Madoz juega con las percepciones de quien observa sus imágenes e indaga más allá de la realidad. Sus composiciones en blanco y negro, con objetos inertes como sujetos, rodeados de un vacío que parece estático, crea asociaciones que despiertan la curiosidad del espectador. Lo sobrecogen.
"Tengo la sensación de que con esta forma de poner en relación dos elementos dispares se crea la posibilidad de hacer una lectura más interesante; de la misma manera que antes con dos piedras surgía una chispa, con dos objetos surge una idea”, aseguró Madoz refiriéndose al mecanismo que funde, en un mismo plano, dos artefactos. En un repaso a estas más de 300 imágenes, resalta un detalle que el tiempo hace pasar desapercibido: a pesar de su elocuencia, o justamente por ella, Madoz nunca coloca títulos. Poner palabras, asegura, le parece un ejercicio banal. "La imagen sola permite una lectura más ambigua, y no lo veo como algo necesario”, ha dicho el fotógrafo.
La reedición de este volumen, que se publicó por primera vez en 2009, amplía y actualiza la obra de un creador minucioso. En su taller de Galapagar, elabora cada fotografía con bocetos a lápiz en los que dispone la colocación exacta de los objetos -¿una pipa? ¿una escalera? ¿un cepillo de dientes?- que juntos habrán de sacar la chispa de la idea resultante de la unión de ambos. Sus objetos significan porque se oponen; se complementan; alumbran otros cuya existencia es virtual.
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