Hay quienes se refieren a Sebastiao Salgado (Minas Gerais, Brasil, 1944) como el primer fotógrafo del Tercer Mundo; el hombre que documentó el malestar y la precariedad; otros se refieren a él como un esteta de la miseria, entre ellos Susan Sontag, quien le acusó de ideologizar y lucrarse de la miseria por él fotografiada. Polémicas al margen, el reportero corre en la pista de los que optan a un Oscar, esta vez como musa y no como aquel que mira tras la cámara. Se trata de La sal de la tierra, de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado –hijo del fotógrafo-, una cinta que recorre el trabajo del fotógrafo Sebastiao Salgado, y que ha sido nominada al Óscar al mejor documental.
Sebastiao Salgado comenzó en los años setenta, en África, cuando, poco después de obtener el título de doctor en Economía, comenzó a trabajar para la Organización Internacional del Café. Allí encontró la fotografía y un mundo que capturar a través de ella. En 1994, tras décadas trabajando para la Agencia Magnum, creó su propio proyecto, Amazonas Images. Desde esa nueva trinchera, el fotógrafo brasileño se propuso documentar las escasas y precarias condiciones de trabajos de miles de personas.
Sus primeros trabajos generaron reacciones encontradas. El sello de lo que sería su fotografía -el blanco y negro, la mirada detallista - reveló rincones de un planeta hambriento y desguarecido. Y fue justo esa belleza potente la que sobrecogió a muchos, incluyendo a Win Wenders, quien decidió retomar el género documental para contar los viajes en los que el fotógrafo acudió acompañado por su hijo Juliano Ribeiro Salgado.
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Entre sus trabajos más conocidos está La mano del hombre (1993), una serie que documenta el trabajo obrero en el mundo con el que Salgado consiguió provocar tanta emoción como vergüenza; Éxodos (2000), su colección de más de 300 imágenes de personas sin hogar, obligadas a moverse de un lugar a otro a causa de las hambrunas; Otras Américas (1986) y Génesis (2000) también forman parte de la selección, esta última especialmente conmovedora, pues reúne la expedición de ocho años que hizo Salgado para redescubrir montañas, desiertos, océanos, animales y pueblos apartados de la modernidad y el desarrollo industrial y tecnológico.
Salgado –quien ahora se ha embarcado en un proyecto para descubierto territorios vírgenes- es parsimonioso, no en vano puede demorar cerca de siete u ocho años en cada serie. Alimentado por la impronta de la reflexión económica y social, muchos reconocen su enorme influjo en el fotoperiodismo actual a la vez que arrojan piedras en su contra, como ocurrió con el crítico francés Jean-François Chevrier, quien le acusó de hacer "voyeurismo sentimental". O Ingrid Sischy, crítica de The New York Times, quien aseguró que Salgado daba "tratamiento estético a la tragedia para anestesiar los sentimientos de aquellos que lo están presenciando". Para otros el asunto es diferente: Salgado dignifica a quienes fotografía.
La Sal de la Tierra, que fue estrenada en España en el Festival de San Sebastián, ganó el Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes. “Esta obra maestra documental sobre el fotógrafo Sebastião Salgado es un convincente testimonio de nuestro tiempo y una reflexión sobre la condición humana alrededor del planeta que nos muestra la posibilidad de mantener la esperanza en el género humano”, fueron las palabras utilizadas en el veredicto.