No son nuevos, existen desde hace ya muchos años. Es un género que puede presumir de filmes resultones como 28 días después, Zombieland o el Amanecer de los muertos. Eso, sin contar verdaderas piezas de colección, entre ellas White Zombie, la primera película sobre estas criaturas realizada en 1932 por los hermanos Halperin; La noche de los muertos vivientes, con la que George A. Romero revolucionó la pantalla a finales de los sesenta y qué decir de El regreso de los muertos vivientes , dirigida por Dan O’Bannon, y estrenada en 1985.
Mucho antes de la fiebre actual existían novelas y hasta movimientos de fans. Sin embargo, no fue hasta que Robert Kirkman reventó el patio con sus guiones de caminantes cuando el género zombie tuvo un florecimiento. En un mundo globalizado, la cultura de masas se dedicó, de pronto, a retratarse en esta plaga de proporciones bíblicas que amenaza al mundo postmoderno.
Sólo hay que dar un vistazo a los estrenos y blockbusters de temporada para confirmarlo: desde The Walking Dead, la serie de televisión desarrollada por Frank Darabont para AMC, pasando por el mundo apocalíptico al que se enfrenta Brad Pitt en Guerra Mundial Z hasta pastelazos para teenagers como Memorias de un zombie adolescente.
¿Están de moda? Es obvio que sí. Son muchos, no cesan en su objetivo y buscan algo: vender. Al menos así de claro lo tienen quienes se han apuntado al género para subirse al carro de la ciencia ficción –este año hubo, al menos, cinco estrenos en su tipo- y desbancar así a las apuestas seguras: desde la comedia romántica hasta los superhéroes.
Sirven para todo: escenifican a la perfección un mundo que, para reflexionar sobre sí mismo, ha tenido que inventarse sus propios monstruos. ¿Por ejemplo? En la serie de AMC, entre mordisco y mordisco, la épica del grupo humano que intenta sobrevivir se impone. En esa dinámica, la reflexión sobre el poder, la autoridad o las estructuras del gobierno flotan como apocalípticas moralejas de nuestra propia extinción.
Lo mismo ocurre con la película protagonizada por Brad Pitt y basada en la novela de Max Brooks publicada en 2006. ¿Quién es el bueno de la partida? Pues nada más que un experto investigador de las Naciones Unidas. ¿Ideología? Uhum… En plena carrera para frenar el fin de la humanidad resulta curioso que sea un funcionario de un organismo multilateral, y no un superhéroe a la usanza o un improvisado salvador con recortada, el encargado de salvarnos a todos.
Hay incluso quienes han querido retocar un poco las reglas de juego para apuntarse un tanto con la ola zombie. Lo hizo Kieren Walker con In the Flesh , la miniserie y pelotazo del año emitido en la BBC, que se explaya en las sesiones de rehabiliación con ex zombies que en su día estuvieron afectados del Síndrome de los Parcialmente Muertos y que ahora debe lidiar con su reinserción en una sociedad. En una versión algo más elegante está Les Revenants, la serie francesa basada en la película homónima de Robin Campillo, cuyos derechos adquirió Channel 4 para emitir en Reino Unido.
A eso se suma, claro, la guinda del pastel…. ¡El romance zombie!, una estrategia encaminada a destronar a los empalagosos vampiros de Crepúsculo con películas como Warm Bodies , en España traducida como Memorias de un zombie adolescente, un filme que versiona, en clave de comedia, la historia de Romeo y Julieta. En ella se narran los amores entre un zombie adicto a los vinilos (Nicholas Hoult) y una humana (Teresa Palmer) que hace lo que Bella en la novela de Stephanie Meyer: liarse con un monstruo sensible. Darle verosimilitud y otras reglas al género forma parte de su expansión de mercado: zombies hasta en la sopa.
Literatura zombie
Si el cine acuñó los clásicos del género, la literatura se había dado banquete … ¡y mucho antes! White Zombie, que ya hemos dicho fue la primera película del género en 1932, está basada en una obra de teatro –Zombie, de Kenneth Webb, representada ese mismo año– inspirada, a su vez, en La isla mágica, una novela de 1929 escrita por William Seabrook. Sin embargo, si hay algo que no se puede negar es que todas éstas beben indisimuladamente del mito de Frankenstein, novela de 1818 escrita por Mary Shelley.
Así como ha ocurrido en el cine, la literatura también quiere a sus muertos vivientes deambulando por todos lados. No le bastó a Max Brooks el éxito de Guerra mundial Z, fue a por todas con Zombi: Guía de supervivencia, una especie de tratado de no ficción escrita en tono enciclopédico que ya lleva 16 ediciones. Otro reciente fenómeno editorial sobre el tema caminantes es Orgullo y prejuicio y zombis –de Seth Graham-Smith–, una versión que adereza el clásico de Jane Austen con el brote de una epidemia de muertos vivientes en plena Regencia inglesa.
En España, los sellos Minotauro y Timun Mas Narrativa, destacan desde hace unos años por su catálogo de novelas sobre este género: Feed; la antología Zombies o la trilogía Zombie planet, Zombie Nation y Zombie Island. Sin embargo, lo que hoy presenciamos es una avalancha. En diciembre, por ejemplo, la editorial Planeta lanzará The Walking Dead Chronicles, donde se detallan los entresijos de la serie y del cómic original, con artículos de Frank Darabont (director de la primera temporada de la serie TV) y de Robert Kirkman (guionista y creador del cómic).
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