Cultura

¿Es ésta una larga historia de amor (y dolor) entre España y Cataluña?

Corría el año 2016, Carles Puigdemont había anunciado que Cataluña convocaría un referéndum para separarse de España; estuviese o no contemplado en las leyes. En Madrid, Las Cortes se disolvían -otra

Corría el año 2016, Carles Puigdemont había anunciado que Cataluña convocaría un referéndum para separarse de España; estuviese o no contemplado en las leyes. En Madrid, Las Cortes se disolvían -otra vez- tras la imposibilidad de los partidos políticos para llegar a un pacto de gobierno. Entonces, la periodista Sonsoles Ónega escribía encerrada en su casa. Sin apenas detenerse, asegura."Me dije a mí misma: Sonsoles, espabila... o no vas a terminar este libro". A pesar de todo, lo terminó. Se trata de Después del amor (Planeta), la novela que publica la periodista y con la ganó el Premio Fernando Lara. Por ser la quinta, está de más la pregunta sobre por qué las reporteras -especialmente ellas- escriben tanta ficción y en qué tiempo. Al grano; que este viene en tapa dura. 

"Sobre él pesaba una orden de fusilamiento. Se llamaba Federico. Era un hombre muy importante, un alto cargo de la Generalitat catalana", insistieron las informantes

La historia llegó a sus manos justo mientras terminaba de escribir su libro anterior. Cuando le comentaron que existía una anécdota jugosa, Sonsoles Ónega se plantó en Barcelona para escuchar lo que tres ancianas tenían que contarle. Eran las nietas de Carmen Trilla, una dama de la alta sociedad catalana quien justo después de descubrir que su marido la engañaba con una de sus hermanas, conoció a un militar de la Generalitat. Un personaje que terminó por convertirse en el billete hacia un viaje transformador; y de esos, claro, no se sale ileso. Ir sin equipaje a la quema de una vida y al brote de otra.

Cuál era su nombre completo. "Escofet, Federico Escofet", le dijeron. ¡Claro que aquello era una novela!

"Sobre él pesaba una orden de fusilamiento. Se llamaba Federico. Era un hombre muy importante, un alto cargo de la Generalitat catalana", insistieron las informantes; o al menos así dice Sonsoles Onega que transcurrió la conversación. Cuando la periodista insistió y pidió a aquellas mujeres que intentaran recordar cuál era el nombre completo de aquel personaje, una dijo: "Escofet, Federico Escofet". Claro que aquello era una novela; aunque ella no supiese -así lo admite- quién era en verdad Escofet. Se trataba nada más ni nada menos que de una figura clave en la Cataluña de los años 30. Aquel capitán que estuvo al lado de Lluís Companys y de Francesc Macià. Un personaje –por cierto- que también recupera Lorenzo Silva en Recordarán tu nombre (Destino). Pero al grano. Otra vez; al grano.

Sonsoles Ónega insiste en que ésta no es una novela sobre la Guerra Civil, tampoco sobre la Segunda República. "Es una historia amor"... ¿Está segura? ¿Una historia de amor... sólo?

Al momento de contar cómo y de qué forma fue tirando del hilo de una historia que daba para mucho más, Sonsoles Ónega insiste -erre que erre- en que ésta  no es una novela sobre la Guerra Civil, tampoco sobre la Segunda República. "Es una historia de amor". ¿De amor... sólo? ¿Entre quiénes? ¿Entre Carmen Trilla y Federico Escofet? ¿Entre las recién declaradas repúblicas catalana y española? ¿Quiénes se unen y quiénes se separan en estas páginas?

La novela arranca en el año 1933, el Estatuto Catalán había sido aprobado tras un larguísimo estira y encoge. En los primeros capítulos de Después del amorel capitán Federico Escofet se encuentra con Carmen, una acomodada señora que huye de un matrimonio nefasto. Al mismo tiempo, los destinos de dos países completan su propio viaje hacia el descalabro. Ya se sabe, claro: las tragedias nacionales siempre o casi siempre, se convierten en tragedias individuales. 

Su actuación al lado del presidente Companys le supuso al capitán Escofet una condena a muerte. Aquellos hechos tuvieron un impacto "crucial" en la vida de Carmen Trilla

Tanto Carmen Trilla como Federico Escofet entraron en una vorágine. Esos desagües que empujan otros. Ambos estaban casados y aunque podían  divorciarse para empezar una historia juntos, las cosas se complicaron -las sociedades, a veces no están del todo preparadas para sus leyes-. Por su doble fidelidad a la República española y a Cataluña, la actuación del capitán Escofet al lado del presidente Companys le supuso al militar una condena a muerte. Aquellos hechos tuvieron un impacto "crucial" -dice Ónega-  en la vida de Carmen Trilla y en su decisión –gran tema de la novela, asegura- de tomar las riendas de su propia vida. En la trama, Carmen viaja al castillo militar en que está preso Federico Escofet, quien es indultado casi la víspera de su ejecución. La peripecia novelesca rueda sola en la biografía de alguien más. 

Un detalle de la portada de la nueva novela de Sonsoles Ónega.

"Todo eso se cuenta en el libro. Aunque, insisto, esta novela se centra en la historia de ambos. Es cierto: tenemos las claves del 31 y el 34. La novela documenta y describe cómo era la Cataluña de aquellos años pero tampoco quería que el periodista matara al escritor. Comencé a obsesionarme por reconstruir muchos elementos, por ejemplo:  en la etapa del exilio, entonces decidí volcarme en la narración, en la voz literaria. Y dije: espabila”, y así fue. Sonsoles Ónega escribió hasta componer la historia central, la de un hombre y una mujer en un país políticamente convulso, que desembocaría en la Guerra Civil Española. "La gasolina de un escritor está en los surtidores del oficio", dice Ónega refiriéndose a la mezcla que procuró: datos y hechos, confeccionados en un artefacto narrativo.

Las carnicerías, sean de dos o de quienes habitan un territorio, guardan sus dobleces. Se acomodan en los mostradores a los que van a parar los agravios que no prescriben: sean o no historias de amor; sean o no reproches. Escalar lo colectivo, así sea en el empalago de la historias... de amor. Pero ese, claro, es otro asunto. Así que al grano, por que éste, el de la novela de Sonsoles Ónega, viene en tapa dura. Esa forma de encuadernar -como en la lápida aquella del Albinus de Nabokov- el tiempo de los otros. Los años que eligen quienes cuentan historias. Que éstas sean buenas o incluso dignas de recordar, esa ya es otra historia. 

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP