Entre todas las expresiones del barbarismo etarra, los hachazos al bosque de Oma, del artista Agustín Ibarrola, fueron una muestra especialmente simbólica del salvajismo y la incultura del nacionalismo radical. El 20 de mayo del año 2000, los medios nacionales recogían el ataque nocturno por un grupo de radicales abertzales. El bosque pintado, situado en la localidad vizcaína de Kortezubi, amaneció con dos árboles talados y con daños en las cortezas tintadas de al menos otros 82. Los partidarios del tiro en la nuca, los coches bomba y los secuestros se liaban a machetazos contra unas de las obras de arte con mayor proyección internacional realizada por uno de sus paisanos.
La sinrazón nacionalista, da igual la bandera que elijan, nunca se ha llevado bien con la intrínseca libertad del arte. Imaginen a un grupo de chavales totalmente abducidos por el veneno nacional que dedican una de sus noches de primavera, reventando las cortezas de un bosque de pinos pintados, por los que su pueblo es admirado a nivel internacional. Ellos también firmaron su obra: "los abertzales quieren la muerte del Foro de Ermua", dejaron escrito en su ataque junto al anagrama de ETA e insultos al artista: "Ibarrola, facha de honor".
En aquel momento, Ibarrola, fundador del Foro de Ermua, llevaba meses padeciendo los ataques abertzales, primero en el bosque y luego en su propia vivienda. Tras el ataque sufrido en su hogar, el alcalde de Kortezubi, Marco Bastegieta, del PNV, se negó a condenar la agresión por los posicionamientos en contra del nacionalismo vasco del pintor y escultor. "Los autores del sabotaje han pretendido eliminar el aporte de una cultura profundamente vasca que no está hecha por un nacionalista", espetó el autor tras la tala en su bosque.
La sinrazón nacionalista nunca se ha llevado bien con la intrínseca libertad del arte
Comprometido contra ETA y el Franquismo
Antes de haber sufrido al nacionalismo vasco, había sido víctima del Franquismo. Detenido por su militancia comunista durante la dictadura, Ibarrola pasó varios años en prisión. Posteriormente abogó por la Constitución de 1978, como expresión de una España más libre, justa y democrática.
El artista creó su obra más famosa entre 1982 y 1985, llenó de colores y formas un pinar cercano a su caserio. El bosque de tonos ocres tornaba en una sinfonía de colores y formas, una intervención artística donde los troncos de árboles se convierten en lienzos, posicionándolo como una de las principales atracciones del País Vasco.
Pero después de soportar la tiranía franquista, el autor tampoco tembló ante la del terrorismo etarra. Fue fundador del Foro de Ermua, del que creó su logo, y de ¡Basta ya!, lo que le convirtió en uno de las personalidades más señaladas por la banda criminal y durante el siglo XXI, se repetían los ataques a su bosque.
Ibarrola siguió defendiendo el régimen constitucional que amparaba y protegía la diversidad de los distintos territorios: "No sabíamos qué era, fue un imperio, pasó a ser una España que en realidad estaba hecha muy por arriba, pero que no había vivido los procesos democráticos para convertir al país en un estado de derecho, con participación de todas las gentes diversas y todas las manifestaciones culturales tan ricas y amplias que producía el conjunto de los españoles", señaló en 2013, momento en el que había mostrado su apoyo a Rosa Díez y su formación UPyD.
En 2021, tras la declaración del líder de EH Bildu Arnaldo Otegi en las que lamentaba el “pesar y dolor” de las víctimas de ETA, el hijo del artista José Ibarrola señaló orgulloso: “Mi padre ha ganado, porque esa declaración es la constatación de que no han podido con él y eso es algo que desde el punto de vista de un hijo es una demostración de que la resistencia, el no dejarse avasallar ni por unos ni por otros, ha triunfado. No han logrado, en definitiva, callarle porque durante años fue una pelea constante contra la gente, contra quienes le querían silenciar”. ETA fue derrotada hace tiempo, es la pesadilla reciente más oscura del pueblo vasco, mientras que el bosque de Oma sigue brillando como un emblema de la cultura en todo el mundo. Una vez más, la barbarie sucumbió ante el arte.
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