El guionista y director Borja Cobeaga se sacó el carnet de conducir a los 40 años y descubrió tiempo después que realizar aquel trámite en una etapa más tardía de lo habitual era una "experiencia colectiva" e incluso un "trauma" para quienes no aprueban a la primera. El microcosmos de la autoescuela se convirtió pronto en material para su primera ficción como creador de una serie y el resultado se titula, como no podía ser de otra manera, No me gusta conducir.
El protagonista de esta serie, que el canal TNT acaba de estrenar, es Pablo Lopetegui (Juan Diego Botto), un profesor universitario cuarentón un tanto huraño, misántropo, amargado y que muestra desprecio por los jóvenes cada vez que tiene ocasión. Tras separarse de su pareja, un día decide terminar con una de sus deudas vitales y se apunta a la autoescuela, un lugar donde descubrirá que "no solo es uno más, sino que es el peor", tal y como ha señalado Borja Cobeaga a Vozpópuli sobre esta serie.
Precisamente, la tiranía de la juventud o, más bien, el desprecio de los mayores a los nacidos con posteridad, es uno de los temas sobre los que se mueve No me gusta conducir. "Los jóvenes conducen mejor y le dan lecciones al protagonista. Normalmente, la visión es que los jóvenes lo hacen peor y que son más blandos, así que me apetecía dar un punto de vista diferente. En la lección que aprende el protagonista, los jóvenes tienen un lugar importante", señala.
Lopetegui, este profesor de Literatura altivo y a menudo antipático, así como un escritor frustrado y pareja egocéntrica, pronto muestra algunos de sus fracasos en la vida. "La serie habla del éxito y de lo relativo que es. Él echa la culpa de sus fracasos a factores externos y piensa que si hubiera tenido éxito como escritor sería más feliz, pero por el camino se encuentra que hay gente que triunfa y que puede estar igual de amargada que él", cuenta el director.
No me gusta conducir y el símbolo del coche
Entre las experiencias de las que Cobeaga se hizo eco para No me gusta conducir, empezando por la suya propia, el director se dio cuenta de que la incomunicación con la figura paterna estaba "muy representada por el coche" y que incluso algunos no podían llevar a su padre de copiloto, "el peor pasajero" posible, tan "acostumbrado a llevar el coche él".
En términos de figura paterna, de masculinidad, el coche tiene algo simbólico. Cuando no me saqué el carnet a los 18 mi padre estaba estupefacto, no se lo podía creer", cuenta Borja Cobeaga
"En términos de figura paterna, de masculinidad, el coche tiene algo simbólico. Cuando no me saqué el carnet a los 18 mi padre estaba estupefacto, no se lo podía creer. Esa cosa del coche como símbolo del cabeza de familia, que solo conduce él, que es como su terreno personal y su manera de representar la paternidad está en la serie. En España ha pasado mucho, por eso usamos el programa de TVE1 'La segunda oportunidad', como flashes del protagonista", apunta Cobeaga.
Para el director de Pagafantas (2009) y coguionista de Ocho apellidos vascos (2014), el camino que marcaron Luis García Berlanga o Rafael Azcona en la comedia, con tanto público potencia en España, es "difícil de seguir", porque al tiempo que "hacían reír metían muchas capas de profundidad". "En general nos hemos ablandado un poco, hemos buscado más la risa fácil y ese tipo de comedia con más enjundia es difícil de seguir y de hacer. Ojalá haya más discípulos de Berlanga, pero es complicado", opina el director de No me gusta conducir.
Desde una perspectiva negativa, lo que a su juicio no ha cambiado de la España que retrataron los grandes cineastas del absurdo y el esperpento es, más allá de la "envidia", el "desprecio", tal y como señaló Fernando Fernán Gómez y recuerda Cobeaga. "La envidia es querer ponerse en el lugar del otro, pero con el desprecio ni siquiera tienes que hacer nada, es más pasivo y fácil", indica. En el lado positivo, cree que no han cambiado "las ganas de reírse de absolutamente de todo". "En España, a cualquier persona que asome cierta solemnidad enseguida la sacamos de ahí, eso no ha cambiado y es muy positivo", resalta.
En los últimos años el cine comercial ha estado más atento de samplear, de recoger historias ajenas y hacer remakes de las grandes comedias del año en Francia o Italia", lamenta el director
El director y guionista lamenta que mientras que hace años se estrenaban comedias "originales y propias, en los últimos años el cine comercial ha estado más atento de samplear, de recoger historias ajenas y hacer remakes de las grandes comedias del año en Francia o Italia". "Quienes hacemos comedia hemos encontrado en las plataformas una manera de contar nuestras propias historias. Hay más personalidad autoral ahora mismo -con Berto Romero, Diego San José o Leticia Dolera, por ejemplo- que en el cine de salas tradicional. Si nos queremos dedicar a esto no es para versionar el trabajo de otro y adaptarlo a España, sino para contar nuestras propias historias", señala.
Cobeaga (San Sebastián, 1977), quien se atrevió hace unos años a abordar el terrorismo de ETA y la negociación entre el Gobierno y la banda en su película Negociador (2014), cambia el conflicto vasco por el "conflicto paterno" en sus próximos proyectos, tanto como director (Los aitas, que comenzará su rodaje en 2023) como en sus proyectos como guionista para otros directores. "Tiene mucho que ver con haber sido padre y con hacerme mayor", reconoce.
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