El 125 aniversario del hallazgo de la Dama de Elche ha reabierto el conflicto entre el ministerio de Cultura y las autoridades de la localidad alicantina en torno a la devolución de la pieza íbera, ahora expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. El alcalde de Elche, Carlos González, y todos los portavoces de los grupos municipales firmaron el 4 de agosto la "Declaración Institucional de La Alcudia", en la que exigen al Ministerio de Cultura y al Museo Arqueológico el traslado "permanente y definitivo". Sin embargo, este último se apresuró en volver a negar la devolución de la escultura, en base a la recomendación de los expertos que "desaconsejan su traslado".
El texto de la corporación municipal destacaba que su vuelta definitiva supondría que la pieza "estaría contextualizada en su lugar de origen y convertiría nuestro municipio en un referente cultural de primer orden, con los beneficios sociales y económicos derivados de esta condición". Y se lamentaba de que desde su llegada a París, apenas un mes después de su hallazgo el 4 de agosto de 1897, solo ha sido expuesta dos veces en Elche de manera temporal, en 1965 y en 2006.
En el mismo mes de agosto de 1897, en el que el busto fue encontrado, el Museo del Louvre lo adquirió por 4.000 francos, 5.200 pesetas de la época. Tuvo que pasar casi medio siglo, hasta que en medio de la Segunda Guerra Mundial, la Francia Vichy, colaboracionista de Hitler, llegó a un acuerdo de intercambio de piezas de arte con la dictadura de Franco. Desde entonces, el busto íbero ha permanecido en la capital española, primero en el museo de El Prado y desde 1971 en el Arqueológico Nacional.
Los mármoles del Partenón
Si dentro de un mismo país la devolución de este tipo de piezas supone un verdadero quebradero de cabeza que genera conflictos regionales y entre las distintas administraciones, el asunto se complica cuando la pieza en cuestión cruzó fronteras, aunque en el momento del traslado las actuales lindes no existieran.
Grecia y Egipto han sido dos de los países que más han reclamado la devolución de patrimonio histórico y artístico. Algunas de las mejores piezas de museos como el Louvre o el British, tienen una oscura procedencia de campañas coloniales del siglo XIX. El paradigma son los mármoles del Partenón, que engloban más de la mitad de las esculturas del templo ateniense, y que en la propia época ya fueron considerados un expolio tanto en Grecia (entonces parte del Imperio Otomano) como en Londres. Thomas Bruce, conde de Elgin, responsable de la adquisición fue acusado de saqueador, por personalidaddes como el propio Lord Byron. Finalmente, fueron comprados en 1816 por el gobierno británico, después de que un comité del Parlamento británico recomendara la compra, pero más por motivos de prestigio nacional que por una procedencia legítima, que nunca fue aclarada.
Dos siglos después, el museo londinense se mantiene firme en su postura y en el mes de mayo recalcó que los mármoles no se devolverían a Grecia y que no se habían llevado a cabo ni se planeban "nuevas conversaciones con el Gobierno griego", aunque sí se mostraron favorables a realizar cesiones temporales.
El British contestaba así a la UNESCO después de que esta anunciara que ambos países estaban dispuestos a entablar un diálogo sobre la repatriación de los mármoles, como establece una resolución aprobada en diciembre de 2021. Semanas más tarde, el director adjunto del museo, Jonathan Williams, trató de acercar posturas y propuso una “asociación del Partenón". "Creo firmemente que hay espacio para una conversación realmente dinámica y positiva dentro de la cual se pueden encontrar nuevas formas de trabajar juntos", señaló Williams, mientras que el museo informó en una nota que estaban dispuestos a prestar las esculturas "a quienes deseen mostrarlas a otros públicos de todo el mundo, siempre que las cuiden y las devuelvan".
Devolución del obelisco de Aksum
Todos los grandes museos y países con pasado colonial se enfrentan a la difícil cuestión de la devolución, y, sin duda, será una de las polémicas de los próximos años. Algunos de los argumentos tradicionalmente esgrimidos, como el de la garantía de conservación, denotan un fuerte paternalismo difícil de mantener en la actualidad, y cada año se multiplican las noticas de devolución de piezas.
En una de las campañas coloniales de Mussolini a Etiopía, las tropas italianas tomaron el obelisco de Aksum, que fue transportado hasta Roma como parte del botín de la campaña. En 1947, el gobierno italiano se comprometió a devolverlo, pero durante 50 años fue dejando pasar el asunto, hasta que en 2005, el monumento fue devuelto y volvió a ser erigido en Etiopía en 2008.
En 2011, Francia también devolvió una serie de manuscritos coreanos, después de que estos fueran saqueados por una expedición gala en 1866. Mientras que en octubre del año pasado, Emmanuel Macron escenificó la devolución a Benín de 26 obras del tesoro real de Abomey. "Francia no podía permanecer pasiva ante el hecho de que el 95% del patrimonio africano se encuentre fuera de sus fronteras. No había razón para que la juventud de Benín no pueda tener acceso a su patrimonio", dijo el presidente francés.
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