La reentré del Otoño trae títulos cuando menos interesantes en lo que a la política se refiere. Sin ir más lejos, las próximas memorias de Pedro Solbes o Zapatero. Pero estos son diferentes: los hay cañeros y propagandísticos, otros quedan en el punto medio. He aquí una selección que no tiene desperdicio. Desde reproches generacionales de jóvenes a viejos políticos hasta historias de corrupción.
Mamá, quiero ser político (La Esfera de los libros, 2013) Estas páginas no son una tabla rasa, aclaran sus autores, y la verdad... tienen razón. Son algo mucho peor: una mesa de quirófano, la bandeja de una cortadora de fiambre o lo más dramático, un espejo. “No decimos que todos los políticos sean malos. Valoramos la política y a quienes se dedican a ella. Sabemos que algunos son honestos. Pero la puesta en valor empieza desde el propio examen”, dice Gabriel Cruz, autor, junto con Sandra Mir, del libro ¡Mamá, quiero ser político! (La Esfera de los Libros, 2013), un libro de investigación en el que Cruz y Mir han invertido más de año y medio de documentación, reporterismo y trabajo de campo. En él revelan historias como las de la familia Fabra, que lleva 130 años en el poder o personajes como Jose Luis Baltar, del PP de Orense, quien logró "enchufar" cerca de 200 personas de su entorno en cargos públicos, además de estos, hay otros datos descorazonadores, como el que indica que 70% de las personas que ocupan cargos públicos nunca han sido empleados de empresas privadas, ni gestionado su propio negocio y muchos menos han pasado pruebas para ocupar el puesto que detentan.
No nos avergoncéis (Destino, 2013) A mitad de camino entre la ñoñez, el ensayo y el autobombo, la socialista Beatriz Talegón saca renta a su s palabras contra el socialismo internacional, reunido en un hotel de cinco estrellas, a cuyos líderes reclamó la forma poco austera y distante de discutir los asuntos de los ciudadanos y lo hace en el libro No nos avergoncemos. “Somos una generación engañada”, pero “no somos una generación perdida”, proclama en este libro. A sus treinta años, se reconoce como parte de una generación nacida en democracia, con acceso a la educación y a la sanidad públicas, con la tolerancia como insignia, que rechaza “seguir pagando los platos rotos por otros”, porque “llegamos aquí con las manos limpias y con la convicción de que ahora nos toca a nosotros desempeñar un papel fundamental. No somos parte del problema, queremos ser parte de la solución”. Propone recuperar valores y mirar al futuro, no sin una cierta prosa de regañina que retumba e incordia. “Nos creímos lo que los mayores nos contasteis y hoy, al mirar atrás, descubrimos que no todo era cierto. Los jóvenes no nos resignamos. No nos avergoncemos de querer cambiar la realidad”.
La ceremonia caníbal (Península, 2013). El subtítulo no puede ser más esclarecedor “Sobre la performance política”. El servicio público convertido en puesta en escena. A merced de las agencias de calificación y de los mercados, dice su autor, los políticos se enfrentan a un descrédito del que apenas pueden escapar. En medio de esta crisis de imagen y representación, La ceremonia caníbal pone en relación su imagen y nuestra vida cotidiana, la autodestrucción de la clase política y la legitimidad de sus medidas. Convertidos los políticos en un producto de la subcultura mediática, luchan por asomar la cabeza, recuperar su rol dirigente, mientras pende sobre ellos el fantasma de su total desaparición. Al menos tal y como los hemos conocido hasta la fecha. Su autor, Christian Salmon, escritor y miembro del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje (CNRS), Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes (Península, 2008, 4ª edición), Kate Moss Machine (Península, 2010) y La estrategia de Sherezade (Península, 2011) le han consagrado como uno de los analistas más incisivos de la sociedad contemporánea.
Sin complejos (Destino, 2013). Cuesta pensar que un político tan joven –tiene 36 años- ya tenga autobiografía. Pero es así. Se trata de Sin complejos, libro del joven popular Borja Sémper en un repaso biográfico en el que dibuja los claroscuros de la función pública y de la actividad de los partidos. El libro, que fue presentado por el ministro Gallardón esta semana, constituye “un alegato crítico a favor” del trabajo de los políticos en un momento delicado para su credibilidad por el demoledor impacto de los escándalos de corrupción. Sin ir más lejos, reconoce que a él mismo le tentaron hace años cuando dirigía la cartera de Urbanismo en su municipio natal, pero que no picó. “Pude convertirme en un corrupto”, declara Sémper, que no duda en censurar a su partido por la forma de gestionar el ‘caso Bárcenas’. En este libro saca a relucir también algunos encontronazos generacionales dentro de su propia organización como, por ejemplo, el reproche que le hizo María San Gil por saludar a Juan José Ibarretxe para felicitarle por navidad o la censura que le valió decir que “Bildu no es ETA”.
Modelos de democracia en España. 1931-1978 (Península, 2013). Este ensayo está escrito a la sazón de los tiempos que corren, tiempo de revisión y derrumbe. Hoy, cuando la crisis económica y política pide una reflexión, Rafael Escudero se plantea comparar dos modelos políticos de España: la experiencia republicana de 1931 y la de 1978. Partiendo del hecho de que España necesita un nuevo texto que la define en una realidad completamente distinta de ambos ejemplos, Escudero plantea la historia de España como un cúmulo de intentos que procuran corregir una insuficiencia. Compara así su autor la experiencia republicana de 1931, plasmada en una Constitución que trazó un programa de transformación de la sociedad truncado por un golpe militar que dio paso a una larga dictadura. Tras ella, una democracia nacida con la vocación de olvidar el pasado republicano, amparada en una Constitución incapaz de profundizar en términos de calidad democrática e igualdad real. ¿Puede una Constitución, una sola ley, determinar el modo de vida y las relaciones de una sociedad?, se pregunta su autor en estas páginas.
5+1 Catarsis
El régimen político del 78, dicen, ha llegado a su fin. La transición no fue el relato entusiasta que alguien prometió. De ella queda esta democracia, que es poca y de mala calidad. El futuro todavía existe. Pero para encontrarlo hace falta una redención en mitad de la tragedia. Así lo afirman el analista político Javier Benegas y el economista Juan M. Blanco en las páginas de Catarsis (Akal, 2013), un ensayo que retrata la decadencia política de una España a la que hoy le aprieta la corona y se le descose el traje, ya prieto e insuficiente, de la Constitución.
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