La prosa de Ernest Hemingway se parecía a él. Era concisa, vigorosa, directa; a veces brutal y un tanto misógina, pero tremendamente efectiva. Ya lo decía el novelista: "El don más esencial para todo buen escritor es tener incorporado un detector de mierda".
Se refería el autor de Tener y no tener a la capacidad de adelgazar, tachar, eliminar, quitar de un texto lo que no es esencial. La pregunta, sin embargo, es cómo lograrlo. Escribir requiere cierta valentía, pero borrar lo escrito requiere el doble.
Guiados por la máxima del Premio Nobel, los hermanos Adam y Ben Long han creado una aplicación gratuita llamada Hemingway. Ninguno de los dos sobrepasa la treintena. Adam es informático y Ben trabaja como Copy en una agencia de publicidad. El programa que han diseñado, insisten, es capaz de analizar la prosa de un texto literario y convertirla en una pieza de relojería, al más puro estilo Hemingway.
El programa posee un sistema de subrayados de distintos colores que sirven para señalar los puntos débiles del texto. Dependiendo del fallo cometido, se asigna un color. Si la aplicación subraya una oración en amarillo es porque la considera excesivamente larga; habría que acortarla o dividirla. El rojo está reservado para las construcciones densas y complicadas. Hasta que la frase no sea editada por el usuario, no desaparece el subrayado.
El verde se utiliza para la voz pasiva mal empleada, las palabras marcadas en morado son consideradas por la aplicación como demasiado largas y el azul se emplea para los adverbios -fumigables, desde todo punto de vista-. Una vez terminada la revisión, la aplicación genera una estadística y asigna una puntuación. Diez es el mínimo para ser considerado un texto claro y correcto.
El periodista Ian Crouch de The New Yorker hizo la prueba. Pero no con un texto suyo, sino del mismísimo Hemingway. Así que decidió volcar el inicio de su relato Un lugar limpio y bien iluminado. El resultado fue un desastre. El premio Nobel obtuvo una calificación de 15 puntos, es decir, reprobó el test que él mismo inspiró. Picados por la curiosidad, en Marabilias decidimos repetir el experimento. Con el mismo párrafo. En nuestro intento Ernest Hemingway obtuvo 12, una cifra que apunta tan solo un OK. Vamos, suficiente.
Pero hay más. Repetimos la prueba con otro autor de prosa magra y muy directa. El asunto fue a peor. El primer párrafo de Call if you need me, de Raymond Carver -valga acotar, en su versión Gordon Lish- obtuvo 10.
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