En 2013 la situación era lóbrega. El déficit en las cuentas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía había superado entonces el millón de euros. El ejercicio siguiente, en 2014, llegó a los 320.000 euros negativos. En 2015, la corrección de las cifras consiguió un saldo positivo, tímido, pero positivo. El primero. Así se desprende del balance anual de la institución publicado los primeros del mes de agosto en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
Más ingresos que gastos. Un 14% más de patrocinios. Pero también un dato adicional, puede que el más significativo: una aportación del Estado de más 4 millones de euros. Una cantidad que lo coloca en el podio, en el mayor de todos los mecenas. La situación es, a la vez, satisfactoria y amarga. Un vaso de agua sobre la grava ardiente. Es el aceite del dinero público entonando un motor que no encuentra, del todo, su marcha. Después de una crisis que casi las derriba, las instituciones culturales procuran hacer los deberes. Tratan de poner en marcha la pesada y aparatosa máquina del conocimiento y la belleza. Lo hacen con las piezas de las que disponen: el lento mecenazgo privado versus el irregular –y en ocasiones desértico- cauce de la financiación pública. Esa es la fotografía del Reina a día de hoy.
Más ingresos que gastos. Un 14% más de patrocinios. Pero también un dato adicional, puede que el más significativo: una aportación del Estado de más 4 millones de euros.
Parece que una luz brilla al final del túnel; el largo túnel de la crisis y los recortes de las aportaciones del Estado (el total ha disminuido alrededor del 45% en estos últimos 5 años). Sin embargo, quienes detectan la luminosidad esperan, acaso con la prudencia del escarmentado, que aquello que resplandece cual promesa no sea el foco de una locomotora que viaja, en dirección contraria, como suelen hacerlo las cosas que pinchan.
Los buenos datos de las cuentas del Museo Reina Sofía podrían ser una tendencia; claro. Podrían; o no. Es difícil portar afirmaciones infalibles en un año como el 2016: un calendario, por así decirlo, en funciones. No con esas palabras, pero algo de eso, ese tono de advertencia o de cautela, hay en la explicación que hace el subdirector general gerente del museo, Michaux Miranda, al explicar a Vozpópuli la naturaleza de las cuentas que acaban de darse a conocer.
El Estado, el mayor mecenas
Las cuentas del Museo Reina publicadas en el BOE este lunes 1 de agosto especifican que los ingresos de gestión ordinaria alcanzaron los 35,4 millones de euros, frente a los gastos, que llegaron a un total de 32,4 millones de euros. El patrimonio neto del Reina Sofía al final del ejercicio 2015 es de 506,4 millones de euros. A eso se suma, un ahorro de 2,8 millones de euros, un aumento respecto al resultado del ejercicio anterior, cuando el resultado positivo fue de 260.732 euros. Aumentan también los visitantes: 3,2 millones de personas, por encima de los de 2,8 millones esperados. El incremento, sin embargo, no se traduce en aumento de ingresos por entradas: 3,3 millones de euros, frente a los 3,7 millones.
Para el museo, la principal fuente de ingresos la constituyen las transferencias del Estado. Sin embargo, la búsqueda de mecenas privados urge como parte de una reinvención
El capítulo patrocinios es el que refleja uno de los incrementos más significativos, al pasar de los 1,8 millones de euros previstos a los 2,1 millones de euros finales (un 14,8% más). En cuanto a las aportaciones estatales, la cifra ha aumentado considerablemente este ejercicio, hasta los 27,2 millones de euros (frente a los 22,9 millones de euros de 2014). Asimismo, las transferencias de organismos, entidades públicas, fundaciones o entidades jurídicas alcanzó los 2,2 millones de euros. Estos son, a pesar de todo los números decisivos. Para el museo, la principal fuente de ingresos la constituyen las transferencias del Estado, que han representado el 76,7% de los derechos reconocidos. El segundo lugar lo ocupan los precios públicos por entradas y exposiciones (el 9,4% de los ingresos), mientras que los patrocinios representan el 6,03% de sus ingresos.
La presencia monumental del Estado como mecenas quedó al descubierto, acaso con el exceso y la obviedad de los dramas –iba a pasar, tenía que pasar- cuando la crisis económica estranguló a todos los sectores de la vida en España, especialmente a la cultura, que recibió los recortes con la candidez de un níveo conejo. Las grandes exposiciones habían llegado a su fin. Y con ellas los fastos. Los monográficos. Tocaba trabajar de otra forma, en otras direcciones. ¿Pero cuáles? ¿Y de qué manera, si apenas y se pergeñaba una ley de Mecenazgo que no terminaría de llegar? Fue allí donde comenzó, acaso más consistentemente, el largo recorrido de la reinvención. La palabra mecenazgo comenzó a cobrar todo el sentido y peso de su importancia. Como si el sector hubiese comenzado a deletrearla en voz alta.
¿Aportan solo dinero los mecenas?
Gracias a la Ley 34/2011 reguladora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía aprobada en 2011 con el fin de dar mayor flexibilidad y autonomía presupuestaria y de gestión a la institución, se incorporaron como vocales los máximos responsables siete empresas: Abertis; Banco Santander; La Caixa; Inditex; Mapfre; Mutua Madrileña y Telefónica. Las cifras de dinero demuestran, sí, implicación en esa incorporación: Inditex aporta a las arcas del museo 300.000 euros; Telefónica, 300.000 euros; la Fundación Banco Santander 350.000 euros y la Fundación Mutua Madrileña 300.000 euros. Sin embargo, hay mucho más que liquidez en la presencia de estas instituciones.
Este año, Telefónica ha depositado su colección cubista: 33 piezas de especial relevancia –fechadas entre 1912 y 1933- que permanecerán bajo régimen de comodato
Este año, Telefónica ha depositado su colección cubista: 33 piezas de especial relevancia –fechadas entre 1912 y 1933- que permanecerán bajo régimen de comodato de bienes culturales durante un plazo de cinco años, con carácter renovable. En 2011, la influyente coleccionista y mecenas venezolana Patricia Phelps de Cisneros –fundadora en el MoMA del comité de arte latinoamericano y del Caribe- también firmó un acuerdo de colaboración con el Reina Sofía que ha permitido al museo paliar las estrecheces en su política de adquisiciones. A la política de proyectos y convenios, el Reina sumó una cartera amplísima –a la carta si se quiere- de proyectos: exposiciones y convenios, desde el Pompidou de París y la Tate de Londres –así salió adelante la muestra del pintor cubano Wilfredo Lam- hasta muestras como la dedicada al belga Marcel Broodthaers, organizada de forma conjunta con el MoMA.
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