Así ocurrió con Barbara Pyle, que enamorada de la energía que era capaz de desprender en directo un nuevo músico norteamericano que allá por 1973 comenzaba a ser conocido, de nombre Bruce Springsteen, decidió seguirle en numerosos conciertos hasta el punto de ser considerada la ‘oficial fotógrafa no oficial’. Así que no es de extrañar que fuera invitada a los últimos meses de las sesiones de grabación el tercer disco de Springsteen y fundador de las bases de la pantagruélica importancia posterior en el devenir del rock de su autor, Born to run.
Y es de celebrar que ahora publique buena parte de aquellas sesiones, con muchas de aquellas fotografías completamente desconocidas hasta ahora, en el libro Bruce Springsteen & The E Street Band 1975, anticipando la exposición que sobre el tema se estrenará el próximo octubre en la Snap Galleries londinense.
https://youtube.com/watch?v=cjGGrcDlcLs
La complicada grabación de una cumbre rock
Más allá del valor iconográfico que dichas fotografías puedan tener para los seguidores del músico de Nueva Jersey, el disco Born to run supuso un antes y un después no sólo en la carrera de su protagonista, sino incluso en la concepción comercial de la propia música rock norteamericana.
Nacido ya con una impronta fotográfica inolvidable, con aquella instantánea tomada por Eric Meola que muestra a Springsteen y a su inolvidable saxofonista y amigo, Clarence Clemons, en actitud de íntima camaradería, tuvo sin embargo una gestación complicada que se extendió durante más de un año y que incluso llegó a la duración de seis meses para sacar adelante la versión definitiva de la canción que daba título al álbum.
Springsteen llegaba de dos, si no fracasos, al menos no éxitos comerciales, como habían sido sus debutantes Greetings from Asbury Park, N.J. y The Wild, the Innocent and the E Street Shuffle, y con un presupuesto bastante extenso, quemaba sus últimas naves para convertirse en ese ‘futuro del rock and roll’ que había pronosticado el crítico musical, amigo y a la postre, co-productor del disco, John Landau.
https://youtube.com/watch?v=x5kXnq5IjdU
Pero más allá del valor histórico que pudieron plasmar las fotografías de Barbara Pyle, lo que subyace entre las notas de esas ocho canciones es todo un cuerpo rock que lleva a su máximo esplendor el original muro de sonido ideado años antes por Phil Spector, capas de arreglos para encumbrar con altas dotes de épica y melodía unas canciones impregnadas hasta el tuétano de romanticismo adolescente, ansias de libertad e inolvidables retazos de la sociedad americana.
Cantos a la búsqueda de nuevos horizontes y nuevas energías vitales como Thunder Road o Born to run coinciden con joyas del cancionero sprinsgsteeniano como Backstreets y Jungleland, donde la derrota y la desesperanza tienen una presencia más que anecdótica. Pero por encima de todo, encumbraron a un autor que fue capaz de radiografiar no sólo a su propia nación, sino a toda una generación de jóvenes que ansiaban un cambio en sus vidas fueran cuales fueran las fronteras que les mantenían encerrados. Uno de los discos más vivos y necesarios de la historia del rock.
https://youtube.com/watch?v=UV7nR5Tflpk
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