Durante el mes de junio de este año, los Mossos d’Esquadra detuvieron a cuatro personas responsables del robo de 443 obras, todas ellas pertenecientes a la pintora catalana Montserrat Gudiol. Se trataba de un conjunto de 134 óleos, 305 dibujos, litografías, grabados y esculturas: piezas del gótico catalán, del barroco italiano, elementos sacramentales y algunas obras atribuidas a Murillo y a El Greco. Verano tras verano se repiten historias similares: reliquias, incunables y obras maestras que desaparecen en manos de personas a quienes la ambición les puede y terminan delatados por la obviedad de sus maniobras para colocar el botín. Lo curioso, acaso, es que la mayoría de estas fechorías ocurren durante el periodo estival...
Verano tras verano se repiten historias similares: reliquias, incunables y obras maestras que desaparecen en manos de comerciantes a quienes la ambición les puede
Según cifras difundidas por el consejo de Patrimonio Histórico, cada año se producen entre 200 y 250 robos de objetos artísticos sujetos a los criterios y legislación de Patrimonio Artístico Nacional en España. La cifra se mantiene en ese rango aproximado desde hace cinco años. De esos objetos se suele recuperar cerca de un 25% al 30%. La mayoría de las sustracciones se produce en domicilios particulares, y aproximadamente un 30% ocurre en iglesias, sobre todo del medio rural. Eso en lo que a robos de arte respecta, los expolios de objetos o piezas históricas tienen otra dinámica que imposibilita contabilizar exactamente cuánto se sustrae.
Entre los robos –que no ya las desapariciones- más emblemáticos está el que perpetraron en 2001 dos personas encapuchadas en la casa de la multimillonaria empresaria Esther Koplowitz . Se llevaron 19 obras de gran valor, entre las que destacaba El columpio, de Goya, tasada en 12 millones de euros. En este caso, los ladrones fueron sorprendidos poco tiempo después, y no tuvieron que sentarse en el banquillo porque negociaron la pena de un año de cárcel con el fiscal y los abogados de la empresaria.
Otro de los casos más controvertidos fue el robo, en agosto de 2007 -¡otra vez, verano-, de dos mapamundis grabados e ilustrados en la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional (BNE), sólo disponible para investigadores. Estos dos "cuadernillos" formaban parte de sendos ejemplares de la obra Ptolomeo Cosmografía, en una edición incunable de 1482. Además, el robo supuso el cese de Rosa Regás, directora de la BNE en ese momento. Tres años más tarde, en 2010, tres encapuchados robaron un camión en un polígono de Getafe que tenía las llaves puestas. El furgón acaba de llegar de Alemania cargado con obras de- entre otros- Botero, Chillida, Saura o Tàpies. La Policía intuyó que era un encargo debido a la rapidez con que cometieron el acto.
Otro de los casos más controvertidos fue el robo, en agosto de 2007 -¡otra vez, verano-, de dos mapamundis grabados e ilustrados en la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional (BNE)
Aunque el tiempo sin noticias era mucho mayor fue finalmente a finales del verano de 2001 cuando el Museo Reina Sofía comunicó el extravío de Equal-Parallel/Guernica-Bengas, una pieza de 38 toneladas que desapareció sin mayor explicación. Richard Serra, su autor, llegó a un acuerdo con el museo para producir una pieza nueva. Pero si ha habido desapariciones curiosas, no menos exóticas han sido las recuperaciones de algunas obras… ¡también verano! A saber: el Códice Calixtino, un valioso manuscrito medieval conservado en la Catedral de Santiago de Compostela en paradero desconocido durante casi más de un año. Fue hallado en un garaje de la localidad coruñesa de Millandoiro, envuelto en papeles y en una bolsa de plástico, donde lo había escondido el electricista Manuel Fernández Castiñeiras, autor confeso del robo y que trabajó en el templo durante 25 años.
Y aunque el robo no fue en verano, sí fue en ese tiempo el juicio. Al golpe se le llamó "el robo del siglo", y no era para menos: siete valiosas obras de arte –entre ellas un Picasso, un Monet y un Gaugin- en el Museo Kunsthal de Róterdam (Países Bajos). Ocurrió en octubre de 2012. Las siete piezas fueron sustraídas en menos de tres minutos. Los autores eran seis ciudadanos rumanos que en agosto del año pasado ofrecieron devolver los cuadros a cambio de trasladar su juicio desde Rumanía a Países Bajos. Las obras robadas fueron entonces: Cabeza de Arlequín, de Pablo Picasso; La lectora en blanco y amarillo, de Henri Matisse; Puente de Waterloo, Londres y Puente Charing Cross, Londres de Claude Monet; Mujer delante de una ventana abierta, de Paul Gauguin; Autorretrato, de Meyer de Haan, y Mujer con los ojos cerrados, de Lucian Freud. Las piezas formaban parte de una exposición que se había organizado para conmemorar el vigésimo aniversario del Kunsthal y que incluía obras de Picasso, Marcel Duchamp, Piet Mondrian, Monet, Vincent van Gogh, Freud, y otros artistas del impresionismo, el expresionismo y otros movimientos de vanguardia. Aquel había sido, sin duda, un golpe maestro.
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