Cae el turismo en la ciudad capital. Este año 5,3% menos que en 2012. Después del desengaño olímpico, toca algo más convincente que el relaxing cup of café con leche para incentivar las visitas a la ciudad, por eso Ana Botella dejó los idiomas para meterse ahora al arte, y no porque este jueves hubiese estado, muy atenta, en la inauguración de ARCO, sino porque ahora pone en marcha la construcción de tres museos en la ciudad: el Museo de las Artes, Arquitectura, Diseño y Urbanismo (MAADU), del arquitecto Emilio Ambasz, situado en el Paseo del Prado, 30, en un edificio cedido por el Ayuntamiento; la Fundación Masaveu y la Fundación Norman Foster. Y aunque todo suena a mil maravillas, inversión y cultura –¡mucha, mucha cultura!-, toca primero colocar los puntos sobre algunas íes.
La Fundación Masaveu tendrá sede en un antiguo palacio de primeros del siglo XX en el número 6 de la calle Alcalá Galiano, en el distrito de Chamberí. Ya se ha aprobado el Plan Especial para adaptar el edificio, catalogado con un nivel 3 de protección en grado parcial. Se trata, en ese caso, de equipamiento cultural privado. Contará con cuatro salas de exposiciones y un auditorio con 150 butacas para conferencias, cursos o conciertos y todo ello en pleno barrio de Almagro, que alberga diversas embajadas, galerías y centros de arte y muy próximo al eje Recoletos-Prado, lo que potenciará así su atractivo turístico.
La Fundación Norman Foster ocupará el edificio situado en la calle Monte Esquinza, 48, también en el distrito de Chamberí. El edificio fue vendido al arquitecto británico por Bankia el verano pasado. El precio superó los 9 millones de euros. El proyecto de la Fundación Norman Foster incluye la realización de actividades relacionadas con la arquitectura, el urbanismo, el diseño y el arte. El Ayuntamiento de por hecho que para 2015 los tres proyectos estarán funcionando a todo vapor.
El Ayuntamiento de por hecho que para 2015 los tres proyectos estarán funcionando a todo vapor: el Museo de Arquitectura, la Fundación Masaveu y la Fundación Norman Foster.
Existen, sin embargo, cabos sueltos en lo que al Museo de las Artes, Arquitectura, Diseño y Urbanismo se refiere. El nacimiento del proyecto surgió del convenio de colaboración firmado por la alcaldesa Ana Botella con La Fundación Emilio Ambasz –una institución creada en 2007 que tiene por objetivo estudiar y difundir la obra del arquitecto argentino-. Según figura en ese documento, el Ayuntamiento cede de forma gratuita durante 75 años el edificio, que será derrumbado y transformado por Ambasz para crear allí su museo. El arquitecto habló, en principio, de una inversión –de su propio bolsillo, de diez millones de euros-. Específicamente en lo que a ese proyecto se refiere, la oposición habla de un trato de favor que involucra al diputado popular Miguel Ángel Cortés, ex secretario general de la Fundación Ambasz.
Museos, turismo y explotación comercial
Tres meses antes de la firma del convenio con la Fundación Ambasz, la Junta de Gobierno de Madrid rebajó la protección del edificio (de nivel 2, es decir, que obliga a conservar la fachada y las escaleras interiores) al nivel de protección ambiental 3, que permite modificaciones en los 3.000 metros cuadrados del edificio. Con apenas unos días de diferencia, la Fundación Emilio Ambasz se dirigió al Ayuntamiento expresándole su deseo de crear en Madrid, y concretamente en el Paseo del Prado, un museo dedicado a la arquitectura, el diseño y el urbanismo. Para ello, pidió la cesión, justamente, de un solar o de un edificio de al menos 3.200 metros cuadrados. Demasiada casualidad a juicio de algunos.
Ratificado el cambio de protección del edificio –que permite derrumbar, modificar, rehacer- y una vez presentado el convenio, tanto Fernando Villalonga –entonces Delegado de las Artes del Ayuntamiento- como la alcaldesa Ana Botella ratificaron el carácter filántropo de Ambasz, quien, según las autoridades “había rechazado construir su museo en ciudades como Nueva York París o Sidney y optado por Madrid”. La propia Fundación Ambasz insistió en que el proyecto sería un gesto “en agradecimiento” al Gobierno por haberle concedido la ciudadanía española –Ambasz la adquirió hace unos años-.
Tres meses antes de la firma del convenio con la Fundación Ambasz, la Junta de Gobierno de Madrid rebajó la protección del edificio.
Sin embargo, el Colegio de Arquitectos (COAM) presentó una queja formal por la cesión del edificio sin la convocatoria de ningún concurso público - el propio Colegio llevaba años barajando la edificación de un museo dedicado a la arquitectura-. Denunciaron además que el proyecto presentado por la Fundación era poco claro. En principio, el edificio albergaría además del espacio expositivo, un área de explotación comercial –una librería y un restaurante- que podrán ser contratados por terceros y que estarán abiertos al público fuera del horario del museo –en un lugar tan céntrico y turístico como el Paseo del Prado, estas actividades podrían reportar grandes beneficios-. De hecho, al presentarse el Plan Especial que hará posible construcción en el solar, la Junta de Gobierno concedió una ampliación de la edificabilidad del 10%, la máximo posible.
El equipo de Ana Botella mantiene su idea de que la Fundación que preside Emilio Ambasz pueda levantar un nuevo museo frente al Prado. "No encontramos ninguna contraindicación, ni efecto secundario, ni reparo, ni cautela, ni efectos adversos en este proyecto con el que vamos a seguir adelante porque es bueno para Madrid" explicó el director de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento, José Francisco García.
Trato de favor
Para miembros de la oposición –específicamente Ana García D'Atri, del grupo socialista; Milagros Hernández, de IU; y Patricia García de UPyD- aquí hay mucho más. Según han denunciado, en la cesión del edificio tiene que ver –y mucho- el político del PP Miguel Ángel Cortés, exsecretario de Estado de Cultura y miembro de FAES, quien estuvo durante cuatro años en el Patronato de la Fundación Ambasz, creada en 2007 con la intención de difundir la obra de este arquitecto, conocido por sus investigaciones en la “arquitectura verde”, lo que le valió, en 1976 y 1985, del Premio Internacional de Arquitectura Progresiva.
“Soy miembro del Comité de Arquitectura y Diseño del MOMA de Nueva York, del que Ambasz es curador jefe, de ahí nos conocemos y a eso se limita nuestra relación”.
Al ser consultado por Vozpópuli, Miguel Ángel Cortés aclaró, vía telefónica, que se trata de una casualidad. Admite, sí, haber sido secretario general de la Fundación, pero aclara que se separó del cargo un tiempo antes de que la institución hiciera la propuesta. “Soy miembro del Comité de Arquitectura y Diseño del MOMA de Nueva York, del que Ambasz es curador jefe, de ahí nos conocemos y a eso se limita nuestra relación”. Esta versión ofrecida por el actual diputado popular por Valladolid, contrasta con otras fuentes –cercanas al político- que ratifican las prácticas fraudulentas de Cortés en el ejercicio de sus responsabilidades culturales. “Cortés es un protegido de Ana Botella, alguien a quien le gusta mucho el dinero y que se ha dedicado a organizar exposiciones, muchas veces quedándose con cuadros y obras para su propio beneficio”, dice una fuente que prefiere no revelar su nombre. Cortés desmiente categóricamente estas afirmaciones y subraya no tener relación alguna con la cesión ejecutada por el Ayuntamiento.
De momento, aumente o no el turismo de la ciudad de Madrid gracias a los tres museos que Ana Botella pretende poner en marcha, ya uno levanta las sospechas, tanto por quienes se benefician con su construcción como quienes dejan de percibir ayudas para proyectos realmente importantes. Cuando en el año 2013 el Ayuntamiento de Madrid anunció el cambio de modelo cultural basado en las política de subvenciones, de las 20 instituciones que recibían asignaciones -entre ellas lugares emblemáticos como el Ateneo de Madrid o el Círculo de Bellas Artes- sólo tres las mantuvieron: el Teatro Real, la Real Fábrica de Tapices y la Fundación ABC, a diferencia de las otras dos, una institución privada.
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