Cultura

Díez, director del Museo de Colecciones Reales: "El traslado de las obras de El Prado es una decisión de Estado, no mía”

José Luis Díez no cumple todavía seis meses como director de la recién creada Dirección de Colecciones Reales y ya tiene asuntos por despachar, entre ellos, el destino de cuatro obras del Museo del Prado que Patrimonio Nacional reclama para el museo que abrirá en 2016.

La noticia de su nombramiento saltó a la palestra durante los primeros días de enero de 2014. Una vez confirmado que José Luis Díez -jefe de conservación durante 26 años del departamento de Pintura Española del siglo XIX en el Museo del Prado- estaría a la cabeza de la recién creada Dirección de Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, las cosas dieron un vuelco de expectación.

Díez debió asumir no solo la tarea de poner orden en las más de 150.000 piezas que conforman la herencia histórica y artística del país -distribuidas en distintos palacios, monasterios, bibliotecas y archivos-, sino también la de llevar a cabo la puesta a punto del nuevo Museo de Colecciones Reales, adscrito a su dirección y ubicado entre el Palacio Real y la Almudena. Un espacio de más de 40.000 metros cuadrados que abrirá sus puertas en 2016.

En el camino, Díez ha encontrado no pocos asuntos que atender: desde la polémica causada por la solicitud de devolución a las colecciones de Patrimonio Nacional de cuatro obras fundamentales del Museo del Prado -a través de una carta dirigida a Miguel Zugaza, director de la pinacoteca, por el presidente de Patrimonio Nacional, José Rodríguez-Spiteri Palazuelo, y que trascendió al ser publicada por El Confidencial- hasta la tarea de relojería que supone ajustar una estructura tan magnífica como ciclópea.

"El traslado de las obras de El Prado a Patrimonio Nacional es una decisión de Estado, no mía", responde Díez, sentado en el amplio y acristalado despacho de la cuarta Planta del Palacio Real. Un retrato de Isabel II colocado justo al lado de la puerta de entrada de la oficina de Díez parece refrendar sus palabras.

Porque si en algo tiene experiencia el historiador y académico es en los asuntos complicados: ocupaba el cargo de conservador cuando el Guernica fue trasladado al Museo Reina Sofía y fueron sus investigaciones junto a Manuela Mena las que abrieron, en 2008, la caja de la descatalogación de El Coloso, obra que el Prado había atribuido hasta entonces a Goya.

Ha sido justamente sobre el papel de un museo que acoja a las Colecciones Reales, como de las decisiones asociadas a semejante empresa, algunos de los temas de los que José Luis Díez ha hablado en esta entrevista concedida a Vozpópuli.

-Como responsable de la nueva dirección de Colecciones Reales recae en usted: el futuro museo de Colecciones Reales, las Bibliotecas Reales y los Archivos Históricos adscritos al Patrimonio Nacional, ¿cierto? ¿Queda algo por fuera?

-La Dirección de Colecciones Reales es la responsable de todos los bienes de patrimonio histórico-artístico que dependen de Patrimonio Nacional, es decir, junto con la Biblioteca Real, la Biblioteca del Escorial, los Archivos Reales y el Museo de Colecciones Reales, todas las colecciones que están distribuidas por todos los Reales Sitios, dependen de esta dirección.

-153.000 bienes, entiendo.

-Sí. Hay otras direcciones: la de Inmuebles y Medio Natural, responsable de los edificios, los parques, jardines y bosques; la de Administración y Medios, y la Dirección de Actos Oficiales y Culturales.

-Todas dependen del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional, ¿cierto?

-Sí.

-¿Por qué entonces se han referido a usted como el hombre con más poder, acaso desmedido, en lo que a Patrimonio Nacional respecta?

-Le puedo asegurar que con los más de 150.000 bienes históricos-artísticos que tengo a mi cargo y con los proyectos, no solo del Museo de Colecciones Reales, sino del proceso de replantear la instalación de los Reales Sitios, no me considero para nada un hombre con mucho poder, soy un privilegiado. 

"No me considero un hombre con mucho poder, soy un privilegiado"

-153.000 bienes distribuidos en distintos edificios, bibliotecas y archivos. Una odisea, una invitación al naufragio. ¿Es posible poner orden en un solo Museo? 

-Entiendo que la novedad informativa es el Museo de Colecciones Reales, al que por supuesto prestamos la máxima atención pero sin olvidar los Reales Sitios. Es tan importante estructurar el propio museo como devolver, perfilar y reforzar la identidad histórico-artística de cada uno de estos edificios que dependen de Patrimonio Nacional.

-¿En qué sentido y de qué forma?

-Cada uno de estos lugares ha tenido una historia larga y una serie de movimientos en cada una de sus colecciones. Un visitante de los Reales Sitios no tiene la percepción clara y contundente de lo que representa cada uno en la historia del arte español. Cuando un visitante va a El Escorial y recorre las galerías de pintura, no tiene por qué saber que al encontrar determinados cuadros que cronológicamente se correspondan con el edificio, estos en realidad fueron adquiridos en el siglo XVIII para el Palacio de La Granja. Dar coherencia entre las colecciones y los reyes que las adquirieron es una labor de ingeniería que debemos ejecutar poco apoco.

-En los Reales Sitios hay 8.000 obras exhibidas. ¿Está planteado cambiarlas de sitio o llevarlas al nuevo museo?

-Se trabajará en los dos sentidos. Desde los años 60, Patrimonio Nacional ha tenido una voluntad clara de concentrar parte de sus colecciones en museos: el llamado museo de Pinturas de El Escorial, el museo de Tapices de El Escorial, el Museo de Tapices de La Granja, el museo de la Vida de Palacio en Aranjuez. Con el museo de Colecciones Reales se plantea la necesidad de repensar ese orden, por lo que algunos de esos museos dejan de tener sentido y muchas de esas piezas deberán regresar a los Reales Sitios. Va en dos direcciones: a la vez que se enriquece cada uno de estos lugares, la colección del museo.

-Pero eso supondrá un cambio considerable en la estructura.

-Para tranquilizar, puedo asegurar que ninguna obra que se encuentre en el sitio original para el que fue diseñada o adquirida se va a mover.

"El traslado de las obras de El Prado a las colecciones de Patrimonio Nacional es una decisión de Estado, no mía"

-Con respecto a la polémica sobre la carta de Patrimonio Nacional al director de El Prado, el diario El País ha publicado que tanto El jardín de las delicias y La mesa de los siete pecados capitales, de El Bosco; El descendimiento de la cruz, de Van der Weyden; y El lavatorio, de Tintoretto se quedarán en la pinacoteca, ¿puede usted confirmar esta información?

-No soy fuente para contestar a eso. Ese debate está fuera de mi puesto. En la estructura de Patrimonio Nacional queda clara cuál es mi responsabilidad, por lo que ese asunto está fuera del horizonte de mis atribuciones. El traslado de las obras de El Prado a las colecciones de Patrimonio Nacional es una decisión de Estado, no mía. Tal y como ha ocurrido con muchas otras que se han tomado, por ejemplo: el traslado del Guernica.

-Tiempo en el que usted, además, era conservador del Prado.

-Sí. Lo que se hizo en ese momento fue acatar una alta decisión de Estado.

-Sin embargo, le pregunto: ¿usted cree que esas obras deben salir del Prado?

-A cualquier investigador o historiador al que usted le haga esa pregunta, tendrá una opinión. Yo no se la puedo dar. Si usted preguntase al director de un museo de Arqueología Marina si admitiría el Guernica en su colección, aun siendo de arqueología marina… ¿qué le va a responder?

"Es sorprendente el nivel de control, permanencia, seguridad y seguimiento que han tenido las Colecciones Reales"

-Transcurren los siglos: ocurren guerras o epidosios durante los que se extravían muchas piezas. Para muestra, el caso de las casi 800 obras desaparecidas del Prado… ¿Qué tanto ha afectado el extravío a las obras de Patrimonio Nacional?

-Es algo que me ha sorprendido. Con la enorme dispersión de piezas, en distintos lugares (palacios, monasterios, bibliotecas), a lo largo del tiempo, en distintas circunstancias y con unos regímenes distintos (no es lo mismo controlar un convento de monjas que un palacio real), le puedo asegurar que es sorprendente el nivel de control, permanencia, seguridad y seguimiento que han tenido las Colecciones Reales a lo largo de la historia de Patrimonio Nacional.

-Si pudiéramos hablar de un diagnóstico para la situación de Colecciones Reales, ¿cuál sería?

-Pues un estado de necesidad de conocimiento, investigación y profundización. Solamente por la cantidad de aspectos que tiene que abarcar Patrimonio Nacional, desde la celebración de actos oficiales o la atención de la alta jefatura del Estado, no ha tenido la posibilidad de ahondar en el conocimiento científico de sus colecciones, de ahí que esa sea la ocupación de esta dirección que acaba de crearse.

-¿Cómo se va a comportar el museo de Colecciones Reales? ¿Acaso como una pinacoteca, un museo de Bellas Artes en sentido estricto… como un museo histórico?

-Todo lo que usted dice y a la vez nada de eso. En el siglo XIX, Isabel II legó todo el patrimonio de las colecciones reales a los ciudadanos. Hay otras colecciones, como la de Inglaterra,  que todavía tienen la titularidad personal de la reina. Cuando Patrimonio Nacional se plantea un museo de Colecciones Reales se plantea justamente ser el reflejo fiel de toda esa labor de mecenazgo y coleccionismo de los reyes de España a través de sus piezas más singulares.

"Hay otras colecciones, como la de Inglaterra,  que todavía tienen la titularidad personal de la reina"

-Sí, pero eso… ¿cómo?

-Para un visitante del museo debe ser posible recorrer de manera cronológica, que no expresamente histórica, la labor de mecenazgo. Es un trenzado entre los reinados, los Reales Sitios y las colecciones. Será posible pasar por la sala de Carlos V y ver la mejor armadura ecuestre, el mejor tapiz encargado por él en Amberes, el mejor cuadro de su retiro en Yuste, el Toisón de diamantes … y nada más. No se trata de una cuestión acumulativa, sino de piezas excepcionales. El resto permanecerá en los Reales Sitios y aquellas en concreto que se exhiban permanecerán ahí hasta que el conservador nos diga que deben ser devueltas.

-¿Cuál fue el monarca más arriesgado como coleccionista?

-Por fortuna hay varios. No se puede señalar uno solo. Carlos V, Felipe II o Carlos III arriesgaron mucho por su propia contemporaneidad. Que Felipe IV enviase a Velázquez a Italia para que comprara esculturas clásicas (todo pagado de su bolsillo personal) es una muestra de ello. O el caso de Carlos III. Hay que meternos en la cabeza de un rey que decide que él quiere comer todos los días rodeado no de grandes fastos mitológicos sino de cómo vive su pueblo pasados los muros de Palacio. Eso en una mente del siglo XVIII es, si no arriesgado (que a mí me lo parece), moderno.

-Una cosa es un monarca y otra la monarquía como institución. ¿Cómo cambia la concepción coleccionista de una a otra?

-El papel histórico de la corona es distinto en el siglo XVII que ahora. Justamente el cambio ocurre en el momento en que Isabel II adscribe sus bienes a la corona como institución y por tanto a los ciudadanos. Su hijo Alfonso XII, y luego Alfonso XIII siguieron coleccionando arte que nutrió los Reales Sitios hasta la aparición de Patrimonio Nacional, que asumió esa labor.

"Me sorprende cómo durante el reinado de Juan Carlos I, Patrimonio Nacional entendió que debía apoyar al arte contemporáneo español"

-¿Qué esbozo podemos hacer de Juan Carlos I en un papel, digamos, de coleccionista?

-Me sorprende, gratamente, cómo durante el reinado de Juan Carlos I, Patrimonio Nacional entendió que debía asumir la labor de reflejo o apoyo al arte contemporáneo del propio reinado. Emprendió así una labor de construcción de una colección de arte contemporáneo con las máximas figuras en España.

-De cara al que ahora comienza, ¿están planteadas adquisiciones?

-Sí. La planificación estricta a veces no es posible, porque las posibilidades de adquisición surgen cuando surgen. Lo importante es que Patrimonio Nacional tenga claro en qué márgenes de interés debe moverse. Y en ese caso, sería la recuperación de obras que pertenecieron a Colecciones Reales y han ido a parar a otras manos. Y además, siempre que el presupuesto lo permita, intentar ser un reflejo del tiempo que atraviesa este reinado.

-¿Algún artista o época prioritaria?

-Ahora hemos detectado una pieza que perteneció al reinado de Carlos II, documentada y todo, pero de la que no puedo dar detalles, y que ha aparecido en otra colección. Es como los perros de presa, debemos ir a por ella.

"La proclamación de Felipe VI no pertenece a esta dirección pero para prepararla hizo falta restaurar obras de las colecciones"

-¿Cuál es el presupuesto que tiene la dirección de Colecciones Reales?

-Me lo pregunta de memoria y no puedo decirlo exactamente. Tenemos muy pautados esos aspectos. No tengo la cifra precisa en cabeza ahora. Conozco, claro, los presupuestos de las fases del museo, que están fijados. Pero es importante decir que, en esta gestión, este año tenemos un superávit de 4,8 millones de euros. Eso, en los tiempos que corren y con la amplitud de las funciones de Patrimonio Nacional, es muy importante. El Consejo de Administración distribuye todo el presupuesto de Patrimonio Nacional y muchas veces acaban mezclándose. Por ejemplo, la proclamación de Felipe VI no pertenece a esta dirección pero para prepararla hizo falta restaurar obras de las colecciones reales para utilizarlas en el acto.

-Después de 26 años en el Prado, ¿cómo le han sentado estos seis meses en Patrimonio Nacional?

-Veintiséis años en el Prado son muchos años. Ha sido un privilegio estar a cargo de la colección de pintura del siglo XIX durante todo ese tiempo. El museo me ofreció la oportunidad de hacer todo lo que debía y creí que debía hacer. De cómo yo conseguí aquellas colecciones a cómo están esplendorosamente expuestas ahora en el edificio de Villanueva. Al mirar mi trayectoria profesional me di cuenta que se presentaba un desafío completamente distinto y fascinante y decidí asumirlo.

-Su relación con el director de la picanoteca, Miguel Zugaza, ¿cómo es ahora?

-En el Museo del Prado he dejado una legión de estupendos compañeros y maravilloso profesionales y personas y eso es algo que le queda a uno para siempre.

 

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