Las últimas cuatro ferias internacionales del libro -Frankfurt, Londres y Nueva York- se han visto obligadas a repensarse. La de Madrid, fuera del podio de las tres anteriores por su carcater local, se queda pequeña, agazapada, mirando sus destrozos.
Mientras en este 2012, tanto Frankfurt como Londres decidieron poner toda la carne en el asador del libro electrónico, la Feria del Libro de Madrid mantuvo posiciones conservadoras. Los resultados fueron los que fueron: un descenso en las ventas de un 19% con respecto al año pasado.
La facturación total de la cita madrileña alcanzó los 6.500.000 euros, un millón y medio menos que en 2011. Si a eso se suma que desde 20120 la caída de las ventas en las librerías ha sido continua y sostenida –del 10%- , cabe pensar que los libreros o son muy optimistas –esto pasará, pensarán- o sencillamente han decidido sentarse a esperar un milagro.
A la vez que se celebraba en Madrid la 71ª edición de la Feria del Libro de Madrid, donde participaron 425 expositores -22 menos que el año pasado-, entre ellos 52 librerías generales, 66 librerías especializadas, 272 editoriales, 11 distribuidores y 24 organismos oficiales, la Feria del Libro de Nueva York (BookExpo América, BEA, por sus siglas en inglés), la cita más importante en Estados Unidos y la segunda a nivel internacional , convocó cerca de 20.000 editores, publicistas, autores, agentes y 1.100 libreros. La diferencia es abrumadora, pero la más importante no es numérica. En esta oportunidad, la cita neoyorquina se vio más fuerte este año para plantar cara a un mercado que el año pasado frunció el entrecejo.
La Feria del Libro de Madrid experimentó un descenso en las ventas de un 19%.
La atmósfera del Book Expo America ha resultado, según sus propios reportes, "más optimista de lo esperado". La razón de semejante entusiasmo es la misma que animó a editores y agentes tanto en Londres como en Frankfurt: el crecimiento de las ventas de libros electrónicos y el futuro de la edición digital que compensaron con su buena salud las preocupaciones por las bajas ventas de libros tradicionales.
Tal y como señalaron los responsables de BEA, la edición de libros “está viviendo un gran cambio similar a la transformación de la música en la última década”, y los vendedores de libros están empezando a sentir que el sector vuelve a resurgir. Sin embargo, su resurrección pasa necesariamente por el acto de repensar y recolocar las prioridades de negocio, en tanto industria cultural.
Un complejo mercado donde no todos los factores están de acuerdo
Este año, durante la presentación de la Feria del Libro de Madrid, su responsable, Pilar Gallego, se sacudió de un plumazo las salpicaduras del libro electrónico. “Los lectores no vienen al parque el Retiro a buscar e-books”, dijo una semana antes del comienzo de la feria. Y tenía razón la responsable y representante de los libreros. Así lo confirmó el casi 20% que dejó de comprar, bien porque se quedó en su casa bajando la versión Kindle de la Sombra del viento o porque prefirió esperar y en lugar de comprar un ejemplar por 22 euros , decidió esperar y aprovechar la versión que del mismo libro puede conseguir por 9 euros en línea. ¿De qué sirven 12 kilómetros de estanterías de libros en medio de un parque cuando l a pregunta de fondo (el cambio de la industria) continúa desatendida?
Pilar Gallego: “Los lectores no vienen al parque el Retiro a buscar e-books”
A pesar de ello, los organizadores insisten: la Feria del Libro no es el lugar para ese debate, para eso está Liber, la feria profesional organizada por la Federación de Editores, que se celebra en Otoño y a la que libreros y editores asistieron este año con un profundo recelo por la llegada a España este año del lector Kindle comercializado por Amazon.
La Feria del Libro de Madrid, en cambio, es una actividad organizada por la Asociación de Empresarios del Comercio del Libro de Madrid (Gremio de Libreros de Madrid), la Asociación de Editores de Madrid y la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Editores, un organismo que ha intentado, en varias ocasiones, hacer frente a la comercialización del libro electrónico.
En esa materia, una de sus experiencias más recientes fue, justamente, el portal online Libranda. Sin embargo, lo que tímidamente se ajusta por un lado se deshace por otro. El negocio editorial, todavía pensando en términos de ejemplares físicos y de redes distribuidoras y de librerías, demanda para subsistir algunos gestos oficiales: precio fijo del libro -en el caso de los libreros- y la próxima corrección del IVA para el libro digital, de forma que pueda pasar del 18% al 4%. Para algunos esto no deja de ser más que paños calientes ¿Un mercado mantenido con respiración artificial?
Para Javier Cortés, quien desde hace un mes se desempeña como presidente de la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Editores, es importante primero asumir responsabilidades dentro del propio mercado, para poder explicar mucho de los fenómenos que se encadenan tras la caída de las ventas: “El libro electrónico en tanto en cuanto es una realidad emergente, es una oportunidad. Lo que ocurre es que no toda disminución del modelo antiguo se traslada al negocio en el mundo digital”.
Falta poco menos de un mes para la presentación de los resultados de ventas de libros en 2011, un balance que años tras año presenta la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Editores. Sin embargo, ya en las cifras de 2010 el número de ejemplares vendidos alcanzó los 228.23 millones de libros, un 3,4% menos que en 2009. Aunque el descenso es poco significativo, cabe destacar que la facturación total alcanzó los 2.890,80 millones de euros, lo que representa una caída del 7% frente a 2010. Este año, el sector está pos asestar una nueva cuenta de resultados con números rojos en algunos rubros.
¿Digitalizarse o morir?
Al hacer esta pregunta a los representantes editoriales, estos parecen mucho menos radicales que otras partes involucradas en la cadena, como en es el caso de los libreros. Esta actitud moderada –ni contra el libro digital pero tampoco desaforadamente a favor sin condiciones- es posible percibirla en la visión que plantea Javier Cortés al respecto: “Hay dos factores importantes que tenemos que desarrollar los editores para que el cliente se pase al mundo digital de manera responsable: la facilidad del acceso a la tienda virtual y una diferencia de precios significativa, que es lo que ocurre con el Apple Store. Esas son las dos condiciones que necesitamos desarrollar”.
Según los datos que maneja Nielsen (la OJD de los libros), el descenso total en ventas desde principios de año ha sido del 15%. Las cifras de Nielsen muestran, además, que actualmente los libros más vendidos venden la mitad que en 2011. Si a eso se suman las tablas de la Confederación Española de Libreros (CEGAL), a la que aportan ventas casi 300 librerías, el dato a la baja en las librerías se ubica entre 23 y el 30%.
Javier Cortés: "Si el cliente comienza a pedir e-books, habrá que mirar que responsabilidades tenemos que asumir de cara a esas necesidades".
Características como la gran dependencia de los dispositivos electrónicos - a pesar de abaratamiento creciente-, la posibilidad real de la compra legal de ejemplares y la lucha contra la piratería dentro del mundo digital son todavía algunos elementos que frenan en su plenitud el mercado digital y que, sin embargo, continúan afectando al libro tradicional, que recibe estacazos desde distintas direcciones.
Sobre las evidentes diferencias de precio entre formatos, y que suponen una competencia directa entre un modelo de negocio contra otro – en el caso de los minoristas hablaríamos de la oposición libreros versus compra online-, existen sin embargo matices reales: el negocio del libro tradicional está resentido más allá del tema de una competición de precios con los e-books.
“La cuestión es que los 18 euros que pagas por el Mapa y el territorio en una caseta y los 9 que pagas por el e-book, el margen que el editor obtiene tampoco es tan distinto. Los editores vivimos del 45% como mucho 50% del precio de los libros. No es un problema de que el precio sea más barato sino que existe una caída real en el libro impreso que todavía no se está canalizando para los mismos agentes editores en el mundo digital, ése es el problema”, comenta Cortés.
Al ser interrogado sobre porqué, si bien la Feria del Libro de Madrid no es una cita del tipo de Liber ni goza del tamaño o salud de otras citas internacionales, se empeña –en palabras de su directora Pilar Gallego- en seguir de espaldas al libro electrónico, el representante de los editores responde: “Lo que ocurre es que Pilar Gallego representa a los libreros, no a los editores. Y todos los agentes de la cadena de valor tenemos que asumir nuestra. En ese sentido, creo que los editores estamos bastante más preparados para entender qué pide este momento. La feria es una feria del libro, del cliente, no es una feria del que vende; es una feria para el cliente y eso habría que entenderlo. Si el cliente comienza a pedir e-books, habrá que mirar que responsabilidades tenemos que asumir de cara a esas necesidades ” .
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